Los mismos métodos dan iguales resultados
Los neurocientíficos coinciden en que se aprende por repetición. Pero siempre hay excepciones a la regla. Y en este convulsionado escenario de tomas de escuelas porteñas, queda en claro que ni los funcionarios del área educativa ni los alumnos han aprendido mucho.
Las tomas de escuelas públicas porteñas ya son un clásico preprimaveral, especialmente desde que el macrismo se hizo cargo del gobierno de la ciudad, allá por 2007. Aunque los jóvenes que hoy protestan no son los mismos que los de hace 10 años, sí es muy similar la afinidad ideológica de quien protestaba antes y quien lo hace ahora: una coincidencia entre izquierda y kirchnerismo.
También es similar la postura de los funcionarios porteños de turno en el área educativa. Todos han reclamado el cese de las protestas y el regreso a las aulas para entablar diálogos y buscar soluciones. En una década no han logrado desarrollar acciones preventivas como diálogos con los estudiantes por los cambios por venir o darles herramientas eficaces, pero no coercitivas, a los directores para evitar estos reiterados choques que interrumpen el desenvolvimiento anual del intento de aprendizaje en el aula.
Que 2017 sea un año electoral obviamente es un condimento indisimulable para la reacción estudiantil a los eventuales cambios que quieren hacerse en el nivel medio. La desaparición del joven Santiago Maldonado, en el Sur, caldeó más los ánimos de los adolescentes y de los dirigentes políticos opositores al macrismo.
Hace 10 años, el 5 de abril de 2007, en un piquete, el docente neuquino Carlos Fuentealba era asesinado por un policía provincial, y la reacción de docentes y alumnos fue unánime: un día de huelga nacional para rechazar la acción de esa fuerza de seguridad. La tragedia unió brevemente a todo el sector de un modo inédito: hasta los maestros de las escuelas privadas faltaron a sus aulas.
Pero volviendo a la protesta actual, no se puede soslayar que la primera vez que la Ciudad planteó la reformulación de la secundaria para adecuarla a la ley federal de educación fue en 2013. Iba a comenzar como prueba piloto en 2014 y, de forma obligatoria, en 2015. La escueta explicación oficial de entonces derivó en una amplia toma de escuelas. Para esta próxima modificación, cada actor reitera su papel: el poder político da explicaciones en el aire y los alumnos ocupan las aulas. ¿Y si ambas partes intentan algo distinto?