LA NACION

El mandato de ser madre o la vigencia de un clásico lorquiano

Hay en cartel dos versiones tan diferentes como innovadora­s para acercarse a este clásico inmortal de la dramaturgi­a que eleva la figura femenina

- Leni González

la maternidad rompió las cadenas. no depende del matrimonio, ni siquiera de la pareja ocasional; gran parte de los impediment­os físicos y cronológic­os fueron superados y los ideológico­s cedieron ante la diversidad de familias. en esta realidad que no puede taparse con un dedo (ni dos), el deseo inextingui­ble de Yerma permanece arrasadora­mente vigente. el drama de Federico García lorca sobre una joven que no puede cumplir el mandato de ser madre, escrito cuando el mundo de las mujeres era otro, mantiene viva la pasión de lo que no puede resignarse. en un momento caliente de luchas por los derechos femeninos, no es raro que se vuelva una y otra vez a la relectura de una de las tragedias lorquianas (junto con La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre), estrenada por Margarita Xirgu, en 1934 en Madrid, un año y medio antes del inicio de la Guerra Civil española.

Por lo menos hasta fin de agosto, en Buenos Aires se presentan dos puestas: Yerma (hay un niño en la calle),

dirigida por roberto ibáñez, en el Portón de sánchez, y

Yerma, o la cuadratura del círculo, protagoniz­ada y dirigida por julieta Cancelli, en el Cubo. dos montajes con propuestas artísticas diferentes, pero que mantienen casi por completo el texto original.

“está muy viva la obra de Federico. las mujeres continúan sufriendo limitacion­es sociales, la opresión del machismo, los femicidios, las desigualda­des laborales. siguen siendo miradas como objeto y esa oscuridad es lo que vio lorca”, dice el actor, autor y director roberto ibáñez, que eligió subrayar la tensión sexual que atraviesa la obra: “Puse en la superficie lo que lorca deja entre líneas; lo que son sugerencia­s en la versión original lo explicité en la práctica”.

Con silvana Coppini, roberto Caute y el percusioni­sta Pablo Viollaz, entre los 17 integrante­s del elenco, la escenograf­ía de Víctor de Pilla ubica la cama matrimonia­l en el centro, rodeada de enrejados como ventanas o cárceles, desde donde comentan los mirones, pasa la vida de los otros y se contiene lo incontenib­le. “Tanto Yerma como juan representa­n el pensamient­o único, el que sólo puede ser impuesto por la violencia: juan, el marido preocupado por el dinero y el bienestar económico, niega el problema; Yerma no acepta ninguna opción que no sea la maternidad como misión y destino: prefiere llegar a la tragedia antes que romper el mandato social”, dice ibáñez.

Por otro lado, la actriz, directora y bailarina de flamenco julieta Cancelli eligió poner énfasis en lo musical para abordar su Yerma. “Cuando la leí, no dudé de que lorca había escrito un musical. está llena de baile, de fiesta, pensaba con música todo lo que escribía. Pero no toqué el texto para nada, sino que está integrado narrativam­ente con la danza y las canciones. es una combinació­n de teatro clásico con musical”, dice la experta en mujeres lorquianas: durante cinco temporadas realizó el unipersona­l musical Lorca, poeta de tierra, basado en Doña Rosita, Yerma y Mariana Pineda. “Cada vez le encontraba más riquezas, como las capas de la cebolla”, dice la protagonis­ta, a quien acompaña un elenco de nueve actores y bailarines (Fernando Atías, Maximilian­o Trento, Pepa luna, la coreógrafa Anabella Ablanedo, entre otros) y tres músicos en escena: nicolás del Cid, daniel lifschitz y sebastián espeche, el director musical.

las dos Yermas llevan un subtítulo que las distingue: “hay un niño en la calle”, en la versión dirigida por ibáñez, y “o la cuadratura del círculo”, en la de Cancelli. en el primer caso, el director sumó “un agregado secreto”, una nena a la que ningún personaje ve en escena porque “es invisible como los chicos de la calle que esperan una madre”. en la otra puesta, se trata de una teoría matemática que Cancelli aplicó a los personajes opuestos de la obra.

“juan representa un cuadrado y Yerma, un círculo. Yo los veo así, como un problema matemático imposible de resolver. Porque no hay manera de que con las herramient­as conocidas, regla y compás, uno entre en el otro. Fue por eso que pensé que con las herramient­as que les dio la sociedad a estos personajes nunca podrían resolver lo que les pasa. «Por honra y por casta», dicen, y de ese modo están destinados a la tragedia”, explica la directora, para quien la obra trasciende la cuestión de la fertilidad: “Aunque hay cosas que ya no son de esta época, toda esa represión la llevamos en el Adn. el deseo y el orgullo la obligan a seguir. Hoy también, aunque hay cosas «que no cuadran», que no se van a poder lograr, igual insistimos o nos enfermamos si no lo logramos”.

¿Por qué Yerma no escapa a buscar otra vida ? ¿o por qué no se resigna a la que tiene? Con distintas miradas, ambos directores coinciden en la imposibili­dad trágica de escapar al mandato: antes de desviarse, prefiere chocar contra su destino.

Yerma, o la cuadratura del círculo

Dirigida por Julieta Cancelli. El Cubo, Zelaya 3053. Sábados, a las 19.30. $ 300.

Yerma (hay un niño en la calle)

Dirigida por Roberto Ibáñez El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Domingos, a las 20. $ 200.

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