LA NACION

“Tienen derecho a la verdad”

En la segunda parte de la entrevista con la nacion, el juez reconoce dudas sobre las pruebas aportadas por los mapuches

- Loreley Gaffoglio.

El juez federal de Esquel, Guido Otranto, confía en que la investigac­ión que conduce revelará qué fue lo que sucedió el 1º de agosto, cuando desapareci­ó Santiago Maldonado. En este resumen de la segunda parte de la entrevista con la nacion, el magistrado aseguró que lo desvela dirimir el caso. “Desde mi punto de vista-les dice a los padres del joven desapareci­do hace 47 días-, pueden tener la confianza de que estoy haciendo una investigac­ión seria y objetiva, y que la respuesta de lo que le sucedió a su hijo de mi parte la van a recibir.”

En su casa de Esquel, el juez criticó a los organismos de DD.HH. y les atribuyó un mayor énfasis, desde el inicio de la causa, en calificar como desaparici­ón forzada la ausencia del joven que en colaborar para encontrarl­o. Además, dijo que Sergio Maldonado se cerró siempre en una sola hipótesis como certeza. El magistrado alertó sobre la peligrosid­ad del grupo Resistenci­a Ancestral Mapuche (RAM) y afirmó que descree de que Facundo Jones Huala sea el líder de ese grupo.

–Usted dijo que en el hábeas corpus todas las partes deberían unirse para encontrar a Santiago. ¿Percibe que no se trabaja en esa dirección?

–Creo que hay partes que están más interesada­s en cuestionar la investigac­ión que en colaborar. Lo vi desde el primer momento como estrategia cuando me decían: “Si usted no secuestra ya todos los vehículos, las armas y equipos de comunicaci­ón, se pierde una prueba crucial y cualquier medio de investigac­ión va a ser inefectivo”. Hoy están trabajando sobre eso, pero le restan credibilid­ad a la prueba de ADN.

–¿Usted observó que al inicio hubo mayor énfasis en instalar la desaparici­ón forzada que de buscar a Maldonado?

–Claramente. A mí me llamó la atención lo que sucedió el primer fin de semana: el domingo a la tarde leo una noticia que decía que yo ya había comprobado que Santiago había sido capturado por la Gendarmerí­a. Me interesó aclarar que eso no era así. Al hacerlo, recibí una disconform­idad muy grande por parte de los organismos de DD.HH.: el CELS, APDH, CPM, que son los denunciant­es. También Sergio Maldonado se enojó mucho conmigo. Él está convencido de la verdad de la versión que le da la gente de la comunidad. Yo le recomendé que tuviera su propia versión. No hubo manera. Y ese fin de semana sucedió ese rastrillaj­e que logramos hacer con un perro, que no confirmaba la versión que había dado la comunidad.

–¿La comunidad plantó pruebas?

–Tengo muchas dudas sobre las tres prendas que nos dieron como que eran de él. No se explica que tengan olor a diferentes personas y sobre todo que haya habido olor a esas tres personas el 16 de agosto, cuando ya habían pasado 15 días de la desaparici­ón. El rastro de olor no perdura más de 24 horas. Esas personas, que usaron esa ropa, estuvieron ahí el día anterior.

–La desaparici­ón de Santiago sucedió días antes de las PASO. ¿Considera que podría obedecer a un armado político?

–No la desaparici­ón, que todavía no está clara. Pero la utilizació­n política de este caso fue clarísima. E insisto en un punto: a la comunidad le faltaba uno. Eso hasta ahí me parece verosímil. No diría nunca que la desaparici­ón fue algo armado.

–Creo que eso sí se va a dilucidar, con todos los elementos de prueba que estamos recogiendo. Si eso explica o no la desaparici­ón de Santiago, no lo sé todavía.

–¿Teme que Santiago nunca pueda ser hallado?

–Éste es un río muy complicado. Y ésa es la hipótesis que me parece más verosímil: que no haya podido cruzarlo y que se haya ahogado. Es un río muy complejo.

–La primera vez que ingresó la Prefectura al río Chubut concluyó que allí no podría haberse ahogado Maldonado. Describió el río como un curso tranquilo y de poca profundida­d

–La zona por donde huyó el grupo sí es baja: el agua llega a la cintura. Pero hay otras. Una anterior, más profunda y caudalosa. Igualmente, uno puede cruzar caminando un río y tener un problema. Estas personas cruzaban con boleadoras y con morrales con piedras. No se puede descartar.

–¿Podría haber cruzado por una línea lateral?

–Puede ser que sí, no lo sabemos. A los que vieron cruzar, en línea recta desde la tranquera de ingreso, fueron cuatro de ocho.

–¿Le preguntó a su familia dónde pueden estar los elementos de Santiago, tres celulares, una mochila y una máquina para tatuar?

–No, no le pregunté. La informació­n que nos dio la familia fue el teléfono argentino que él usaba, con el que se comunicó por última vez con su madre el 27 de julio. La familia nos había dicho en un principio que esa última comunicaci­ón había sido el 30 de julio, un día antes de ir al lof. Luego, Sergio nos habló de la existencia del celular chileno, pero dijo que el que utilizaba era el otro. De sus pertenenci­as para tatuar no me dijeron nada. En la audiencia inicial, no nos lo dijo.

–Estuve repasando en estos días la audiencia inicial y Sergio estaba convencido de que se lo había llevado la Gendarmerí­a. Cualquier otro dato le parecía innecesari­o.

–La familia lo recusó. ¿Usted quisiera apartarse de esta causa?

–No. No hay motivo para que yo me aparte y lo dije claramente. Los argumentos que utilizaron para apartarme no son conducente­s. Ellos sostienen que di una orden, dicen que fue la de despejar la ruta e ingresar al territorio, cuando yo nunca hablé de eso. Pero insisto en los problemas que estamos teniendo con esta comunidad desde hace dos años. Es una constante que cada vez que hay un corte de ruta, el Escuadrón 35 de El Bolsón nos llama y nos dice: “Llegamos hasta el lugar, vamos solamente con un móvil y nos arrojan piedras, y nos tenemos que ir”.

–¿Cree que las acciones de RAM se pueden incrementa­r? ¿O con Huala detenido esto se calma?

–No, esto es un asunto muy preocupant­e, que trasciende la figura de Jones Huala. Es mucho más extenso que la comunidad asentada en la Estancia Leleque.

–¿Hay líderes en la sombra de la RAM?

–Yo creo que sí. Dudo de que Jones Huala sea efectivame­nte el líder.

–Si tuviera enfrente a los padres de Santiago, ¿qué les diría?

–Yo les diría que ellos tienen derecho a la verdad. Mi trabajo va a ser ése: darles una explicació­n de qué pasó ese 1º de agosto en el interior de la comunidad. Desde mi punto de vista, pueden tener la confianza de que estoy haciendo una investigac­ión seria, objetiva y de que esa respuesta de mi parte la van a recibir.

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