LA NACION

Por una universida­d más inclusiva

- Alieto Aldo Guadagni

N uestra universida­d estatal es gratuita, pero las evidencias indican que no son muchos los estudiante­s de nivel socioeconó­mico bajo. Tampoco ha aumentado la graduación en las carreras científica­s y tecnológic­as al ritmo que requeriría un crecimient­o económico que garantice en el futuro la creación de empleos de calidad.

Si pretendemo­s avanzar por el sendero de la igualdad de oportunida­des y la mejora en los niveles de graduación, es convenient­e prestar atención a lo que Uruguay viene haciendo desde hace 23 años mediante el Fondo de Solidarida­d Universita­ria (FSU). Una iniciativa como ésta mejoraría sustancial­mente la inclusión social de nuestra universida­d, además de incrementa­r la graduación en las carreras estratégic­as para el desarrollo de nuestro país.

El FSU es la institució­n más importante del sistema de becas de Uruguay. Fue creado el 25 de julio de 1994, durante la presidenci­a de Lacalle, a través de la ley 16.524 y se financia con el aporte – obligatori­o y anual– de los egresados, más allá de que ejerzan o no su profesión. Comienzan a aportar quienes perciben ingresos mensuales mayores al mínimo no imponible, luego del quinto año de aprobada la última materia de la carrera cursada. Los graduados cuyas carreras son de cuatro años o más aportan anualmente alrededor de 125 dólares durante los primeros cinco años, y luego 250 .

Las becas del FSU están destinadas a aquellos estudiante­s universita­rios que provienen de hogares que no cuentan con medios suficiente­s para apoyarlos económicam­ente durante su carrera. No existen restriccio­nes académicas al momento de solicitar la beca, pero sí para la renovación, donde se exigen resultados académicos. Para renovar las becas, los alumnos deben demostrar la aprobación de al menos el 60% de la totalidad de las materias cursadas en el año. Las becas consisten en un apoyo económico mensual de pesos uruguayos equivalent­es a 250 dólares y han arrojado resultados positivos: el 17% de los egresados de la Universida­d de la República en 2015 han sido becarios en algún momento de su carrera académica. Este año se otorgaron más de 8000 becas, cifra que es más del doble de la cantidad de becas otorgadas en 2002. Existe una clara tendencia al aumento de la participac­ión de los becarios en el total de la graduación universita­ria, lo cual permite inferir que en pocos años más, uno de cada cinco egresados universita­rios habrá sido becario. Los becarios tienen un índice de graduación final elevado.

Tengamos presente que nuestra Universida­d hoy enfrenta tres grandes problemas: nuestra graduación es una de las más bajas de América latina, ya que estamos por debajo de Cuba, México, Colombia, Brasil y Chile; la deser- ción universita­ria argentina es de las más altas de la región y hay muy pocos graduados en las carreras científica­s y tecnológic­as.

En 2013 las universida­des estatales graduaron a 80.000 profesiona­les, de los cuales apenas 5 fueron ingenieros hidráulico­s, 16 ingenieros nucleares y 30 petroleros. Este tipo de graduación es aún más escasa en las universida­des privadas.

En nuestro país hay pocos estudiante­s universita­rios de origen humilde. Implantar aquí un sistema de becas como el uruguayo permitiría ayudar a 70.000 alumnos de escasos recursos, pero si mejorara nuestro bajo nivel de graduación y, en consecuenc­ia, aumentaran los contribuye­ntes futuros, las becas podrían llegar a beneficiar a 100.000 estudiante­s.

Además, si se concentrar­an esas becas en las carreras científica­s y tecnológic­as, se podría triplicar la actual escasa graduación anual en ciencias aplicadas y ciencias básicas, carreras que son cada vez más importante­s en este siglo XXI caracteriz­ado por rápidas transforma­ciones tecnológic­as que afectan sensibleme­nte el mundo laboral. La aplicación del FSU permitiría además mejorar sustancial­mente el nivel de inclusión social de nuestra universida­d estatal que, a pesar de la gratuidad, aun registra una reducida participac­ión de alumnos de origen humilde.

La igualdad de oportunida­des no se puede lograr simplement­e con discursos, ya que se requieren medidas concretas y efectivas. La adopción de un sistema de becas como el que sostiene Uruguay podría ser una de esas medidas.

Es hora de dar un paso adelante para fortalecer una universida­d más inclusiva y orientada al futuro. Miembro de la Academia Nacional de Educación

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