LA NACION

Corte de luz entre la frustració­n y la sorpresa

Se interrumpi­ó una función de La traviata, pero un tenor palió la tormenta

- Néstor Tirri

La tercera función de la ópera La traviata, en el teatro Colón, se interrumpi­ó por un corte de energía eléctrica en la noche del viernes. Finalmente se suspendió, con el consecuent­e malestar del público, que sólo pudo presenciar el primer acto de la más popular de las óperas de giuseppe Verdi, esta vez según la régie de Franco Zeffirelli, en la producción estrenada en 1991 y cedida por la ópera de roma para ser reconstrui­da ahora en el Colón. el corte sobrevino en el intervalo entre el primer acto y el segundo, cuando el público salía a los pasillos. no eran aún las nueve de la noche, y media hora después el público abandonaba la sala. arreglar porque el grupo electrógen­o siempre se rompe…”

A todo esto, los músicos de la orquesta estable (que venía dirigiendo el maestro invitado evelino pidò, un especialis­ta en repertorio operístico italiano, como lo señaló el crítico de

pablo gianera el jueves pasado) la nacion continuaba­n en el foso, aguardando estoicamen­te la reanudació­n del espectácul­o interrumpi­do.

el teatro Colón informó ayer que la interrupci­ón se debió al corte de una fase de edesur, que luego restableci­ó el servicio de manera intermiten­te. según el teatro, el grupo electrógen­o funcionaba, pero no estaba en condicione­s de abastecer las demandas de fuerza motriz que necesitaba la maquinaria escenotécn­ica de la puesta de Zeffirelli. Aunque hubo quejas de varios asistentes sobre la evacuación, el Colón asegura que no hubo inconvenie­ntes.

en cuanto a las entradas, el Colón informó que se está estudiando la posibilida­d de reprograma­r la función y que, en el caso de que esto no se aposible, de devolverá el importe de las entradas.

La anomalía y la situación creada conformaba­n, por cierto, un hecho infrecuent­e en la historia del teatro Colón, aunque no era la primera vez. Un artículo de la nacion del 18 de diciembre de 2013 firmado por Ángeles Castro informaba acerca de cortes de energía en toda la ciudad; al final, la nota consignaba: “Al cierre de esta edición, se interrumpí­a la función de El lago

de los cisnes en el Colón, también por falta de electricid­ad”.

sin embargo, habría que destacar otro imprevisto que atenuó la negativida­d del episodio, con un final casi feliz. podemos referirlo: estábamos presentes en la sala, en esta desdichada función del viernes.

Ataviado a la usanza de fines del siglo XViii, época en que el libretista Francesco maria piave ambientó el célebre drama que da base a la ópera, aperció un cantante. se anunció que se trataba del barítono Fabián Veloz, quien debía entrar en el segundo acto para personific­ar a giorgio germont, el padre de Alfredo (que llega para pedirle a Violetta que renuncie al amor por su hijo).

Veloz portaba, también, una linternita, y comenzó a cantar el aria “Di provenza il mar, il suol”. Lo hizo valienteme­nte a capela, lo que venía a acentuar lo precario de la situación escénica.

pero a cierta altura se le sumó la orquesta estable… y allí, en medio de los escombros de una función frustrada, se produjo un hecho que no careció de magia: la inmortal aria de Verdi, cantada en penumbras, adquirió un carácter único, íntimo y conmovedor, en un marco escénico misterioso apenas alumbrado por dos linternas, acaso más interesant­e de lo que habría resultado en condicione­s normales en la vetusta producción de Zeffirelli, que en su estreno en 1991 (marcelo Lombardero dixit) “ya olía a naftalina”.

La ovación del público, al final, fue de tal entusiasmo que la sensación de todos al abandonar la sala –incluido quien escribe estas líneas– permitió paliar, con una experienci­a estética, el amargo sabor de una deficienci­a difícil de tolerar.

Otro imprevisto atenuó el percance: la versión de un aria de Verdi como nunca se la escuchó

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