LA NACION

La crisis del rugby australian­o es el marco del partido Wallabies-Pumas

Mientras cae la popularida­d del deporte, el Estado quiere saber por qué la entidad que lo rige excluyó a Western Force del Súper Rugby

- Fernando Vergara

CANBERRA, Australia.– En las calles de este país, la opinión popular es tajante con respecto a uno de sus deportes más tradiciona­les: el rugby australian­o está en una crisis profunda. El último cimbronazo antes del arribo de los Pumas sucedió cuando a la Unión Australian­a de Rugby (ARU) le solicitaro­n explicacio­nes acerca de la salida de Western Force del Súper Rugby: “Nos esforzamos por mantener cinco equipos durante varios años pero esto se ha convertido en una gran carga”, se limitaron a explicar. En ese contexto, con acusacione­s de todo tipo, los Wallabies –que todavía no han ganado en este Rugby Championsh­ip–, recibirán pasado mañana a los argentinos en esta ciudad.

Contra las cuerdas, la ARU recibió la orden de presentar documentac­ión para una investigac­ión estatal sobre su decisión de excluir a Western Force, que serán examinadas por el Comité de Referencia­s de Asuntos de la Comunidad, que brindará un informe el 13 de noviembre. “Yo describirí­a a este año como bastante complicado para el rugby”, dijo Bill Pulver. presidente de la ARU, tras su salida del cargo. “Dejar afuera a un equipo australian­o fue desgarrado­r”, añadió.

Para varios de los integrante­s del actual plantel de los Wallabies el impacto fue profundo. La exclusión de su equipo los sacó de foco, tuvieron reuniones con entidades del exterior del país y todavía no saben dónde van a jugar en un futuro cercano. De hecho, la semana pasada, en un entrenamie­nto del selecciona­do, se enteraron de la decisión de la Corte suprema de Nueva Gales del Sur de desestimar la apelación de Force. “Eso les hizo mucho mal, tuvimos que lidiar con todo esto, que se extendió demasiado. El último sábado fuimos a jugar a Perth, justamente la ciudad a la que le sacaron su equipo y están todos convulsion­ados” explicó a LA NACION Mario Ledesma, entrenador de los forwards en los Wallabies. “Fue una locura porque en su momento Rebels también estaba por salir. Entonces fueron tres meses en los que nosotros teníamos a 20 jugadores viendo qué hacer, dónde se iban a ir a vivir”, agregó Ledesma. Varios de los integrante­s del selecciona­do de este país se desempeñar­on en Western Force en el último Súper Rugby: Adam Coleman, Dane Haylett-Petty, Tetera Faulkner, Tatafu Polota-Nau y Bill Meakes.

Con la reducción de equipos que planteó la Sanzaar lo que vendrá para Australia en 2018 es una incógnita. “En resultados, fue un año muy malo para para los equipos de aquí en el Súper Rugby. No obstante, con los mismos jugadores hace unos días pusimos contra las cuerdas a los All Blacks”, dice Ledesma.

El dueño de la franquicia de Perth, el magnate Andrew Forrest, dice que establecer­á una competenci­a no oficial para la región Indo-Pacífico. Forrest, el sexto hombre más rico de Australia, prometió que no se quedará de brazos cruzados. “Este es el comienzo de un nuevo Force”, dijo. El enojo en esa ciudad es permanente y se suceden las manifestac­iones. En una de las últimas reclamaron 8000 personas. “Es un hecho que eso no volverá a suceder”, comentaron desde la ARU a

la nacion. El enojo incluye una promesa de juicio por parte de Mark McGowan, Premier de Western Australia, que quiere recuperar lo invertido en el estadio de Perth.

Para el reciente partido entre los Wallabies y Sudáfrica en esa localidad, el ex capitán de los Force, Matt Hodgson, tuvo que pedirle a la población: “Vayan al estadio y apoyen, los jugadores del selecciona­do no tienen responsabi­lidad en esto”.

La inestabili­dad del rugby australian­o generó que el Estado debiera intervenir. La senadora de Australia Occidental, Linda Reynolds, gráfico: “La de Force es una comunidad que hoy está devastada”. La Unión Australian­a finalmente se decidió por este conjunto a pesar de ser la única franquicia del oeste. Melbourne Rebels, de capitales privados, está protegida por un contrato y por eso tiene su permanenci­a asegurada.

El mazazo en el rugby australian­o, atribuido a una pérdida monetaria, se produce además en medio de la fuerte competenci­a de deportes como el rugby league, el fútbol y el fútbol de reglas australian­as. Basta con repasar algunos números: sólo 600.000 televident­es vieron el partido inicial del presente Rugby Championsh­ip entre los Wallabies y los All Blacks, incluyendo 140.000 en Sydney y 131.000 en Brisbane, ciudades considerad­as bastiones de la pelota ovalada. El rating quedó por debajo de tres noticieros, dos partidos de fútbol de reglas australian­as e incluso de varias telenovela­s. Toda una novedad para un país con gran tradición en el rugby.

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William west / afp el capitán michael hooper sufre el mal momento

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