Entre la fragilidad oficialista y el oportunismo del peronismo
Con las elecciones primarias en puerta, el Gobierno buscará sacar provecho electoral de la derrota de ayer y agitará que quienes apoyaron la permanencia de Julio De Vido en la Cámara de Diputados apañan la corrupción y forman parte del pasado que Cambiemos quiere superar. Pero lo cierto es que, detrás de los eslóganes de campaña, la sesión de ayer desnudó las falencias políticas que exhibe el Gobierno, que, con todo el poder de la administración, no pudo disuadir ni siquiera a los diputados que se habían distanciado del kirchnerismo y que anoche apoyaron al controvertido diputado.
Un análisis pormenorizado de la votación refleja esta fragilidad. Al oficialismo le faltaron nada menos que 20 votos para alcanzar los dos tercios de los diputados presentes en el recinto. Una brecha importante que el Gobierno, con mayor cintura política, tal vez hubiera podido achicar. De hecho, en la sesión de ayer no lo acompañaron varios diputados que se habían distanciado del kirchnerismo, como los santiagueños que responden al gobernador Gerardo Zamora, un mandatario que el Gobierno considera “amigo” y que ha recibido cuantiosos recursos nacionales durante el año y medio de la gestión de Mauricio Macri.
Un caso similar es el de los diputados enrolados en el Movimiento Evita, que conduce Emilio Pérsico y que responden a la candidatura a senador nacional de Florencio Randazzo. El año pasado le pegaron el portazo al kirchnerismo y, de hecho, apoyaron la autorización para que la Justicia pudiera allanar el domicilio del diputado De Vido. En la actualidad reciben jugosos recursos del Ministerio de Desarrollo Social y supieron acompañar varias iniciativas del Gobierno en el Congreso; ayer, sin embargo, marcaron sugestiva distancia del oficialismo y apoyaron la continuidad del ex ministro como diputado.
El kirchnerismo, con 74 miembros originales, sumó 95 voluntades incólumes en defensa de De Vido. Más del tercio que se requería para frenar la expulsión. Tuvo el apoyo de diputados de izquierda y contó con el favor de varios legisladores peronistas no kirchneristas que otrora acompañaron a Cambiemos en la sanción de leyes en el Congreso.
Evidentemente, la campaña electoral metió la cola y muchos legisladores opositores buscaron diferenciarse de Cambiemos; eso explicaría algunas deserciones en la votación. En el Gobierno, además, se escudan en que el ex ministro creó muchos compromisos con los gobernadores, a los que habría amenazado con supuestos “carpetazos” sobre irregularidades en las obras públicas provinciales.
Pero estos argumentos no alcanzan para justificar la diferencia de veinte votos para alcanzar los dos tercios. Además, cabe preguntarse si, ante tantas dudas sobre la posibilidad de alcanzar la mayoría agravada que exige la Constitución nacional, la expulsión por indignidad moral era la mejor estrategia para el caso de De Vido. El oficialismo se empecinó en esta alternativa drástica cuando una salida más digerible para los legisladores dudosos hubiera sido la suspensión del diputado hasta que se produzca una condena en la Justicia. El artículo 70 de la Constitución nacional habilita esta posibilidad ante la sola querella que reciba un legislador en la Justicia.
Tras el fracaso de la sesión de ayer, el Gobierno buscará mostrar el vaso medio lleno y exhibir una línea divisoria entre quienes supuestamente avalan la corrupción y quienes la combaten. Sin embargo, el debate mostró la fragilidad política del oficialismo, la cual se agudizará de manera preocupante si los resultados electorales de octubre no los acompañan.