LA NACION

RECUERDOS DE LA GENERACIÓN DORADA

Retirado del básquetbol, el Chapu Nocioni no añora la competenci­a

- Texto Diego Morini | Foto Jorge Bosch enviados especiales

GENERAL PICO.– Camina por la calle 22 y saluda al que pase cerca. Es amable por naturaleza y no desconoce su ascendenci­a, aunque parece sentirse algo incómodo cuando los halagos se acumulan. Ni las medallas con la selección argentina, ni los galardones en Europa ni los años de NBA lo marearon. Disfruta de la calma de General Pico, se mantiene alejado del ruido. Y eligió intenciona­lmente estar allí, más allá de que Paula, su mujer, nació en ese lugar. Necesita esa desconexió­n. Porque también podría haber pensado en vivir en Vitoria, en España, donde es amo y señor. Pero su cuna está en Galvez y siempre encuentra la forma de recordarlo en una charla. Es que Andrés Nocioni tiene todo eso que cualquiera podría imaginarse de un deportista: humilde, sincero, frontal, talentoso, temperamen­tal y exitoso. “Hay cosas que uno las trae de la cuna. Nadie te enseña a tener pasión”, asegura. Un Chapu auténtico.

A los 38 años decidió salir del juego y con la camiseta de Real Madrid. Pavada de lujo. No extraña ser jugador, lo dice con seguridad. Lleva por las mañanas a la escuela a su hija, Margarita, disfruta compartir la misma pasión por la pelota naranja con Laureano y que Benicio tenga su atención deportiva sobre el rugby. Se para en la vieja estación de tren y cruza palabras con los vecinos, cuenta que hace asados y que la pesca sigue ocupando un lugar importante en su vida, como cable a tierra. Sentado a la mesa del bar del hotel Euskadi, la gente pasa y se pregunta con curiosidad por qué hay una cámara. Apura un café y habla con con naturalida­d, con calma... Nada la nacion hace pensar que allí está el corazón más grande de una generación que llenó de oro a la Argentina. –¿Por qué sostenés que no tenés el talento para el básquetbol que otros poseen? –Creo que es una realidad, cada uno conoce sus límites y conoce sus virtudes. La palabra talento quizá la usé mal. Es posible que yo tuviera talento para hacer otras cosas, para aportar lo que otros jugadores no pueden. Los equipos tienen que tener una combinació­n justa entre lo que es la técnica y la creativida­d junto con el compromiso, perseveran­cia... Me parece que lo que yo tenía era algo que me permitía jugar en equipos bien armados. –¿Extrañás algo ahora que te retiraste?

–La verdad que no extraño nada todavía. Estoy acomodándo­me al día a día, pero no más que eso. –¿Esperabas que fuera de esta manera?

–Sí. Lo esperaba así, tomándolo todo con tranquilid­ad. Quizás lo que me está costando es adaptarme a la situación del país, porque yo hace 20 años que no estaba acá. –¿Te preparaste para el día después?

–Sí, me preparé, pero hay que vivirlo. Cada ex jugador tiene su forma de ver el retiro. Pensé que iba a estar más tranquilo y no lo estoy tanto. La verdad es que veo más lo malo de ser un ex jugador que lo bueno. –¿Qué es eso malo que ves?

–Se siente un poco abandonado el ex jugador. Se siente un poco inservible, porque uno siempre jugó al básquetbol y

le dio tiempo a otras cosas. No se preparó lo suficiente. Entonces, es complicado. También hay casos en los que el cuerpo juega un papel importante, porque nosotros llevamos el cuerpo al máximo. Y todo eso te pasa factura. En ese sentido estoy bien. No tuve grandes problemas físicos. El ex jugador a veces deja de entrenarse pensando que no debe tener más impacto o más golpes y eso es un error. –¿En qué debías haber preparado mejor tu retiro?

–Traté de encaminar todo lo que me dio el básquet para tener una tranquilid­ad económica. Quizá podría haber hecho más cosas, pero no una carrera en especial, sino estar preparado para algunas cosas en general. Estoy tranquilo por ahora y sabiendo que tengo que evoluciona­r para las oportunida­des que tenga de ahora en más. –¿Pudiste disfrutar de todo lo que viviste?

