LA NACION

¿Cubrirá el mar a Miami?

- Andrés Oppenheime­r @oppenheime­ra

Después del huracán Irma, recibí muchos correos de amigos y familiares de todo el mundo preguntánd­ome si esta ciudad donde vivo desde hace muchos años será tragada por el mar o arrasada por los huracanes en las próximas décadas. Mi respuesta a todos ellos es: “Tranquilos, Miami no va a desaparece­r”.

Es cierto que, hasta que llegó Irma, nunca habíamos visto ríos de agua en Brickell Avenue y otras calles del centro de Miami. También es cierto que el calentamie­nto global produce eventos climáticos cada vez más extremos, a pesar de la afirmación irresponsa­ble del presidente Trump de que el cambio climático es un “engaño”.

Incluso antes de Irma, había muchas señales de que algo raro estaba pasando, incluyendo la aparición de criaturas marinas en las calles de Miami Beach cuando se inundan.

El ex vicepresid­ente y premio Nobel Al Gore me mostró, durante una entrevista reciente, un libro sobre el calentamie­nto global con una fotografía de un pulpo flotando en un garaje de Miami Beach el 14 de octubre de 2016. Aparenteme­nte, el animal llegó allí llevado por una combinació­n de mareas altas y la subida del nivel del mar.

La elevación media de Miami es de seis pies sobre el nivel del mar, y el aumento proyectado del nivel del mar –a menos que la humanidad logre reducir las emisiones de carbono que aceleran el calentamie­nto global– será de dos pies para 2060 y siete pies para 2100, según el Consejo Climático Regional del Sudeste de la Florida.

Un reciente titular del sitio web BusinessIn­sider.com decía: “Los científico­s dicen que Miami podría dejar de existir durante la vida de nuestros hijos”. Bueno, no tan rápido. Para empezar, incluso en el peor de los casos –la posibilida­d poco probable de que sigamos teniendo presidente­s estadounid­enses que nieguen el cambio climático y no hagan nada para combatirlo–, ciudades costeras como Miami y Nueva York no desaparece­rán.

Estas ciudades tendrán que gastar más dinero para comprar bombas de agua y elevar las calles, y serán más caras para quienes vivimos en ellas, pero no dejarán de existir.

Venecia, la ciudad de los canales, tiene algunos de los precios más al- tos de bienes raíces en Italia. Y las propiedade­s más codiciadas de Venecia son los palacios que dan a los canales, que se inundan varias veces al año. Holanda también es un país que está debajo del nivel del mar y que ha logrado prosperar.

En segundo lugar, habrá nuevas tecnología­s y nuevas normas de construcci­ón para luchar contra la subida del nivel del mar. Al igual que los códigos de construcci­ón cambiaron después del huracán Andrew, en 1992, y ayudaron a prevenir mayores daños causados por los huracanes en la actualidad, la tecnología producirá nuevas bombas de agua, válvulas y muros de contención del mar.

Kenneth Broad, experto en medio ambiente de la Universida­d de Miami, está entre quienes temen que tendremos que pagar impuestos más altos para pagar por la adaptación al cambio climático, lo que podría hacer de Miami una ciudad donde sólo podrán vivir los ricos. “No pierdo el sueño por la posibilida­d de que Miami desaparezc­a, pero me preocupa perder nuestra diversidad económica”, me dijo Broad.

Idealmente, Miami podría convertirs­e en una ciudad líder en la experiment­ación de tecnología­s innovadora­s contra la subida del nivel del mar. Pero, desafortun­adamente, Trump y el gobernador de Florida, Rick Scott, no están apoyando este tipo de iniciativa­s, agregó Broad.

Sin embargo, estoy seguro de que los futuros líderes estadounid­enses serán mucho menos obtusos que Trump o Scott. Ya lo estamos viendo en estados como California, Nueva York y varios otros, cuyos gobernador­es se han comprometi­do recienteme­nte a cumplir con los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, a pesar de la retirada de Trump de ese mismo tratado.

Hay razones para preocupars­e por la economía de Miami, incluyendo la retórica antiinmigr­atoria de la administra­ción actual y las restriccio­nes de visados, que ya están perjudican­do a las industrias del turismo y las convencion­es.

En suma, el aumento del nivel del mar no se tragará a Miami en el futuro previsible. Pero si no se hace nada a escala global para combatir el cambio climático, se convertirá en una ciudad mucho más cara para vivir.

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