Por Ciudad Perdida, el Machu Picchu colombiano
Decidí recorrer parte del territorio de Colombia, pero no hablaré de Bogotá, tampoco de Cartagena, ni siquiera de Santa Marta…, lugares por donde anduve, porque seguramente en páginas anteriores de este suplemento habrá tentadoras promociones y descripciones de esos bellos lugares.
A Santa Marta sólo la mencionaré como punto de partida hacia Ciudad Perdida, el poblado tayrona oculto entre las selvas de la Sierra Nevada… el Machu Picchu colombiano.
Teyuna, la Ciudad Perdida, fue un importante asentamiento de los indígenas tayronas, que se construyó hacia el año 700 y llegó a albergar más de 3000 personas. Hacia el año 1600 la ciudad quedó abandonada y el bosque se apropió de ella.
Teyuna pasó casi 400 años debajo de una capa de barro y vegetación hasta que en 1975 la descubrieron de forma casual los saqueadores de tumbas.
Lo maravilloso no es sólo verla, sino llegar hasta ella. No hay otra forma de acceder que a pie por senderos abiertos en lo más profundo de la selva. Cruzamos ríos bajo un tórrido sol, bajo aguaceros… por barriales y soportando picaduras de insectos, pero también recibiendo de regalo la vista de alguno de los escenarios más bellos de América del Sur… Amaneceres, cascadas, puentes colgantes, precipicios, selva, poblados de descendientes de los tayrona, donde la vida casi no ha cambiado desde la era precolombina, vistas panorámicas impresionantes. Dormimos en hamacas ubicadas en precarios campamentos.
Después de tres días caminando llegamos al pie de la escalera de 1200 peldaños que da acceso a la ciudad. En medio del silencio de la selva aparece una primera plataforma circular, luego otra, luego muchas más. Una escalinata ceremonial sube hasta la zona más alta, donde estaban los templos y las casas de los sacerdotes y mientras se va ascendiendo se toma conciencia del grado de civilización y de técnicas de ingeniería que llegó a tener este pueblo para construir hace mil años semejantes estructuras.
Como los tayrona construían sus viviendas con materiales vegetales no ha quedado vestigio de ninguna, sólo de las plataformas circulares sobre las que se asentaban, así como la red de caminos, muros y canalizaciones de agua que mantenían la ciudad. En todo el lugar se percibe un ambiente sobrecogedor, tranquilo, mágico. Después de algunas horas y con aviso de huracán acercándose, emprendemos una rápida vuelta a la civilización. Noche en Santa Marta y salida a Riohacha lugar que se encuentra frente al mar Caribe y al lado del desierto. Caminé por las rancherías donde viven los indígenas wayúu y confeccionan sus coloridas mantas y mochilas. Descanso en sus playas, para el próximo día emprender el viaje hacia el punto más septentrional de América del Sur: Punta Gallinas.
Salimos en 4x4 por un camino en medio del desierto hasta llegar a Cabo de la Vela, almuerzo, playas para disfrutar de una hermosa puesta del sol, pasamos la noche en hamacas. Al otro día retornamos el viaje hasta llegar a la enigmática Punta Gallinas con sus espectaculares canales de agua bañando las arenas del desierto. El tercer día nos encuentra recorriendo las Dunas de Taroa, hermosos escenario de arena tan fina que podemos deslizarnos hasta el mar. Vuelta a Riohacha… y rumbo a la fantástica Cartagena de Indias.