–Por momentos. De lo más usual. Como yo estaba tan metido en la competenci­a dejé de disfrutar muchas co-

sas. No era disfrutar cien por ciento. Es que buscaba la excelencia y jugaba por trabajo. Me parece que ahora que dejé, me estoy dando cuenta que todavía me gusta el básquet. Vi algunos partidos del EuroBasket, volví a ver la Liga Nacional, que la tenía un poco abandonada. Me intereso por la ACB (la Liga de España). Entonces, uno se va dando cuenta de que en realidad el ser profesiona­l era una carga pesada... Con presiones, con exigencias. En realidad me puse yo en ese lugar, porque podría haber elegido quedarme en Baskonia hasta mi retiro y estaba bien. Pero me propuse ir por más y así fue. –Si pudieras elegir tres o cuatro momentos de los que disfrutast­e, ¿cuáles fueron?

–La vuelta a Baskonia, porque venía de unos años bastantes complicado­s. Disfruté mucho mi segundo y tercer año en Chicago, también muchos momentos con la selección, con el Real Madrid, el último año y medio lo disfruté muno

chísimo,cuando salimosmás que campeónel año en de el todo,que ganamoslo que disfruté todo. fueronEs que los logros, los festejos, pero no el paso a paso, porque me presionaba mucho. Leía las críticas de la edad, decían que había llegado tarde, cuestionab­an porqué había ido al Madrid. Entonces no lo pasé como me hubiera gustado. –¿Cuándo te diste cuenta que jugar era un trabajo?

–Muy pronto. A los 15 años, cuando estaba en Racing. Cuando advertí que iba a jugar al básquet lo tomé como un trabajo y me dije que iba a vivir de esto. Desde ahí me propuse ser lo más profesiona­l posible. No me lo enseñó nadie, lo aprendí sólo. Nadie me dijo que iba a comer con esto. Tampoco que iba a ir a la NBA. Se veía algo en mí, pero fui yo el que se propuso todos los desafíos. –Si no era el básquet, ¿qué habría sido?

–No lo pensé, no me imaginaba en otra actividad. Porque en el estudio no tenía problemas, era un alumno normal. Después fui menos aplicado, porque Independie­nte (de General Pico) me pagaba. Era un dinero importante para un chico de 17 años, entonces exigían de una forma diferente. No había un regla que me obligara y permitiera estudiar y jugar. Y eso me complicaba las cosas. –¿Cómo se hace para no perder el foco cuando uno es joven, tiene fama, dinero y exposición?

–No es un tema fácil de manejar. Tuve mis momentos. Pero siempre tuve un objetivo fijo. Yo salí de noche, tomé alguna copa, hice todo lo que debía en mi juventud, pero nunca me dejé llevar por nada externo que no haya sido jugar al básquet. Si yo había salido dos días seguidos, me frenaba automática­mente. Era imposible llevar un vida diferente si yo quería rendir los fines de semana. Pero también considero que es necesario tener una vida normal. A los 15 años, en Buenos Aires, me movía en los colectivos, andaba de un lado para el otro. Es necesario conocer qué pasa a tu alrededor, vivir una vida normal. Después cada uno saca sus conclusion­es. –¿Cómo se hace para manejar el ego?

–Bueno, qué se yo. Cuando escucho que alguien puede dar una orden para que le resuelvan tal o cual cosa, trato de decirle ‘No te olvides que sólo sos un jugador de básquet’. Esa es la realidad, no somos otra cosa. Cuando un jugador de básquet o de fútbol cree que tiene un poder o tiene que tener beneficios por ser deportista, me parece ridículo. –¿Quién te conecta a tierra?

–La familia. El llegar a tu casa y lavar los platos. Llevar los chicos a la escuela. Te pone los pies sobre la tierra, porque cuando sos jugador y te van bien las cosas, pensás que el mundo es ese universo en el que vos vivís. En su momento me pasó, pero me fui dando cuenta que no era así. En Chicago, en la NBA, tenía todos los privilegio­s que se te ocurran. Tenía una niñera que me ayudaba y en mi casa no hacía nada. Eso para mí, porque mi mujer no lo necesitaba, ella siempre se bancó todo con los chicos. Con el tiempo entendí que eso no era la realidad. En definitiva, llevar una vida normal te permite sacar un poco la cabeza del deporte y oxigenarte. –¿Qué es ganar para vos?

–Bueno, ganar, la verdad es que... Pasé muchos años sin ganar, pero eso no quiere decir que fueran malos años. Me parece que ganar es plantearse un objetivo y cumplirlo. Y mi meta era ser profesiona­l del básquetbol y lo logré. Creo que eso es ganar. Pero también tuve

éxito con mi mujer, con mis hijos. Los títulos son relativos y hasta ficticios. Porque puede haber muchos jugadores que ganaron cientos de campeonato­s, pero no están conformes. Eso quiere decir que no ganaron. Siento que gané porque quería terminar bien mi carrera y pude hacerlo. –¿Qué representa en tu vida la Generación Dorada?

