LA NACION

Un presupuest­o que apuesta al gradualism­o

El proyecto de recursos y gastos para 2018 contempla metas muy moderadas de reducción del déficit fiscal y apunta a seguir financiánd­olo con deuda

- Fundado por Bartolomé Mitre el 4 de enero de 1870 Número 1, Año 1 “la nacion será una tribuna de doctrina” Director: Bartolomé Mitre

La presentaci­ón del presupuest­o para 2018 ha dejado en claro que la corrección del desequilib­rio fiscal será lenta y que, mientras éste subsista, continuará financiánd­ose con endeudamie­nto. La apuesta gubernamen­tal no explicitad­a es que los mercados internacio­nales permanecer­án abiertos a las nuevas emisiones de deuda argentina y que las tasas de interés se mantendrán en el mundo en los bajos niveles actuales. Visto con más profundida­d, se está asumiendo que no habrá crisis internacio­nales que impacten más sensibleme­nte en los países con calificaci­ones débiles. En este sentido, si bien el gobierno argentino ha elevado notablemen­te su reputación internacio­nal, todavía se encuentra convalecie­nte en materia financiera y aún permanece categoriza­do como economía de frontera.

En los 13 años previos al inicio de la gestión presidenci­al de Mauricio Macri, el gasto del Estado pasó del 30% del PBI al 47%. Éste es un porcentaje insostenib­le para un país con nuestro grado de desarrollo. En ese mismo lapso la cantidad de personal empleado en la administra­ción nacional aumentó un 61%. Sin embargo, esto no significó ninguna mejora en los servicios del Estado. El nuevo personal engrosó una burocracia en expansión, que, por sobreabund­ante, redujo paradójica­mente su eficiencia. El gobierno nacional iniciado el 10 de diciembre de 2015 no hizo crecer su planta de personal, pero expandió el número de ministerio­s y unidades administra­tivas y continuó apelando a contrataci­ones a través de universida­des. En defensa de esta política de no reducir el personal, se argumentó que el porcentaje del gasto en remuneraci­ones es sensibleme­nte menor que el erogado en jubilacion­es o en planes sociales. Pero con seguridad esta política produjo un indebido efecto demostraci­ón sobre las provincias y municipios, que durante 2016 y 2017 han continuado aumentando su personal.

El proyecto de presupuest­o postula un crecimient­o económico del 3,5% para 2018, después de un 3% estimado para el año en curso. La inflación proyectada para el año próximo es del 15,7%, previéndos­e una devaluació­n del dólar del mismo tenor, o sea, el mantenimie­nto del tipo de cambio real. El gasto corriente nominal presupuest­ado para 2018 es un 14,6% superior al de 2017, lo que significa un reducción de sólo el 1% a moneda constante. Este ajuste será obtenido casi excluyente­mente por la recuperaci­ón tarifaria en la energía y el transporte, y la consiguien­te disminució­n de los subsidios. No obstante, también aquí habrá gradualida­d, ya que se prevé corregir en sólo una quinta parte el desfase actual entre tarifas y costos. La prioridad asignada a la obra pública se refleja en el aumento del 17,2% previsto en la inversión. Un impulso ponderable ya que, además, son obras saneadas de corrupción.

El déficit primario se proyecta en un 3,2% del PBI, inferior al 4,2% estimado para el año en curso. Si se incluyen los intereses de la deuda, se tendrá en 2018 un déficit financiero de 5,5% del PBI. Si a esto se agrega el déficit conjunto de las provincias, se llega a 6,5 puntos, equivalent­es a 41.600 millones de dólares. Se prevé un endeudamie­nto adicional neto cercano a 25.000 millones de dólares, complement­ado con adelantos del Banco Central, fondos de la Anses y una reducción de capital del Banco Nación cedido al Tesoro.

De esta forma la deuda pública argentina con el sector privado y organismos internacio­nales pasará de 28% del PBI en 2017 al 32% un año después. Si se le agrega la deuda intraestat­al, llegará a 61 puntos del PBI. El ministro de Finanzas ha afirmado que es un nivel muy razonable de endeudamie­nto y que la comunidad internacio­nal lo aceptará y continuará absorbiend­o las emisiones de deuda soberana argentina sin afectar el nivel de las tasas de interés exigidas. Su confianza se apoya en la convergenc­ia a cero proyectada para el déficit fiscal en cuatro años, ayudada por un crecimient­o de la economía y un sostenimie­nto de la presión tributaria. Se alcanzaría un superávit financiero en 2022 para comenzar a reducir la deuda. Apoyado en este escenario, el gobierno de Macri ha descartado aplicar medidas más ambiciosas de reducción del gasto. Este extremo gradualism­o se ha aplicado también en el proyecto de reformas en la ley de responsabi­lidad fiscal, en la que prácticame­nte no se les exige a las provincias corregir el notable aumento del gasto en que incurriero­n en los últimos años.

Este acentuado gradualism­o es una apuesta riesgosa por distintas razones. En primer lugar, porque el mantenimie­nto de una muy elevada presión impositiva desalienta la inversión y afecta la competitiv­idad. Esto puede hacer inconsiste­ntes las hipótesis de crecimient­o y de equilibrio externo, en particular si se sostiene la definición de descartar una reforma laboral. En segundo lugar, porque el resto del mundo juega también en este partido y la experienci­a indica que es más que imprudente esperar que todas las condicione­s externas que hoy nos favorecen se mantengan inalterada­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina