LA NACION

Los fantasmas del pasado

- últiMoS reMorDiMie­ntoS anteS Del olViDo Jazmín Carbonell

★★★ buena. dramaturgi­a: Jean-Luc Lagarce. versión: Alejandro Tantanian. dirección: Matías De Padova. intérprete­s: Juan Manuel Bernal, Marcelino Bonilla, Marina Fantini, Emiliano Pandelo, Marienn Perseo, Giancarlo Scrocco, Gabriela Turano. escenograf­ía y vestuario: Domitille Roche-Michoudet. luces: Fernando Berreta. asistencia de dirección: Laura Kossoy, Gabriel Urbani. sala: Apacheta (Pasco 623). funciones: sábados, a las 20. duración: 60 minutos.

Es menester que el espectador sienta de entrada la frivolidad, cierto aire de modernidad acartonada, de burguesía aplacadora de pasiones para que la obra del francés Jean-Luc Lagarce, el autor contemporá­neo más representa­do en su país, tenga efecto. es que se trata de una pieza con muchos personajes, casi todos de la misma edad, en un mismo espacio, y algunas frases, como “vender esta casa”, pueden arrojar ideas inexactas más bien relacionad­as a dramas familiares sucesorios. La historia central, de la que se desprenden las restantes, se concentra en el vínculo de tres amigos y su relación con un pasado en el que creyeron que muchas cosas serían posibles.

para lograr ese aire de falsedad, la propuesta se apoya en una escenograf­ía bien diseñada y en algunos objetos que rápidament­e ilustran el clima: plantas artificial­es, anteojos de sol, gestos impostados, rígidos, un vestuario a tono y, claro, música bien moderna e impersonal que marca el ritmo de estos seres que parecen haber perdido su espíritu.

Unos paneles separan los diferentes espacios que se encuentran todos juntos, a la vista pero delimitado­s. entonces, por un lado está la cocina, que se ve a través de un velo; por el otro, el living –lo más humano y bohemio de la casa- y el jardín. por allí deambulará­n los siete personajes a los que, de a poco, iremos descubrien­do.

en la prolífica obra de Lagarce, quien murió a los 38 años a causa de HiV, a menudo aparece la idea de una sociedad normativa que atenta muchas veces contra los deseos y anhelos de sus miembros. La historia de un hombre que vuelve a la casa familiar para desatar y hacer resurgir asuntos del pasado es el tema central de su obra cumbre, Tan solo el fin del mundo, sobre la cual se basó la última película de Xavier dolan.

en este caso, algo similar ocurre, aunque el drama se aleja de lo doméstico (alrededor de los tres protagonis­tas se tejen las otras historias, algunas más ligadas a lo familiar) cuando unas visitas reviven remordimie­ntos aplacados.

paul y Hèlene, y los suyos, llegan a la casa en cuestión. allí vive pierre, el distinto, el problemáti­co para una sociedad que prefiere que todos los humanos sean iguales. este hombre (muy bien interpreta­do por emiliano pandelo, al que también se lo puede ver en el rol protagónic­o de la maravillos­a obra para toda la familia El vestido de mamá) se quedó a vivir en esa casa que, en un pasado remoto, fue de ellos tres cuando creían que el mundo podía ser de otra manera.

La actualidad los encuentra con la urgencia que impone la subsistenc­ia. por eso, paul y Hèlene quieren vender esa casa. ese es el puntapié que desatará todos los conflictos y los rencores del pasado.

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