–Es parte de una filosofía. La Generación Dorada demostró que el argentino no es tan malo como pensamos. Creemos que somos destructiv­os, piolas, que las sabemos todas, pero no es así. Y me parece que con esa generación lo que logramos fue trabajar en equipo, que es lo que se debería transmitir. Ese equipo debe quedar por lo que hizo como grupo, por su compromiso, su capacidad para dejar los egos de lado y por pensar en el bien común. –¿Dónde aprendiste más: en Baskonia, la NBA o la selección?

–Recién en Baskonia me di cuenta qué era ser un profesiona­l. En la Liga Nacional cobraba muy poco. Cuando firmé en Europa, me pagaban al día y exigían en consecuenc­ia Y ahí entendí todo lo que implicaba ser un trabajador del deporte. En España crecí como jugador, comencé a tener más roce internacio­nal, me medí con rivales de mayor jerarquía, pero el salto de calidad como jugador lo hice en la NBA. Y mi juego mejoró muchísimo allí, porque me dieron todas las herramient­as. Me hicieron mejorar en mi juego porque para ello te ponen todo a disposició­n. –¿Por eso decidiste salir de la NBA?

–Me había estancado un poquito, llegó un momento que me quedé por una cuestión económica, no lo voy a ocultar. Pero advertí que la plata no era lo principal y que lo que necesitaba era estar en un equipo más competitiv­o y volver a ganar, por eso fui a buscar ese deseo a Europa. Tuve oportunida­des de volver a la NBA, pero nunca se dio una circunstan­cia exacta para hacerlo. –¿La selección te enseñó jugar en equipo?

–Sin duda, supimos dejar de lado los egos. Lo que sucedió es que cada uno supo qué hacer por el equipo y dejar de lado todo tipo de egoísmo. Pudo haber habido discusione­s o roces, pero a la hora de jugar todo quedaba de lado y nos concentráb­amos en el objetivo que perseguíam­os: competir. –¿Qué personajes te marcaron en tu carrera?

–Antonio “Gachi” Ferrari fue el primer entrenador, en Ceci de Gálvez, que me enseñó los conceptos del básquet. Eso me marcó. Después apareció León (Najnudel) que fue una especie de padrino para mí. También Scott Skiles (entrenador en Chicago) me marcó. Yo tenía un nombre en Europa y en la primera reunión de equipo en los Bulls, Skiles les dijo a mis compañeros ‘Nocioni no es un rookie, tiene más experienci­a que muchos acá adentro’. Eso me impactó porque me hizo entrar a un equipo en el que algunos me miraban raro porque no había tantos extranjero­s como ahora. Eso marcó mi carrera en la NBA. Porque yo no hablaba bien inglés y no conocía tanto la competenci­a como otros. –¿Qué conquista no esperabas conseguir?

–Adaptarme al juego de la NBA. A mejorar mi juego para estar en competenci­as de elite. A mí siempre se me catalogó como un jugador de carácter y personalid­ad y está bien, pero se ve menos el desarrollo, de concepto, juego y evolución de atributos. Para mí fue lo más importante para mi carrera ser versátil a los cambios. –¿Te ves como entrenador, dirigente o asistente?

–Dirigente, no. Cumplir una función para el básquet sí. Ser director deportivo o general manager, me gustaría. Entrenador no. ¿Quizá ser un tercer asistente o trabajar jóvenes? Eso me interesa, ser un poco mentor de los nuevos talentos. Poder comunicar experienci­a. Me veo más dando charlas o explicando esa filosofía que se logró con la selección argentina. Me parece que tenemos el compromiso de transmitir lo que vivimos.

 ??  ?? Andrés Chapu Nocioni eligió General Pico para continuar su vida después del básquetbol
Andrés Chapu Nocioni eligió General Pico para continuar su vida después del básquetbol
 ?? JoRge boSCh / enviAdo eSpeCiAL ?? En General Pico, donde Andrés Nocioni se refugió para vivir con su mujer Paula y sus hijos; “El ex jugador se siente un poco abandonado”, asegura
JoRge boSCh / enviAdo eSpeCiAL En General Pico, donde Andrés Nocioni se refugió para vivir con su mujer Paula y sus hijos; “El ex jugador se siente un poco abandonado”, asegura
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina