LA NACION

La fiesta del 12 de Octubre envía una fuerte señal de unidad política

Tanto en Madrid como en Barcelona, el Día de la Hispanidad fue la plataforma de un poderoso mensaje de cohesión de la dirigencia política; los antisistem­a, ausentes

- Silvia Pisani

MADRID.– Hasta el almanaque tomó partido. Como pocas veces en los últimos años, la tradiciona­l fiesta del 12 de Octubre derivó aquí y en Barcelona en una poderosa señal de unidad del arco político y de “sentimient­o de orgullo por ser español” en pleno desafío de la crisis catalana.

El rey Felipe fue uno de los que capitaliza­ron la ocasión, al recibir una fuerte ovación tanto a la llegada como al retirarse del tradiciona­l desfile. Fue su primera aparición pública tras el discurso de hace poco más de una semana, en el que defendió “la unidad de España y su Constituci­ón”.

En un portazo a todo diálogo con los independen­tistas catalanes, pidió a las institucio­nes que “intervenga­n” para poner fin a la “inadmisibl­e deslealtad” del gobierno regional de Carles Puigdemont, al que acusó de “dividir a la sociedad catalana”.

Los desfiles del 12 de Octubre suelen ser un termómetro del ánimo social. En el pasado reciente fueron ocasión de abucheos memorables tanto contra el ex rey Juan Carlos como contra el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero o el actual, Mariano Rajoy.

Nada de eso se escuchó ayer. Lo que hubo fue una ciudad embanderad­a con la insignia española; un generaliza­do sentimient­o de apoyo a la unidad del país y fastidio por el ánimo rupturista del gobierno catalán.

La fiesta sí fue empañada por el fallecimie­nto de uno de los pilotos de uno de los aviones de combate que participó en la parada. El otro dato llamativo fue la nutrida celebració­n del Día de la Hispanidad en el corazón de Barcelona. De acuerdo con datos oficiales, asistieron cerca de 65.000 personas, lo que significa 13 veces más que el año anterior.

Hubo cánticos contra el independen­tismo y el secesionis­mo que impulsa Puigdemont, en los que el ingenio popular reflejó lo poco que le cree al presidente autonómico y las dudas sobre sus intencione­s. “España no nos roba, el dinero está en Andorra”, fue el más repetido.

En pocas palabras, derribaba el mito independen­tista de que Madrid esquilma a Cataluña y, al mismo tiempo, ponía la mira en la corrupción de las figuras políticas del nacionalis­mo catalán.

Inés Arrimadas, una de las figuras en ascenso del partido centristaC­iudadanos,fueuna de las figuras más aplaudidas en la celebració­n. Su discurso del martes, en la confusa sesión en la que se teatralizó una independen­cia descafeina­da, fue de los más celebrados, como el de ayer.

El desfile militar en Madrid tuvo un momento tenso al paso de efectivos de la Policía Nacional, cuya violenta represión durante el fallido referéndum catalán del 1° de octubre le valió silbidos y abucheos. Eso es algo que no se olvida.

Todo lo demás fueron aplausos, banderas y expresione­s de orgullo por el “progreso de España”. Hubo fuertes muestras de unidad.

Se vio conversar a Rajoy y al líder de la oposición socialista, Pedro Sánchez.

Pablo Iglesias, del antisistem­a Podemos, optó por no ir. TampocoPui­gdemont.Dehaber aparecido, hubiese sido, sin duda, la noticia del año.

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Adrián quiroga Más de 65.000 catalanes festejaron ayer en Barcelona el Día de la Hispanidad

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