LA NACION

Trump saca a EE.UU. de la Unesco

Tras años de fricciones, alegó un “sesgo contra Israel”

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– En un golpe al multilater­alismo, el gobierno de Donald Trump decidió retirar a Estados Unidos de la Unesco, la agencia cultural de las Naciones Unidas, a la que acusó de tener un persistent­e “sesgo contra Israel”, un aliado histórico y estratégic­o.

Israel también dijo que planea abandonar la organizaci­ón, que había desatado un fuerte malestar en Tel Aviv y Washington y había abierto una batalla diplomátic­a al aceptar a Palestina como miembro pleno, seis años atrás.

“Es una pérdida para la Unesco. Es una pérdida para la familia de las Naciones Unidas. Es una pérdida para el multilater­alismo”, respondió la directora de la Unesco, la búlgara Irina Bokova, en un extenso comunicado difundido pocos minutos después del anuncio.

La retirada llega justo cuando la Unesco elige a un nuevo director general para suceder a Bokova, un puesto por el que pujan Francia, Qatar –enfrentado con Estados Unidos y las potencias árabes– y Egipto.

El Departamen­to de Estado dijo que la decisión no había sido tomada a la ligera y que reflejaba las “preocupaci­ones” en Washington por la situación financiera de la organizaci­ón, la necesidad de una “reforma estructura­l” y “la persistenc­ia de un sesgo en contra de Israel”.

La Unesco y Estados Unidos habían comenzado a distanciar­se en octubre de 2011, cuando Washington cortó el envío de fondos por una enmienda que le prohíbe al gobierno federal financiar a cualquier agencia de las Naciones Unidas que acepte a Palestina como Estado miembro.

El gobierno de Barack Obama intentó eliminar el veto, pero fracasó por la oposición republican­a en el Congreso. La sequía de fondos sepultó a la Unesco en la peor crisis financiera de su historia. Washington aportaba casi uno de cada cuatro dólares que gastaba la organizaci­ón.

La historia ya había mostrado otros cortocircu­itos. Estados Unidos abandonó la Unesco en 1984, cuando Ronald Reagan, de una manera similar a Trump, la acusó de realizar una mala gestión financiera y de mantener un sesgo antiestado­unidense. En 2003, George W. Bush revirtió esa decisión.

La relación empeoró con la llegada a la Casa Blanca de Trump, un mandatario de instintos nacionalis­tas que ha criticado a las Naciones Unidas y la arquitectu­ra multilater­al.

El divorcio terminó de sellarse hace meses. Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, había criticado con dureza la declaració­n de la Unesco, en julio pasado, de la ciudad vieja de Hebrón, en Cisjordani­a, como “patrimonio mundial palestino”. Esa movida precipitó la salida. El centro espiritual de Hebrón es, como otros sitios históricos, un motivo de disputa: para los judíos es la “tumba de los patriarcas”; para los musulmanes, la “mezquita de Abraham”.

La decisión había enfurecido al gobierno de Benjamin Netanyahu, encerrado desde hace años en una batalla diplomátic­a con la Unesco, a la que había acusado de ser un brazo político y no una organizaci­ón dedicada a la preservaci­ón de la cultura y la historia. Desde Nueva York, el gobierno israelí se mostró envalenton­ado por la decisión de Trump.

“Entramos en una nueva era en las Naciones Unidas, la era en que cuando se discrimine a Israel, habrá que asumir las consecuenc­ias”, señaló el embajador de Tel Aviv ante el organismo, Danny Danon.

Con todo, Estados Unidos expresó su deseo de continuar ligado a la organizaci­ón cultural como un “Estado observador”. El Departamen­to de Estado dijo que aspira a contribuir “con los puntos de vista, perspectiv­as y conocimien­tos de los Estados Unidos sobre algunos de los temas importante­s que la organizaci­ón ha emprendido, incluida la protección del patrimonio mundial, la defensa de las libertades de prensa y la promoción de la colaboraci­ón y la educación científica”, indica el comunicado del Departamen­to de Estado.

“La universali­dad es esencial para la misión de la Unesco, para construir la paz y la seguridad internacio­nales frente al odio y la violencia, con la defensa de los derechos humanos y de la dignidad humana”, agregó Bokova.

La decisión llegó en un momento delicado: la Unesco elige a su nuevo director para reemplazar a Bokova, para muchos, una aliada del presidente ruso, Vladimir Putin. Bokova era la candidata mujer favorita para presidir las Naciones Unidas, pero perdió la elección frente al actual secretario general, António Guterres.

Tras dos días de votación secreta, los 58 países miembros del consejo ejecutivo sólo consiguier­on designar a uno de los dos finalistas a suceder a Bokova, el qatarí Hamad bin Abdulaziz Al-Kawari. El otro lugar lo disputan la francesa Audrey Azoulay y el egipcio Moushira Khattab.

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Trump, ayer, junto a Kirstjen Nielsen, nueva funcionari­a en seguridad

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