Lo real e indecible
L a exquisita sensibilidad de la dramaturgia de ivor martinić asume que lo real es indecible. La palabra fracasa en su intento de nombrar lo que pasa. no puede ironizar, no puede explicar el mundo. el texto no organiza un discurso sobre la verdad, muestra su falla, renuncia a cualquier totalización, sus obras no temen dar cuenta de lo frágil. en el teatro que urde el joven croata el logos no busca fascinar ni enrostrar inteligencia, convida la precariedad del estar viviendo. dirá mirjana: “estoy tomando café, estoy viviendo…”. Y allí donde el verbo se sabe una pura convención tiene lugar el cuerpo insatisfecho, tiene lugar la necesidad de buscar otros modos de estar juntos. modos que no descansan en los enunciados en sí mismos ni en lo enunciados que incluso hablan de los enunciados. son obras sencillas, son obras generosas con el actor, con el director y con el público. esta escritura no se impone, no perfora, no penetra, no busca impactar. pido disculpas como director si en algún tramo incurrí en una estridencia. martinić arma una red que aloja en sus vacíos, que recibe, que hospeda. entretanto da voz, sin la intención de cualquier tipo de heroísmo reivindicatorio, a la condición femenina. sus obras están plagadas de voces que no se amordazan en la lógica de un personaje. tal vez porque si el ser del personaje es la construcción que más conocemos, aquí de lo que se trata es de unos que simplemente están.