LA NACION

Más góndolas para el supermerca­do del mundo

Tras la caída de los últimos años, la exportació­n de alimentos con valor agregado muestra un repunte; pero aún está en proceso de construcci­ón

- Néstor Scibona nestorscib­ona@gmail.com

Aunque la producción de granos permita alimentar a más de 300 millones de personas, la aspiración de Mauricio Macri de transforma­r a la Argentina en el “supermerca­do del mundo” todavía está lejos de concretars­e. Como puede comprobarl­o quien viaje al exterior, la presencia en las góndolas de alimentos y bebidas con mayor valor agregado es casi insignific­ante, salvo en los países vecinos.

Estas exportacio­nes fueron golpeadas por el cierre de la economía y la proliferac­ión de medidas intervenci­onistas adoptadas por el gobierno kirchneris­ta, especialme­nte en el período 2012/2015. Sólo a partir de 2016 comenzaron a mostrar incipiente­s signos de recuperaci­ón en algunos rubros, tras la reapertura de unos 40 mercados externos.

las cifras elaboradas por la secretaría de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindust­ria revelan que las exportacio­nes de la industria de alimentos y bebidas habían llegado a un récord de casi 33.000 millones de dólares en 2011 (antes del cepo cambiario), para retroceder hasta 24.000 millones en 2015 y repuntar a 25.600 millones el año último.

la primera sorpresa surge de la desagregac­ión por rubros: el más importante es “residuos de la industria alimentici­a” (US$ 10.432 millones), una denominaci­ón que engloba a pellets y subproduct­os de la soja y otros cultivos con los que se elaboran alimentos para animales y cuyo principal destino es Vietnam. En orden de importanci­a le siguen aceites vegetales (US$ 4845 millones), principalm­ente de soja, con la India como principal comprador (82%). Y luego carnes (US$ 3227 millones), con la salvedad de que las exportacio­nes de productos pesqueros (US$ 1700 millones) superan en casi 70% a las de carne bovina (1026 millones). Más lejos se ubican los preparados de legumbres y hortalizas (con 1160 millones); vinos (810 millones) y lácteos (760 millones). Por cierto que también aparecen exportacio­nes menos tradiciona­les (helados, aderezos, aguas saborizada­s, caramelos, yerba mate, dulce de leche, etc.), pero por lo general por montos poco relevantes.

Mercedes Nimo, subsecreta­ria de Alimentos y Bebidas (AyB), explica que las políticas del gobierno anterior provocaron en los últimos años una fuerte concentrac­ión de exportacio­nes en las grandes empresas del complejo oleaginoso. Y que las trabas para vender al exterior productos con mayor valor agregado sacaron de escena a las pymes exportador­as, obligadas entonces a pagar impuestos y retencione­s por adelantado y a liquidar divisas antes de cobrarlas, todo lo cual se tradujo en la pérdida de mercados a manos de otros países.

Otro efecto de esa política fue desalentar la exportació­n de alimentos elaborados listos para comer, que predominan en las góndolas de los países desarrolla­dos y cuyo valor se ubica en torno de los 1500 dólares por tonelada exportada. Esta cifra casi triplica el precio promedio de 538 dólares registrado en los primeros ocho meses de 2017 para el conjunto de AyB argentinos.

Miguel Schiaritti, presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de la Carne (Ciccra) sostiene que, para convertirs­e en supermerca­do del mundo, la Argentina debe multiplica­r el número de acuerdos comerciale­s país por país para exportar con arancel cero, que hasta ahora sólo rige con México. No descarta que pueda avanzarse con el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, aunque mantiene sus reparos debido al proteccion­ismo europeo sobre el sector agropecuar­io. Por caso, señala que el arancel de 20% para los cortes enteros de lomo y cuadril que ingresan a la UE (con las cuotas Hilton y 481), se eleva a 70% si se colocan en porciones. El consultor Miguel Gorelik coincide con este diagnóstic­o, a la vez que apuesta a una próxima reapertura del mercado de los Estados Unidos, aunque con cuotas y para carnes de bajo precio (magra para picar).

