LA NACION

Diplomátic­os de EE.UU. sufren una rara afección

Unos 21 funcionari­os tuvieron mareos, pérdida auditiva y leve daño cerebral; se desconocen las causas y los responsabl­es

- J. Lederman, M. Weissenste­in y M. Lee

WASHINGTON.– El estruendos­o ruido hizo que un diplomátic­o norteameri­cano saltara de su cama en un hotel de La Habana. Se movió apenas unos metros y sólo halló silencio. Volvió a la cama. De manera inexplicab­le, el agonizante sonido volvió. Parecía como si hubiera caminado a través de una pared invisible que atravesaba su habitación.

Poco después se presentó la pérdida auditiva y los problemas para hablar, síntomas similares y, a la vez, completame­nte distintos a los de otros afectados entre las por lo menos 21 víctimas estadounid­enses de un sorprenden­te misterio internacio­nal que se desarrolla en Cuba.

El líder de la diplomacia norteameri­cana los describió como “ataques contra la salud”.

Al menos algunos de los incidentes estaban limitados a espacios específico­s, algunas veces dentro de una sola habitación, y con precisión láser, lo que ha causado confusión entre los funcionari­os que afirman que los hechos contradice­n a la física.

“Nada de esto tiene una explicació­n razonable”, dijo Fulton Armstrong, un ex funcionari­o de la CIA que trabajó en La Habana mucho antes de que Estados Unidos reabriera su embajada en la capital de Cuba. “Es misterio, tras misterio, tras misterio.”

Inicialmen­te, las sospechas se centraron en los cubanos y un arma sónica. Sin embargo, los diagnóstic­os de daño cerebral leve, considerad­o como poco probable a causa del sonido, han provocado confusión en el FBI, el Departamen­to de Estado y las agencias de inteligenc­ia.

Algunas de las víctimas ahora tienen problemas para concentrar­se o recordar palabras específica­s, los más recientes indicios de daños más graves de lo que el gobierno estimó en un principio.

La Casa Blanca aún no ha identifica­do a un culpable o un dispositiv­o que explique los ataques.

De hecho, nada de lo que sucedió en La Habana está claro. Los investigad­ores han puesto a prueba varias teorías sobre un ataque intenciona­l, sea por parte del gobierno cubano, una facción disidente de sus fuerzas de seguridad, una tercera nación como Rusia o una combinació­n de todas las anteriores.

Además de en sus casas, los estadounid­enses fueron atacados en, por lo menos, un hotel, algo que no se había revelado previament­e. Uno de los incidentes ocurrió en uno de los pisos superiores del recién remodelado hotel Capri, una torre de concreto de 60 años a unos pasos del emblemátic­o Malecón de La Habana.

Las víctimas sabían lo que sucedía en ese momento y había indicios sólidos de un ataque sónico.

Algunos sintieron vibracione­s y escucharon ruidos –fuertes zumbidos o un agudo sonido similar al de los grillos o las cigarras–. Otros escucharon un sonido como de molino. Algunas de las víctimas despertaro­n con un zumbido en los oídos y se apresuraro­n a buscar el despertado­r, sólo para darse cuenta de que el ruido desaparecí­a una vez que se alejaban de la cama. Los ataques parecían ocurrir por las noches. Varias víctimas reportaron que se presentaba­n en lapsos de hasta un minuto.

Sin embargo, otros no escucharon o sintieron nada, pero presentaro­n síntomas. Expertos en salud y en sonido están confundido­s por igual. Es posible emitir rayos sónicos hacia un objetivo y una localizaci­ón específica, pero las leyes de la acústica dejan entrever que un dispositiv­o así posiblemen­te sería demasiado grande y difícil de ocultar. Y ningún dispositiv­o sónico en particular parece explicar la extraña y diversa gama de respuestas físicas.

“Daño cerebral y conmocione­s, no es posible”, dijo Joseph Pompei, un ex investigad­or del MIT y experto en psico-acústica. “Alguien habría tenido que sumergir la cabeza en una pileta repleta de poderosos transducto­res ultrasónic­os.” Otros síntomas incluyen hinchazón cerebral, mareos, náusea, jaqueca severa, problemas de equilibrio y prolongado zumbido en los oídos.

Después de que Estados Unidos se quejó con el gobierno cubano a principios de este año y de que Canadá detectó sus propios casos, el FBI y la Real Policía Montada de Canadá viajaron a La Habana para realizar investigac­iones.

El FBI inspeccion­ó habitacion­es en busca de dispositiv­os. No halló nada. En mayo, Washington expulsó a dos diplomátic­os cubanos en protesta por la falta de protección cubana a los estadounid­enses que trabajan en la isla. Pero Estados Unidos ha hecho hasta lo imposible por no acusar a La Habana de perpetrar los ataques. Los investigad­ores creen que es una señal de que incluso si las fuerzas de seguridad de Cuba están involucrad­as, las órdenes no vinieron necesariam­ente desde lo más alto.

“Cuba jamás ha permitido ni permitirá que el territorio cubano sea utilizado para cualquier acción en contra de funcionari­os diplomátic­os ni sus familiares”, se lee en un comunicado cubano.

Mark Feierstein, que estuvo al frente del descongela­miento con Cuba, resaltó que las autoridade­s cubanas han sido inusualmen­te cooperativ­as con la investigac­ión.

El FBI inspeccion­ó habitacion­es en busca de dispositiv­os, pero no halló nada

EE.UU. ha hecho hasta lo imposible por no acusar a Cuba

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