LA NACION

La otra cara del caudillo: las lesiones, la guitarra y los amigos del campeón

“Muchos están en el éxito; en situacione­s feas, en las que uno no sale en los diarios, esas personas se alejan”, dice Rodríguez al recordar los tragos amargos; además: la selección, Messi, Florencia...

- Fernando Vergara

Los fantasmas de las lesiones suelen hacer mella en carreras que van en pleno ascenso. En ocasiones, resulta inevitable preguntars­e qué habría sucedido de no haber existido esos impediment­os físicos en futbolista­s que tenían marcada proyección. Ejemplos sobran. Esa sombra se posó varias veces encima de Gonzalo Rodríguez y generó que su relación con el selecciona­do argentino, en pleno crecimient­o en 2006, no tuviera un final soñado.

La calidad y la personalid­ad exhibida por el zaguero hicieron que en varias ocasiones su apellido rondara las mentes de Marcelo Bielsa, José Pekerman y Alfio Basile como candidato a jugar con la camiseta albicelest­e. Pero el 14 de abril de 2006 Gonzalo tuvo uno de sus peores días en una cancha, porque salió del partido entre Villarreal y Barcelona con una rotura del ligamento interno del tobillo izquierdo. Apenas faltaban unas semanas para el mundial de Alemania y se quedaba sin chances de estar en la lista de Pekerman.

¿Se puede extraer algo positivo de esos infortunio­s? A la distancia y alejado de esos problemas, el marcador central reflexiona: “Siempre hay que luchar por todo, hay que disfrutar cada entrenamie­nto porque uno nunca sabe qué puede pasarle. También, disfrutar de la gente que está cerca, porque en el fútbol hay muchos amigos en el éxito; en situacione­s feas, en las que uno no sale en los diarios, esas personas se alejan. Fue duro: todo me sucedió cuando estaba en la selección y con chances de ir al Mundial. Fueron tres lesiones en 14 meses, con roturas de ligamentos que me privaron de ese salto de calidad. No sólo me alejaron de las canchas: también del selecciona­do. Pero no me quejo: fui muy feliz con todo lo que hice y estoy agradecido. Jugué en tres equipos en los que me quisieron mucho, la gente cantaba mi nombre. Hay que aprender a levantarse y seguir, ésa es la cuestión”.

Amante del rock, Rodríguez despunta el vicio con la guitarra cada vez que el tiempo se lo permite. “Un oficinista, cuando termina su horario de trabajo, se va a jugar a la pelota con sus amigos. Lo mío es al revés: cuando no juego al fútbol me voy a tocar la guitarra porque no quiero saber nada más con la pelota. Es un hobby que me relaja. Lo hago con amigos desde muy chico y me divierte. En Italia tenía una banda y tocábamos en varios lugares”, cuenta.

Los 13 años de trayectori­a en Europa le sirvieron a Gonzalo Rodríguez para codearse con los mejores futbolista­s del planeta. Entre Villarreal y Fiorentina acumuló más de 450 partidos (con el Submarino Amarillo logró la Copa Intertoto en 2004). En España tuvo la chance de medirse mano a mano con las dos grandes estrellas de los últimos diez años. “Si digo que marcar a uno es más sencillo que al otro, cometería una falta de respeto. Pero a mí me encanta Leo Messi, es muy determinan­te y con la pelota al pie es muy difícil. Hace cosas imposibles. Cristiano Ronaldo es otro fenómeno, pero es mucho más físico”, opina.

La tarjeta roja de Horacio Elizondo a Zinedine Zidane en la final del Alemania 2006 se recordará por siempre. Pero en 2005 el actual DT de Real Madrid sufrió una expulsión similar como futbolista merengue, con Gonzalo Rodríguez como uno de los protagonis­tas de la escena en el Santiago Bernabéu. “Esa semana fue tremenda, se habló mucho. En una jugada, Raúl venía con la pelota dominada y yo fui muy fuerte con las dos piernas adelante. Él me empujó y se sumó Zidane al embrollo. Zinedine se agarró con un compañero mío y lo echaron. Después terminó cambiando la camiseta con Riquelme”, recuerda.

Tras el paso por España, recaló en 2012 en Florencia, donde fue caudillo, capitán e ídolo. En su último partido los hinchas lo homenajear­on con una bandera: “Gonzalo: ejemplo de compromiso y determinac­ión. Gracias Guerrero”.

–¿Lloraste en la despedida de Fiorentina?

–Sufrí mucho, porque viví cinco años y me pasaron todas cosas buenas. Terminé como capitán y formé mi familia en esa ciudad. Mi mujer, Martina, y mi hijo, Ian, están por venir a vivir en la Argentina. Estaba cómodo en Italia pero también entendí que ya había terminado un ciclo.

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José Jordan / afp “Messi hace cosas imposibles”, asegura Rodríguez, que en Villarreal jugó contra el 10

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