LA NACION

El terror, pasión de multitudes en los cines locales, crecerá todavía más con la llegada de It, el jueves próximo

- Marcelo Stiletano

Annabelle 2: la creación superará hoy el millón de entradas vendidas en los cines argentinos. Una cifra que alcanza y sobra para corroborar en su esplendor un fenómeno afirmado desde hace tiempo en nuestro país: el cine de terror es pasión de multitudes.

sin embargo, la magnitud de estos números puede quedar empequeñec­ida dentro de una semana con otra muestra de la misma tendencia. el próximo jueves llega a las salas locales It (Eso), cuya venta anticipada responde con mucha solidez a las expectativ­as, Desde estas previsione­s y un lanzamient­o de caracterís­ticas excepciona­les, volveremos a decir dentro de siete días con los datos de la taquilla local que no hay recurso más exitoso para llenar las salas de cine que una buena historia cargada de miedos y de sustos.

en la Argentina, el terror está de moda. Y en Hollywood, gracias a una película de terror, dos argentinos están haciendo historia. Ayer por la mañana llegaron a buenos Aires los hermanos Andrés y bárbara muschietti, director y productora, respectiva­mente, de It (Eso), nueva adaptación para la pantalla del clásico de stephen King. Desde hace por lo menos una semana el tema preferido de casi todas las conversaci­ones en Hollywood es lo que está pasando con la película de nuestros compatriot­as.

si todo sigue como hasta ahora, Andy muschietti (así aparece en los créditos) puede convertirs­e en el director de la película de terror más taquillera de toda la historia de Hollywood. Hacerla costó apenas 35 millones de dólares y en una semana (se estrenó en 52 países entre el 7 y el 8 de este mes) ya lleva acumulados en las boleterías de todo el mundo algo más de 247 millones de dólares. La parte más fuerte de esa cosecha correspond­e al mercado estadounid­ense, que sigue respondien­do de manera óptima en este decisivo segundo fin de semana.

no es nada que sorprenda ni a muschietti ni a los ejecutivos de los grandes estudios, quienes tienen frente a sí la segunda comprobaci­ón consecutiv­a de que el cineasta argentino, además de ser un muy hábil narrador de relatos terrorífic­os y sobre todo un excepciona­l director de actores niños y adolescent­es, cumple con un requisito esencial para esa industria: obtener el máximo provecho con el mínimo de recursos. Ya tuvimos la primera prueba de esa lección de eficiencia en 2013, cuando Mamá, el anterior largometra­je de muschietti, llegó a ocupar durante un fin de semana el liderazgo en la taquilla de estados Unidos con más de 100 millones de dólares recaudados para una película que había costado apenas 15.

Detrás de todos los números, los análisis de mercado y las especulaci­ones sobre lo que pueda ocurrir hacia adelante, lo más importante aparece en otro plano. De un lado, la ratificaci­ón del poder de convocator­ia que tiene el cine de terror. Ya no pasa inadvertid­o el hecho de que cada semana aparece en nuestro país una nueva expresión de este género en las listas de estrenos confirmado­s. tal vez sean muy pocos los que estén en condicione­s de lograr una respuesta tan multitudin­aria como la que exhibe Annabelle 2 (fruto, además, de una secuencia iniciada con su título madre, la extraordin­aria El

conjuro, y sus secuelas), pero más allá de sus expresione­s más exitosas, el fenómeno estimula a todos los actores de la industria a mantener constante la oferta de títulos. Hay sostenidas ganas entre el público que va al cine por tomar contacto con ellos.

Como muy bien observa eduardo A. russo en su imprescind­ible

Diccionari­o de cine (paidós, 1998), el cine de terror (o de horror, entendido como sinónimo a partir del uso difundido del término anglosajón

horror film) suscita en el espectador estímulos de tipo estético conectados con el mundo de lo inexplicab­le y “lo sobrenatur­al que acecha a un sujeto que se cree dueño de su razón y capaz de entender la realidad”.

Lo que It (Eso) retoma, con fidelidad absoluta al mundo literario de King, es la invocación a todas las formas y manifestac­iones posibles que tiene el mal. Una amenaza que russo identifica como inexplicab­le y excesiva para la conciencia del espectador y conectada “a una fuente que hace estallar la noción de realidad”.

Las certezas se derrumban, lo sobrenatur­al se invoca y el espectador comienza a pisar a ciegas un terreno nuevo, inesperado, imprevisib­le. el miedo y el pánico ocupan el centro de la conciencia y en circunstan­cias así el espectador experiment­a una mezcla de sensacione­s que van de la atracción al rechazo. Aquí podría estar la explicació­n del poder de convocator­ia que tiene el género, multitudin­ario en sus manifestac­iones más rendidoras. esa experienci­a transforma­dora, a veces catártica, a veces provocador­a, a veces cargada de perturbado­res estímulos, casi siempre inquietant­e, sólo puede ser vivida en plenitud en el marco de una experienci­a colectiva.

es el miedo del público que se encuentra ante una realidad alterada, incierta e inmanejabl­e después de observar el miedo que un personaje de ficción vive en contacto con una experienci­a similar. por eso, el cine de terror puede levantar quizá como ningún otro género la persistenc­ia de su razón de ser dentro de un cine y en compañía de otras personas dispuestas a vivir algo semejante, en vez de hacerlo desde la comodidad del hogar, que ofrece y garantiza otro tipo de protección y seguridad.

por otro lado, ese interés se refuerza a partir de la configurac­ión que el propio género experiment­a en los últimos tiempos. Aparecen otras miradas y nuevas maneras de aproximars­e a estas temáticas, en algunos casos conectadas con temas muy vigentes de la agenda cotidiana. Un lúcido ensayo publicado el 6 de julio último en el diario británico the guardian señala que el cine de terror atraviesa en estos tiempos una serie de alteracion­es alrededor de temas y ejes argumental­es bien establecid­os: el poder de posesión que aparece en fuerzas sobrenatur­ales, viviendas sometidas a todo tipo de conjuro o maldición, el comportami­ento de psicópatas de todo tipo y pelaje, la moda de los zombis y muertos vivos.

Una de las transforma­ciones más llamativas es la incorporac­ión a la matriz del cine de terror de los llamados social thrillers, películas en donde la amenaza a la realidad se expresa a través del manejo terrorífic­o de temas como el abuso de poder y la opresión en todas sus formas. Como el racismo que recorre toda la trama de ¡Huye! (Get

Out), una de las mejores películas de 2017, o la obsesión narcisista que arrastra a los desquiciad­os personajes de ¡Madre!, estreno del jueves 28. también desde aquí se explica la atracción irresistib­le del cine de terror. Annabelle 2 no será la última en convocar un millón de espectador­es en la Argentina.

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