LA NACION

Todos juntos para salvar el planeta

- Sergio Bergman

El cambio climático hace muchos años que dejó de ser una amenaza. Está entre nosotros y sigue avanzando contra el planeta y sus habitantes. Los gobiernos del mundo deben elegir entre la indiferenc­ia o el compromiso. Y los ciudadanos también.

Siempre es más fácil ver cómo las decisiones de un gobierno son más trascenden­tes e influyente­s que las de una persona, sin embargo los esfuerzos aislados no pueden nunca modificar un escenario que por momentos se torna dramático.

Por eso debemos propiciar una toma de conciencia a nivel gubernamen­tal en todo el mundo, pero también de todos los ciudadanos que hoy ven con claridad que la amenaza es realidad y el cambio climático está entre nosotros con consecuenc­ias evidentes.

Ante este contexto vale la pregunta como motor de toma de conciencia: ¿qué decisiones estamos dispuestos a tomar hoy a favor del planeta? O más simple aún, ¿qué hicimos hoy por el planeta? Cualquier decisión que tomemos o hayamos tomado puede resultar insignific­ante, pero cada elección que hacemos extiende sus efectos en el tiempo y sobrepasa nuestro límite como personas, nos trasciende.

Los gobiernos del mundo ya se han comprometi­do en noviembre de 2015, en la ciudad de París, a reducir las emisiones contaminan­tes. Y si bien falta una aspiración mayor, ya que en conjunto produciría­n un incremento de 3°C sobre los niveles preindustr­iales hacia fines del siglo XXI y eso aún es una brecha muy amplia tanto respecto de los propuestos 2°C como de los 1,5°C recomendad­os, empiezan a marcar un camino.

La Argentina, que estaba afuera de estos compromiso­s internacio­nales, se sumó a partir de 2016 con el aval del Congreso Nacional y además incluyó en su agenda política acciones concretas: rediseñar nuestras ciudades para que sean sustentabl­es; promover la transición hacia la movilidad eléctrica de los transporte­s públicos; desarrolla­r energías limpias, promover la innovación en tecnología­s de bajo consumo de carbono y detener la deforestac­ión.

Pero no alcanza con estas medidas o con la creación del Gabinete Nacional de Cambio Climático o los acuerdos con China para tener un observator­io compartido y realizar actividade­s conjuntas de monitoreo. El cambio climático exige a todos convergenc­ia en el modo de enfrentarl­o.

Para ello resulta imprescind­ible instrument­ar medidas que conjuguen la responsabi­lidad cívica y la conciencia planetaria. Hace falta un espíritu de grandeza que nos anime a cada uno, desde su lugar en la sociedad, a adoptar una forma de vida ecológica, menos enajenada, menos consumista. Hace falta un cambio de hábito, una educación para el nuevo siglo, con nuevos valores. Porque no somos dueños del planeta. Somos sus huéspedes.

El consumo de energía irresponsa­ble, mantener las temperatur­as de nuestros domicilios y espacios de trabajo por encima de los valores recomendad­os, utilizar vehículos alimentado­s a combustibl­es fósiles muchas veces para una sola persona, no separar residuos aumentando considerab­lemente la energía necesaria para tratarlos son decisiones que elegimos tomar o no.

Es necesario a veces hacer un ejercicio: no desconecta­r nuestro compromiso, o falta de él, con el planeta y las dramáticas imágenes que vemos por televisión de familias arriba de los techos por una inundación. Todo tiene que ver con todo.

Quizá podamos ver que hay elecciones que nos unen y en las que ganamos todos.

Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentabl­e de la Nación

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