Dos cuerpos sobreentrenados, llevados al límite
El coreógrafo Luis Garay presenta Daimón en el Tacec
desde hace tiempo, la búsqueda expresiva del coreógrafo luis Garay está en permanente estado de reformulación. Hasta el domingo, en el Tacec de la Plata, su nuevo mojón se llama Daimón. Como ya ha sucedido en trabajos suyos, no hay bailarines en ese personal marco arquitectónico del Teatro Argentino. en escena, están Karen Carabajal y Valeria Fontán. Karen es boxeadora. su sueño es convertirse en campeona mundial de peso pluma. Valeria posee el récord argentino de levantamiento de pesas en la categoría 69 kilos. es atleta de crossfit internacional.
junto a esos cuerpos sobreentrenados la búsqueda del talentoso coreógrafo va tras otros horizontes. “Me interesa la meditación, el loop y la acción de un ejercicio que, de a poco, comienza a generar una ficción. Me interesa cómo un cuerpo de este tipo es capaz de generar un universo en sí mismo. en ese recorrido me parecía casi orgánico trabajar con gente cuya profesión es hacer repeticiones de un mismo movimiento para generar una especie de supercuerpo y ponerlo en un contexto diferente. lo deportivo en sí mismo no me interesa. Tampoco hacer un biodrama sobre ellas. una escena en su límite es lo que me inquieta porque es algo vivo, frágil”, reflexiona el creador de obras tan disímiles como Ouroboro, The Divine Comedy o Ciencia y fricción.
Confiesa estar tan enamorado de los bailarines como desenamorado. “A veces tengo la sensación de que la conciencia sobre lo que hacen está al límite del narcisismo. en contraposición, el narcisismo de un físicoculturista me llama más la atención porque es más despreocupado, menos pretencioso”, agrega.
Hay otro aspecto que le llama la atención. Por ejemplo, como en el caso del levantamiento de pesas, el hecho de que todo se defina en cuatro segundos. o los cuerpos de ellas mismas, con su carga erótica y algo del orden de lo viril transforma todo ello no sólo en una experiencia de danza sino en algo que, tal vez, atente contra su propia disciplina de pertenencia.
–¿Estos corrimientos implican algún tipo de crítica al circuito de la danza contemporánea?
–entiendo que sí. Y al tipo de conocimiento que estamos generando en ese circuito. Algo de lo que estaba haciendo me estaba aburriendo. Me cansé de hacer temporada en una sala de Almagro todos los viernes. Cuando inés Katzenstein, del instituto di Tella, me propuso en 2013 hacer algo en el Parque de la Memoria se abrió otra perspectiva. Yo necesitaba producir de otra manera y en otro contexto. Quizás menos montajes, pero no quería seguir ensayando en una sala con espejos.
los espejos, entonces, fueron otros. los espacios, como las ciudades, también se multiplicaron. en ese tránsito se alejó de los espacios teatrales y empezó a hacer la idea de montar propuestas que tienen algo del orden de lo efímero. Claro que aún bajo este parámetro, algunas obras están teniendo larga vida. Under de sí, trabajo que realizó junto al artista visual diego Bianchi, se estrenó también en el Tacec para luego ir a Austria, Polonia o la feria Arco de Madrid. Ahora mismo viene de trabajar en japón.
Hasta el domingo, su lugar en su propio mundo es Daimón. “el título responde a una idea que tiene sobre lo que escapa a lo humano, la idea del oráculo que dictamina tanto la fatalidad como la fortuna, todo aquello que no controlás”, apunta.
Daimón se tendría que haber estrenado hace un mes. Actuaba Valeria, la levantadora de pesas, junto a Maia Chigioni, practicante de taekwondo iTF. Tres días antes del estreno, Maia, ese otro cuerpo sobreentrenado, tuvo un accidente con su bicicleta. nada grave, pero hubo que volver a empezar. “Fue como un karma –apunta–. entendí que lo que estoy haciendo es algo muy chiquito. es así. nunca me había pasado, pero bueno, hubo que acomodarse”.