Creciente demanda Las escuelas internacionales, cada vez más en auge
La creciente demanda en todo el mundo de instituciones que ofrecen una educación “occidental” ha redefinido el rol de los docentes y el perfil de futuros profesionales cosmopolitas, que se comunican con fluidez en inglés
TwashingTonTras perder dos trabajos en la ciudad de Denver debido a recortes presupuestarios, en 2011 la bibliotecaria escolar Jennifer alevy encontró un nuevo horizonte para su carrera docente: una escuela internacional en Katmandú, nepal.
Los orígenes de las escuelas internacionales de la actualidad se remontan a 1924, pero en los últimos 20 años su crecimiento ha sido exponencial. Creadas originalmente para asegurar que los expatriados y diplomáticos que trabajaban en países remotos pudieran darles una educación “occidental” a sus hijos, las escuelas internacionales han encontrado ahora un nuevo propósito: educar a los hijos de los ricos de esos países para que luego puedan competir por vacantes en universidades de occidente y, eventualmente, por puestos en empresas multinacionales.
Las consecuencias de ese drástico cambio son el aumento de las oportunidades profesionales para los docentes norteamericanos en el exterior y, potencialmente, el aumento de la competencia laboral en Estados Unidos por ese nuevo grupo demográfico de jóvenes cosmopolitas provenientes de todo el mundo y que se manejan fluidamente en inglés.
Los docentes formados en Estados Unidos, gran Bretaña, australia y otros países anglohablantes están siendo convocados por instituciones educativas de todo el mundo, para educar a los hijos de las clases altas o incluso medias de los países emergentes de asia, Medio oriente y otras regiones en desarrollo.
“En todo el mundo, la mayoría busca una buena base de educación en inglés”, dice Bruce Mcwilliams, vicepresidente ejecutivo de international school services, con sede en nueva Jersey.
El auge de las escuelas internacionales es impresionante. hace veinte años, había apenas 1000 en idioma inglés en todo el mundo, según la consultora educativa londinense isC Research. hoy hay más de 8000 escuelas internacionales, donde estudian 4,5 millones de alumnos y enseñan unos 420.000 docentes. Lo más sorprendente es que el 80% de esos alumnos son ahora oriundos del país donde se encuentran esas escuelas. Y según isC Research, la demanda no para de crecer: los expertos aseguran que en los próximos diez años, el número de escuelas internacionales se duplicará, hasta superar las 16.000 y los 8,75 millones de alumnos en todo el mundo.
Mitsuko sakakibara es una típica madre japonesa. su hijo de 8 años, Leon, asiste a la Escuela internacional hokkaido, en la ciudad de niseko. “Me gustaría que mi hijo se formara en un entorno internacional, para que adquiriera una conciencia de ciudadano global desde temprana edad”, dice Mitsuko, y explica que no cree que eso sería posible en una escuela japonesa. “El inglés será su herramienta básica para comunicarse con fluidez, y además le abrirá un mayor abanico de oportunidades a la hora de ir a la universidad o de buscar trabajo.”
según datos de isC Research, los Emiratos Árabes Unidos y China concentran actualmente la mayor cantidad de escuelas internacionales –550 de habla inglesa, respectivamente–, pero en lugares como la india, Vietnam, Bahrein y arabia saudita también se registra una increíble expansión de ese fenómeno.
La cuota promedio de esas escuelas varía según cada país: en Bangladesh es de 5200 dólares anuales, y en singapur es de 18.500 dólares al año. En China o la india, el costo de esas escuelas suele superar los ingresos anuales de una familia tipo, así que sólo los ricos acceden a ellas.
Conscientes de estos cambios en la población, las escuelas están buscando nuevas formas de atender esa creciente demanda, y también de sortear las reglas en aquellos países que limitan las escuelas a las que pueden asistir los alumnos locales. El grupo Educativo Elite K-12, por ejemplo, empezó en una ciudad costera cerca de shanghai llamada ningbo, y ya se ha expandido a Pekín, Chengdu, la propia shanghai y varias otras grandes ciudades chinas. Las escuelas Elite K-12 siguen el modelo educativo británico y ofrecen un programa de estudios internacional bilingüe a los nativos chinos. Como se trata de una empresa de origen chino, los nativos pueden asistir sin problemas, ya que la normativa de ese país restringe el ingreso de alumnos chinos a escuelas de propiedad extranjera.
“Quería que mis hijos fuesen chinos, con conciencia de sus orígenes, pero que tuvieran una perspectiva global y que estuviesen plenamente preparados para las universidades de occidente”, dice Tao sun, presidente de esa organización educativa.
