Una compañía de ballet con denominación de origen
El Ballet de San Petersburgo trae un Lago con rigor ruso
en san petersburgo, cerca del teatro mariinsky y casi sobre uno de los canales de “la venecia del Norte”, se erige el teatro ballet ruso, cuya fundación se remonta al despertar de la era postsoviética, en 1990. su cuerpo estable ha adquirido el nombre de la ciudad: ballet de san petersburgo.
A cargo de la dirección de esta compañía está Alexandre manoshkin, ex bailarín del Kirov que compartió la escuela vagánova (hoy Academia) con míkhail baryshnikov, de la misma edad. mientras manoshkin y el grueso de la compañía recorren distintas ciudades de la Argentina (mendoza, san rafael, rosario, bahía blanca) con su versión del emblemático El lago de los
cisnes, antes de presentarse en buenos Aires pasado mañana, en el teatro Gran rex.
“Al principio tratábamos de conservar lo tradicional, sin nuevas ideas”, comenta manoshkin, todavía con un resto del jej lag e impaciente por dormir una siestita antes de intentar una visita al teatro Coliseo para saludar “al amigo misha” [baryshnikov], que está ofreciendo allí hasta el domingo Letter to a Man. Y ante la pregunta de si en ese arranque de 1990 invitaban a bailarines de otras compañías, el director artístico responde con un monosílabo que suena como un latigazo ruso: “Niet”, sólo incorporaban a los recién graduados de la escuela vagánova, pero ahora admiten a bailarines que acumulan experiencia en compañías de otras ciudades.
Le contamos que El lago... fue montado en el Colón hace apenas un par de meses, pero el visitante ruso desecha cualquier preocupación al respecto: “Nosotros mostramos una versión según la escuela rusa más tradicional, sin actualizaciones, sólo con los ajustes que le hizo Konstantin serguéievich en los 90. Y por lo visto debe haber mucho público que sigue interesado y quiere verla de nuevo, porque la demanda de entradas es apabullante”.
No obstante, con el correr del diálogo, despuntan algunas diferencias con la misma concepción de petipa-ivanov que se ofrece en el mariinsky: allí dura cerca de cuatro horas y se divide en tres actos, con dos intervalos; la del ballet de san petersburgo que se verá aquí agrupa todo en poco más de dos horas: dos actos, cada uno dividido en dos escenas, con un intervalo en el que el público puede permanecer en la sala mientras escucha música de tchaikovsky que originalmente integraba la obra, pero que ya no se usan.
A los 70 años, manoshkin es una suerte de patriarca tranquilo, bonachón, y su sencillez trasunta la prescindencia de toda pretensión de estrellato. instigado a contar algo de la vida artística de su juventud en la urss, confía a
LA NACiON que rudolf Nureyev visitaba su casa familiar. “No venía a verme a mí –aclara–, que entonces tenía 13 años, sino a mi hermana mayor, a quien él admiraba”.
La compañía llegó a buenos Aires con 45 integrantes, un staff que a priori parece escaso para las exigencias coreográficas de un acto blanco con más de dos decenas de cisnes. maroshkin lo sabe y reconoce que, hoy por hoy, por razones económicas sería excepcional que una compañía salga en gira mundial con una formación tan numerosa. sin olvidar que ellos, además, transportamos su propia escenografía.