Así se baila la historia reciente de la Argentina
La coreógrafa francesa Mathilde Monnier y el escritor Alan Pauls concibieron una obra sobre los últimos 40 años
La historia de El baile remite a la película del mismo nombre que dirigió ettore scola en 1983. pero básica y decididamente, remite a su matriz: la obra de teatro sin palabras de Jean-Claude penchenat estrenada dos años antes de la versión cinematográfica. Quienes dan cuerpo a esta nueva versión a cargo de doce bailarines que, a su manera, recorren los últimos 40 años del país, son la coreógrafa francesa mathilde monnier –que nada sabía de la Argentina antes de embarcarse en este desafío– y el escritor Alan pauls, que con ella se encargó de la concepción de este espectáculo que se estrenó anoche, en la sala Casacuberta, del teatro san martín.
“en verdad, me angustiaba no conocer nada del país. por eso fue vital la presencia de Alan en todo esto. Yo había leído sus libros Historia del llanto e Historia del dinero y me parecía que era la persona adecuada para sumarse al proyecto”, reconoce ella en un alto del ensayo. A partir de ese momento vinieron varios viajes. en uno de ellos, se realizó el casting. “Ahí me encontré con bailarines mucho más libres que los franceses, menos codificados entre lo que hay que hacer y lo que no. Y asumieron el riesgo con el lógico temor que implica que una extranjera sea la que viene a contar la historia de un país que no conoce. debo reconocer que son muy creativos, muy profesionales y que, en términos generacionalmente, están en tensión con el pasado del país”, apunta antes de la pasada general.
el estreno de ayer fue la primera función aquí, aunque esta versión de El baile, dirigida por monnier, tuvo su premier mundial en junio, en Francia. Luego anduvo de gira y volverá a girar por europa y montevideo, cuando termine su temporada en el san martín. “Ya se hicieron unas doce funciones y el montaje sigue cambiando. estoy seguro de que lo que voy a ver mañana no es lo que vi cuando se estrenó entonces”, reconoce en otro momento el escritor. Y tiene razón. en uno de los últimos ensayos la experimentada coreógrafa siguió buscando otras formas, probando ideas para una escena en la que bailan un tango. Y así, cuentan algunos bailarines de este talentoso grupo, fue todo el proceso.
en el principio, pauls no aportó ni un guión ni un relato sobre las últimas cuatro décadas. “Compartí ideas que imaginé viendo a los bailarines ensayar o producto de algunas charlas que compartí con mathilde. pero para mí, como escritor, todo esto es como cuando traducen un texto mío a un idioma que ignoro por completo con la inevitable pregunta sobre qué pasó en el medio entre aquellas ideas y el resultado –compara–. He escrito guiones para cine, textos para teatro; pero acá fue el colmo porque es otro idioma, uno que no manejo en absoluto. Ahora, al ya conocer la obra, veo como una interpretación salvaje de ciertos núcleos, premisas e ideas que sirvieron para ponernos de acuerdo”.
en ese procedimiento acordaron evitar lo narrativo, lo cronológico y cualquier imagen turística del país. también tomaron distancia de la versión cinematográfica de scola para volver a la obra original y su espíritu experimental. Con su autor, Jean-Claude penchenat, tomaron contacto hace tiempo. en el comienzo, a él la idea de reflotar el proyecto no le interesaba demasiado. Luego, dio el sí aunque un día antes de firmar el permiso volvió a dar marcha atrás. solucionado el tema, la noche de estreno en Francia apareció junto a dos bailarinas que habían formado parte del proyecto escénico original y de la icónica versión cinematográfica. Y, cuenta ella, hubo aplausos, elogios, agradecimientos, emoción.
en El baile lo musical pasó a tener un peso constitutivo. en ese universo aparece un barrido de melodías conformado por clásicos de clásicos escolares, desde la marcha de san Lorenzo hasta un tema de Charly García, pasando por una zamba, un canción de sandro, algunos tangazos y un set dedicado a la cumbia y el reggaeton que esos jóvenes bailarines de una amplia paleta expresiva se apoderan con talento y una frescura contagiosa. están todo el tiempo en escena. se cambian de ropa, bailan, cantan. son el todo. Claro que cada parte de ese todo está compuesta por distintas capas. “La escena de la clase de malambo, por ejemplo, habla también del machismo, del rol del hombre en la sociedad y de cierta violencia”, señala la francesa. en otro momento del ensayo, pauls señala otro aspecto que puede ser tanto complementario como divergente: “encontré en la obra cierta luminosidad. seguramente a partir de lo que le dieron esos bailarines ella detectó una alegría que mí me cuesta encontrar en la Argentina”.