Basta con analizar el caso de cualquiera de las 8000 escuelas internacionales que hay en el mundo para entender su atractivo. En Dubai, la Escuela Comunitaria safa ofrece aulas “en racimo” en torno de un área de uso común, “que es como una enorme sala de estar, donde uno puede estudiar sobre una gran mesa de cocina, sentarse a jugar en el piso, filmar una escena de acción o simplemente sentarse en un puf con la notebook sobre las piernas”, según reza la página de Facebook de la institución. También en Dubai, la academia nacional gEMs brinda clases de robótica y programación en sociedad con la Universidad Carnegie Mellon, de Estados Unidos.
La Escuela secundaria Michael E. DeBakey, en la ciudad de Doha, Qatar, se enfoca en las ciencias duras para preparar a sus alumnos para las carreras médicas y paramédicas, mientras que los alumnos del Cranleigh abu Dhabi están desarrollando su propia sala de ópera. Mientras tanto, en la Escuela Preparatoria Universitaria nansha, en guangzhou, China, los docentes de las distintas materias y los profesores de inglés trabajan juntos en la elaboración de los contenidos, y comparten el dictado de las clases.
Tercera cultura
Comparemos ese enfoque con lo que ocurre en una escuela pública típica de muchos países emergentes, donde suele haber más de 40 alumnos por aula. En esas escuelas, el foco está puesto en la memorización y la lectura, con poco énfasis en la participación de los alumnos, según señalan los directivos de escuelas internacionales.
hay muchas escuelas internacionales, que de todos modos, siguen enfocadas en las familias de expatriados. Con la globalización, cada vez más gente elige trabajar en el extranjero. De hecho, ya se ha creado un nuevo eufemismo, los “niños de la tercera cultura” (TCK, por sus siglas en inglés), o sea, toda una generación de chicos norteamericanos que apenas conocen o han vivido en su país de origen.
“Todo está interconectado con las ideas de libertad de mercado y economía global, y la educación tiene que satisfacer esa nueva demanda”, dice Cynthia nagrath, directora de marketing y comunicación de The international Educator, una agencia de colocaciones de docentes con sede en Massachusetts. “Los docentes tienen que trabajar con alumnos de diferentes culturas, y eso es lo maravilloso de las escuelas internacionales”, afirma nagrath.
Lo que no significa que esas escuelas sean buenas para todos. Monica gallego Rude, que ahora vive en California, pero trabajó en varias escuelas internacionales, está estudiando ese fenómeno en el marco de su doctorado en educación. Y el fenómeno, dice Rude, no es ciento por ciento positivo.
“Creo absolutamente en la educación internacional, pero también soy la primera en decir que no es adecuada para todos
los alumnos”, señala la experta. En algunos casos, los alumnos que estudian inglés pueden quedar rezagados respecto de sus pares en el aprendizaje de su lengua materna. Además, algunos docentes internacionales pueden desconocer las particularidades culturales de su alumnado: en algunos países, por ejemplo, mirar a las personas mayores a los ojos es considerado una falta de respeto, mientras que para un docente occidental, esa misma falta de contacto visual puede ser una muestra de desinterés o irrespeto de parte del alumno.
“En definitiva, creo que este tipo de escuelas tiende a perpetuar y profundizar las desigualdades y la inequidad en el mercado educativo global”, advierte Rude. “Los pudientes de los países no anglohablantes pagan por la posibilidad de ingresar al mercado global anglohablante, mientras que los menos afortunados tienen que adquirir esas competencias lingüísticas de otra manera o resignarse a la exclusión.”
Para los docentes norteamericanos, el crecimiento de las escuelas internacionales conlleva un auge de oportunidades para desarrollar su potencial fuera de Estados Unidos.
Basta con comparar ese cuadro de situación con la vida del docente de una escuela internacional para entender el atractivo. Además del enriquecimiento cultural y la experiencia de vivir en el extranjero, también es un trabajo bastante lucrativo. Si bien en muchos países el salario puede ser ligeramente inferior al que se paga en Estados Unidos –los sueldos iniciales oscilan entre los 20.000 y 30.000 dólares anuales, según el país–, esos puestos en el exterior tienen muchos otros beneficios. Por lo general, los docentes reciben una asignación por gastos de alojamiento y un pasaje ida y vuelta por año a su país de origen. Además, esos docentes obtienen becas para que sus hijos estudien en la misma institución, no tienen que pagar impuestos y tampoco pre- ocuparse por los recortes presupuestarios o los vaivenes políticos. Por lo general, la comunidad de padres valora su trabajo y los alumnos están muy motivados.