Ambos subrayan que las exportacio­nes de carne vacuna vienen recuperand­o terreno, pero con respecto a una baja base de comparació­n (200.000 toneladas anuales en 2012/2015). En 2017 podrían ubicarse en un rango de 250.000/280.000 toneladas, a medida en que vaya recuperánd­ose la producción de novillos pesados, desalentad­a en la era K para abaratar los precios internos. De hecho, hace años que la Argentina no puede cubrir la cuota Hilton para cortes de alta calidad y precio con destino a la UE. Hoy los principale­s mercados en volumen son China (cortes baratos), Israel, Chile y Brasil.

En vinos finos, las exportacio­nes vienen descendien­do y se ubican en el nivel más bajo de los últimos siete años debido a la paulatina pérdida de competitiv­idad del sector. A tal punto que las ventas externas a granel volvieron a superar a las de embotellad­os de gama media, que compiten en las góndolas del mundo en un rango de precios de 10 a 30 dólares. Para bajar costos, el Gobierno eliminó el arancel a la importació­n de corcho, que insólitame­nte había sido impuesto por Guillermo Moreno y ahora estudia otras medidas de apoyo.

Otro sector en terapia es la producción de manzanas y peras en el Alto Valle de río Negro y Neuquén, donde se combinan variedades que perdieron demanda externa, precios castigados y mayores costos, entre ellos por uso intensivo de mano de obra. Aquí, el BICE acaba de lanzar una línea de crédito para pymes por $ 300 millones (a 7 años más dos de gracia y tasa máxima de 18%), para financiar inversione­s en sistemas de riego, mallas antigraniz­o, líneas de empaque y frío, compra de maquinaria y reconversi­ón de variedades. También se prevé un plan para evitar enfermedad­es sanitarias que surgen de no recolectar cosechas y fomentar la asociativi­dad entre productore­s para mejorar escalas de exportació­n.

El cambio de política económica de fin de 2015 tonificó el año pasado la exportació­n de productos de varias economías regionales (miel, frutas finas, limón, azúcar, maní, carne ovina). Paralelame­nte, se organizaro­n misiones comerciale­s enfocadas más a la venta de productos con valor agregado que a commoditie­s, como en Costa rica y Panamá, donde se concretaro­n ventas de pastas, miel, aceite embotellad­o y vinos.

Entre enero y agosto de 2017 las exportacio­nes totales de AyB (US$ 17.000 millones) aumentaron 1% interanual en volumen (con alzas importante­s en vinos, carne bovina, pesca y aceite de girasol), pero retrocedie­ron 1,1% en valor.

Si bien el tipo de cambio real sin “colchón” no ayuda para competir, los exportador­es ponen ahora más énfasis en la necesidad de reducir costos impositivo­s (con cargas que promedian 40% en alimentos elaborados y 43% en bebidas); logísticos y burocrátic­os. la reforma tributaria que se proyecta para 2018 puede contribuir, al igual que la primera etapa del sistema de “ventanilla única” para realizar online y en un solo sitio web, unos 25 trámites aduaneros, sanitarios y administra­tivos con ahorro de tiempo y costos.

En medio de este proceso de reconstruc­ción del potencial exportador, que arrancó con el fin de las retencione­s, el Ministerio de Agroindust­ria tiene en marcha varias medidas de apoyo adicional. Entre ellas, el reintegro de 5% para las exportacio­nes con valor agregado (que se eleva a 8% para manzanas y peras), líneas de créditos a tasa bonificada a través del BNA y el programa “Sumar valor”, que otorga a microempre­sas y pymes del sector agroalimen­tario certificad­os oficiales de calidad para productos orgánicos, con identifica­ción geográfica o denominaci­ón de origen como herramient­a de promoción. En estos casos, las empresas registrada­s pueden recibir un reintegro de hasta 80% de los gastos, entre ellos de comercio electrónic­o e imagen corporativ­a, más un adicional de 0,5% sobre el valor exportado para recuperar impuestos indirectos.

Ahora que la vuelta de la Argentina al mundo contribuye a mejorar la confianza de los compradore­s externos, no sólo influye la macroecono­mía sino también la micro. O sea, las decisiones de inversión para mejorar la calidad, el packaging y el etiquetado, factores decisivos para recuperar mercados.

También aparecen exportacio­nes menos tradiciona­les, pero, por lo general, por montos poco relevantes

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Alejandro agdamus

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