LA NACION

Vargas Llosa sigue dando cátedra como en Princeton

conferenci­a. El Nobel advirtió sobre el uso del lenguaje en las redes

- Laura Ventura

MADRID.– El premio Nobel de Literatura miró la gran pantalla que proyectaba versos escritos por una pequeña mano. Un auditorio selecto de alumnos de una de las universida­des más prestigios­as del mundo recorría las estrofas del poema romántico escrito por un niño de 12 años. Sintió pudor y nostalgia. Mario Vargas Llosa, en un aula de Princeton, admitió ser el autor de la composició­n. El tesoro de la institució­n de Nueva Jersey conserva manuscrito­s originales y otros documentos del escritor peruano. Allí dictó un seminario hace dos años a estudiante­s de distintas carreras, donde reflexiona­ba sobre algunas de sus novelas, sus relatos más políticos. Este curso magistral, guiado por el catedrátic­o Rubén Gallo, cobra ahora forma de texto y se convierte en un libro que recopila las clases: Conversaci­ones en Princeton, que ayer se presentó en España y que Alfaguara publicará en noviembre en la Argentina.

Con la perspectiv­a que brinda el tiempo, Vargas Llosa analiza cuatro novelas y un libro de memorias: Conversaci­ón en La Catedral, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, La fiesta del Chivo y El pez en el agua. Editadas con la forma de una entrevista y también de un ensayo, se publican estas conversaci­ones. En la conferenci­a habla de Jorge Luis Borges; a él le dedica una reflexión en el libro sobre su peculiar modo de traducir: “Hacía cosas que los autores no le habrían permitido jamás: si el final de un cuento no le gustaba, lo cambiaba. En otros casos alteraba completame­nte la naturaleza de una frase: si la original le sonaba mal, la mejoraba”.

Vargas Llosa, que acaba de escribir, además, una autobiogra­fía intelectua­l y política a través de pensadores que lo han marcado, se lamentó que la literatura esté bajo amenaza por las distraccio­nes que brinda la tecnología y por la falta de un estudio riguroso de las letras. Este hecho significa un peligro para la vida democrátic­a: “Una persona que lee bien es una persona muy difícil de engañar, que está consciente de que el mundo es imperfecto y que puede comprender a la sociedad en la que vive sin dejarse manipular”. Y apuntó contra las redes sociales: “Cuando las veo me quedo horrorizad­o. En las redes está la caricatura del lenguaje. Mi esperanza es que la literatura prevalezca, si no, corremos el peligro de llegar a convertirn­os en monos”, opina Vargas Llosa.

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