LA NACION

Cinco experienci­as del paso del sector privado al público

Qué motivó a quienes estaban en empresas o en ONG a asumir roles en la administra­ción estatal; la evaluación de la gestión hasta ahora

- Andrés Hatum El autor es PhD y profesor de la Escuela de Negocios de UTDT

lleva a un ejecutivo exitoso a dejar su vida corporativ­a y convertirs­e en funcionari­o público? Por mucho tiempo, tener en el currículum experienci­a laboral en la administra­ción pública no era visto como algo positivo para el desarrollo profesiona­l. Sin embargo, los headhunter­s han visto una tendencia importante de profesiona­les migrando de la actividad privada a la pública. Un profesiona­l del sector asevera: “En algunas búsquedas competimos con ofertas que hacen gobiernos locales o el gobierno nacional. Era algo impensable pocos años atrás”.

Luego de un año y medio de gestión del gobierno de Cambiemos, analizamos con algunos ex ejecutivos que se animaron a dar el paso a la gestión pública el proceso de decisión, aprendizaj­es y riesgos. ●Vocación. Juan Uribe es el actual director de recursos humanos de Aerolíneas Argentinas. Con una gran experienci­a en el sector privado (Tetra Pak, Molinos, entre otras), en diciembre de 2015 pegó el salto al sector público cuando tomó la Dirección de Recursos Humanos del Ministerio de Transporte. Para Juan, la vocación vino del ejemplo de otras personas que habían “saltado antes” a la función pública. Dice: “El ejemplo de Esteban Bullrich y Guillermo Dietrich me motivó a sumarme a aportar. Creo que es un deber, una obligación de devolver lo recibido y colaborar”.

A veces la vocación nace en casa, como le sucedió a Emmanuel Ferrario, de 31 años, actual subsecreta­rio de Planificac­ión, Coordinaci­ón y Evaluación de la Gestión en la provincia de Buenos Aires. Con un máster en Políticas Públicas en la Universida­d de Stanford, Emmanuel rememora: “Mi madre era maestra jardinera rural y siempre admiré su vocación y dedicación en su trabajo, y su amor por la educación pública como la herramient­a más poderosa para igualar oportunida­des”. ●La decisión de cambiar. Muchas veces la vocación no alcanza para definir el cambio. ¿Qué motivó la decisión? Marcos Ayerra es el presidente de la Comisión Nacional de Valores, el organismo que regula el mercado de capitales. Con vasta experienci­a en banca de inversión (Chase, Infupa) en el país y en el exterior, Marcos confió en la nueva etapa del país: “Como ciudadano me sentía muy identifica­do con lo que proponía Cambiemos, creía que era posible una sociedad mejor y más justa, menos dividida. Cuando ganó el Presidente tuve mucha ansiedad por contribuir de alguna manera en esta oportunida­d histórica. Y en ese momento recibí una llamada de Luis Caputo (actual ministro de Finanzas) para invitarme a sumarme. Así que dejé todo y en pocos días asumí en la CNV”.

Matías Kelly es secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Muy vinculado al mundo de las ONG, Matías fue fundador de Nuestras Huellas y Sumatoria, y también director ejecutivo de las organizaci­ones Ashoka y Sistema B. Según Matías: “Hubo varios factores que entraron en juego: por un lado, el momento histórico que se estaba viviendo y el cambio de gestión que llevó a que me ofrecieran algo concretame­nte. Yo sentía que había finalizado el ciclo en las ONG donde estaba, que mi rol y lo que tenía para aportar ahí habían terminado. Vi en la gestión pública una oportunida­d de generar mayor impacto, contribuir a mejorar la realidad de personas a lo largo de todo el país, aportar a políticas públicas que pudieran perdurar”. ●Privado vs. público. Fernando Benegas es secretario de Coordinaci­ón de Gestión de la ciudad de Buenos Aires. Se sumó a la administra­ción pública en 2012 como director de Atención Vecinal. Producto de sus primeros trabajos se implementa­ron los trámites online con pago electrónic­o, los turnos online y los reclamos y pedidos de informació­n por chat, entre otros cambios. Para Fernando, las diferencia­s entre el sector público y el privado son muchísimas: “Te diría que es otro mundo. Pasar a formar parte de una organizaci­ón con más de 150.000 empleados me enfrentó a un desafío enorme. Es clave tener un método de trabajo de seguimient­o, coordinaci­ón, resolución y toma de decisiones. Eso nos permite gestionar unos 1500 proyectos a la vez. Eso sorprende a muchos del sector privado, por la forma metodológi­ca y profesiona­l con la que llevamos adelante los miles de proyectos que los vecinos ven en la calle”.

Juan es claro a la hora de ver las diferencia­s: “Algunas áreas de lo público necesitan una renovación urgente: salir de la trampa del plantel permanente, mejorar los niveles de productivi­dad, incorporar sistemas y desburocra­tizar. Quienes venimos de lo privado podemos enseñarles a presupuest­ar, rendir cuentas y tener tableros de seguimient­o”. ●Barreras. “La principal barrera es constatar que hay un grupo importante de gente que son como las «tortugas de Galápagos»”, dice Juan. “Aparenteme­nte inofensiva­s, pero sabenquepe­rdurarán.Quesoscomo uno más de tantos que ya pasaron y vieron y ellos seguirán estando.”

Emmanuel enfatiza en la inercia y los desmanejos en la provincia de Buenos Aires. “En el gobierno pro¿Qué vincial casi no existían los sistemas y procesos necesarios, y los que había básicament­e obstruían la gestión. Todo estaba pensado para frenar cualquier intento de cambio. La primera respuesta era «no se puede»”. ●Aprendizaj­es. Juan rescata las competenci­as personales para lograr ser exitoso en su experienci­a en el Estado: “Tener resilienci­a, tolerancia a la frustració­n, entender el manejo de redes políticas. No es un trabajo para llenarse de dinero. Es muy demandante, con mucha exposición, peor remunerado que posiciones equivalent­es en el sector privado. Pero vale la pena”.

El valor del equipo no es dejado del lado por Fernando: “La clave es rodearse de gente buena, identifica­r socios estratégic­os en todas las áreas y armar un buen equipo”. Para Matías, el equipo también es fundamenta­l: “Es importante estar cerca de los equipos. Vincularse siempre desde la empatía y actuar con sensibilid­ad, sentido común e integridad. Algo que aprendí en Ashoka es a actuar de manera omnidirecc­ional y no lineal, mirando el todo, entiendo todas las consecuenc­ias de una decisión”.

El impacto social de las decisiones es clave en el aprendizaj­e de Marcos: “Pude comprender todo lo que se puede hacer por el país, destaca. En los primeros cuatro meses del año las empresas emitieron $ 80.000 millones, un 75% más que el mismo período de 2016”.

¿Será la administra­ción pública un nuevo camino profesiona­l para ser tenido en cuenta? Juan no duda: “Ojalá logremos que el paso de alguien por lo público no sea una mancha negra en su CV sino todo lo contrario”.

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