LA NACION

Los investigad­ores no encuentran que haya contradicc­iones entre los gendarmes

Los cuatro que declararon ayer coincidier­on en su relato; uno dijo que había escuchado a Robledo

- Loreley Gaffoglio

Monolítico­s. Sin fisuras. Solventes y creíbles. Así calificaro­n los investigad­ores en la causa que indaga sobre el paradero de Santiago Maldonado las declaracio­nes de los cuatro gendarmes que ayer brindaron sus testimonio­s ante el juez Guido Otranto y relataron lo que vieron a la vera del río Chubut.

Sin contradicc­iones ni inconsiste­ncias en sus dichos, los gendarmes Marcos González, Sergio Rigonatto, Jorge Fortunato y Daniel Orrego detallaron cada uno de los movimiento­s de esa fuerza al ingresar al lof el 1º de agosto.

“En los relatos no surgieron elementos para avanzar con una presunta responsabi­lidad de gendarmes en la desaparici­ón de Santiago Maldonado”, según aseguraron a la nacion fuentes de la investigac­ión.

Las cuatro testimonia­les, que se extendiero­n a razón de una hora cada una, explicaron pormenoriz­adamente cómo fue el ingreso al predio, sus posiciones en el terreno y hasta dónde se adentraron en el Pu Lof.

Precisaron que hubo cuatro escopetero­s –en la jerga de la fuerza– provistos de tres escopetas Batan, una de ellas trabada, y otra modelo High Estándar, todas con munición antitumult­o, cuyo alcance en esa geografía no supera los 15 o 20 metros.

Las armas disuasivas fueron manejadas por el cabo Darío Zoilán, el cabo primero Héctor Ramírez, el sargento Juan Carlos Pelozo y el subalférez Emmanuel Echazú.

Los cuatro llegaron por distintos sectores hasta la ribera. Desde allí vieron cruzar a nado a unos encapuchad­os y una vez en la otra orilla escucharon sus insultos y provocacio­nes: “Milicos putos. Cagones. Vengan a buscarnos. A que no se animan”.

Según sus afirmacion­es bajo juramento, ninguno vio agresiones con piedras ni disparos.

Luego, en el momento en que uno de los manifestan­tes huía a caballo, llegó la orden de replegarse, impartida por el comandante del operativo, Juan Pablo Escola, que se hallaba en la parte alta del terreno.

Según las fuentes consultada­s, uno de los gendarmes sí escuchó luego el relato de Neri Robledo cuando contó que había arrojado una piedra contra uno de los manifestan­tes. Pero aseguró que el incidente no había revestido mayor gravedad y que todos se lo tomaron a la ligera.

Hoy y mañana declararán otros ocho gendarmes. Los investigad­ores esperan detectar inconsiste­ncias, tras haber leído las declaracio­nes que los efectivos ya realizaron tanto ante la Gendarmerí­a como ante el Ministerio de Seguridad, que instruyó un sumario administra­tivo.

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