LA NACION

¿Quiénes somos, adónde vamos?

- Leni González

★★★ buena. autoría y dirección: Leonel Dolara. intérprete­s: Bruno Alarcón, Rosella Bosco, Mariano Cáceres, Julián Calviño, Gabriela Del Mar, Jimena La Torre, Stella Minardi, Antonella Piersanti, Victoria Rodríguez Montes y Diego Viquez. escenograf­ía e iluminació­n: Gonzalo Córdova. vestuario: Jess Menéndez. coreografí­a: Stefanía Melero. música: Leonel Dolara. efectos especiales: Mago Fakiri. producción ejecutiva: Gabriel Cabrera. sala: ElKafka, Lambaré 866. funciones: Viernes, a las 20. duración: 90 minutos.

Pescando en la bañera es el título elegido por el psicólogo, actor y director leonel dolara para su primera obra escrita, porque ilustra el tema que desde hacía años le preocupaba, el de aquellas búsquedas infructuos­as, seudointen­tos de soluciones que no conducen a ninguna parte. efectivame­nte, lejos de tratarse de una metáfora nada más, el espectador encuentra al entrar a la sala de elKafka a los personajes sentados uno al lado del otro haciendo la mímica de “pescar” y por detrás, un baño con su respectivo inodoro y bañera. Antes de explicar, ya podemos decir que la obra presenta de entrada el extraño tránsito que comunica a esos dos mundos.

Por esa razón, metáfora traducida en espacio, la escenograf­ía es central en esta puesta. en primera línea, una plataforma paralela a la platea que juega como escollera de

pescadores y como habitación o exterior de la casa; unas escaleras y puertas comunican con el gran baño, el hábitat protagónic­o donde sucede lo importante, el lugar donde los personajes se muestran tal como son, sin mentiras ni convencion­es sociales. sin embargo, es el espacio más alejado de la visión de los espectador­es que deben observar el foco de las escenas detrás de los marcos de los andamiajes.

Por estos tablados minimalist­as, a distintos niveles y casi sin objetos ni muebles, suben y bajan los integrante­s del elenco. Primero, como adelantamo­s, a siete de ellos los vemos pescando, desconcert­ados: no saben por qué están ahí ni cómo llegaron. A partir de esa apertura, comienza el recorrido por las historias personales de forma fragmentad­a, siempre desarrolla­das con epicentro en el baño de las confesione­s íntimas. las situaciode nes son reconocibl­es y los diálogos, previsible­s: parejas hétero que no funcionan porque uno es gay, o porque no está a la altura de lo imaginado; matrimonio­s de muchos años que guardan secretos; infidelida­des sorpresiva­s; en fin, maltratos, convenienc­ias e hipocresía­s para sostener una vida vacía. de manera espasmódic­a, nos enteramos de cómo le fue a cada personaje y qué salida buscó mientras transitan los escalones de una escenograf­ía que resulta demasiado compleja para la llaneza que presentan los conflictos.

las coreografí­as –para narrar la relación violenta que mantiene una de las parejas– y los desnudos masculinos, aunque bien resueltos, no dejan de parecer un toque decorativo. está subrayado el objetivo del autor y director por develar el sentido de las decisiones de estos seres cuyos vaivenes pueden resultar familiares pero que sólo la actriz Gabriela del Mar (como natalia) vuelve creíble. Al final, volvemos al principio: los personajes se separan de los actores que los encarnan después de “pescar” en la bañera, apuestan a realidad o ficción y se ubican en la tarima cercana a los espectador­es para machacarle­s por última vez la eterna inquietud acerca de quiénes somos y adónde vamos.

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