Algunos docentes no vuelven más. Shannon Fehse, de 37 años y oriunda de Chicago, se enteró de las escuelas internacionales por un encuentro casual con uno de esos docentes, cuando todavía estaba en la universidad, así que decidió especializarse en educación internacional. En los últimos 13 años, enseñó en Taiwán, Colombia, México y China. Actualmente trabaja en una escuela de los Emiratos Árabes Unidos.
Pero Fehse aclara que el trabajo también tiene sus desventajas. “Cuando en tu país pasa algo realmente grave, no podés estar presente”, señala. “Se extraña mucho, y cuando volvés de visita te das cuenta de que ya no sos la misma, de que cambió tu perspectiva, tu personalidad. La familia y los amigos a veces no entienden lo que pasa, y se vuelve cada vez más difícil conectar con la gente con la que uno siempre tuvo relación.”
Algunos docentes señalan que la competencia para conseguir un puesto en algunas escuelas internacionales, sobre todo en los destinos más solicitados, es cada vez más dura. Pero de todos modos la demanda de docentes para esos establecimientos no para de crecer.
Interrogantes a futuro
Todo esto suscita interrogantes a futuro. ¿Qué consecuencias puede tener para Estados Unidos, Europa y Occidente en general que en todo el mundo haya cada vez más graduados con formación occidental y un inglés fluido?
Para algunas universidades de Estados Unidos, ese crecimiento demográfico de ávidos estudiantes extranjeros ya norteamericanizados puede significar una buena noticia frente a la caída de sus inscriptos, especialmente porque los extranjeros pagan la cuota máxima. Según los expertos, habrá más universidades norte- americanas que se dediquen a conseguir estudiantes extranjeros. “En algunos casos, este fenómeno ha hecho que las universidades públicas compitan más abiertamente por los alumnos extranjeros con formación internacional”, sostiene David Di Maria, vicedecano del Departamento de Programas Internacionales de la Universidad Estatal de Montana.
Algunas universidades de Estados Unidos enfrentan el problema de una merma de inscriptos, debido a cambios poblacionales, y por eso recurren a los alumnos extranjeros para llenar sus cupos. Al mismo tiempo, señala Di Maria, otras universidades registran récords de inscriptos, y un interés adicional de parte de alumnos extranjeros podría ayudarlas a aumentar la diversidad en sus campus y a fortalecer las relaciones internacionales.
Pero algunos cuestionan el aumento de los alumnos extranjeros en las universidades norteamericanas, especialmente en las que pertenecen al Estado. Como ya han señalado los medios de prensa, algunos argumentan que el interés de las universidades por los alumnos extranjeros estaría privando a los estudiantes norteamericanos de oportunidades educativas.
Según el Instituto de Educación Internacional, en Estados Unidos el 5,2% de los alumnos universitarios son extranjeros. Estados Unidos sigue siendo el mayor anfitrión de universitarios extranjeros del mundo: todos los años ingresan más de 1 millón, según el informe Proyecto Atlas 2016 de esa institución. Sin embargo, ese número podría empezar a estancarse, ya que Di Maria advierte que hay un importante crecimiento de las universidades en Medio Oriente, Asia y otros mercados. “Hay países que tradicionalmente exportaban estudiantes que se están convirtiendo en receptores”, dice el experto.
¿Y qué pasa con la competencia laboral en Estados Unidos? Según Richard Gaskell, director de investigaciones sobre escuelas internacionales de ISC Research, puede esperarse que el auge de esos establecimientos en el extranjero lleve a una competencia más dura en el mercado laboral norteamericano, especialmente para puestos “que requieren un buen nivel de inglés y de capacidades personales, como trabajar en equipo, la resiliencia y el pensamiento creativo”, señala Gaskell.
Como ya sabemos, el traslado de fábricas y plantas a otros países no es cosa nueva. En el pasado, las diferencias culturales y lingüísticas representaban barreras para el traslado exitoso de algunas empresas. En el futuro, los norteamericanos pueden esperar, por lo menos, una merma de las oportunidades de trabajo en las mayores multinacionales con plantas en el extranjero, según señala Ettie Zilber, consultora de escuelas internacionales.
“Las multinacionales evalúan muchos factores antes de expatriar a una familia para cubrir algún cargo”, sostiene Zilber. “Contratar a alguien del lugar, que ha estudiado e interactuado con docentes occidentales, que está familiarizado con la cultura y los valores occidentales, pero que al mismo tiempo entiende la cultura local, es una gran ventaja.”
Pero eso no es necesariamente algo negativo. “La competencia es buena para el progreso”, agrega Zilber. © The Atlantic
Los ricos de los países no anglohablantes pagan su ingreso en el mercado global A los docentes de EE.UU. estas escuelas les permiten desarrollarse fuera de su país