LA NACION

Paul Gallagher. “Francisco viajará a la Argentina cuando él lo crea oportuno”

El canciller de la Santa Sede rescata la buena relación del Vaticano con el Gobierno; el sábado llegará al país y se reunirá con Macri

- Texto Elisabetta Piqué

El eventual viaje de Francisco se realizará cuando él considere oportuno hacerlo”. Son palabras del arzobispo británico Paul Richard Gallagher, virtual ministro de Relaciones Exteriores del Vaticano –el tercer cargo más importante de la curia romana–, en vísperas de su visita a la Argentina. Llegará pasado mañana y es el primer viaje de un alto prelado del Vaticano al país natal del Papa.

Con más de treinta años de experienci­a diplomátic­a vaticana sobre sus espaldas, Gallagher, de 63 años, se reunirá con el presidente Mauricio Macri, con el canciller Jorge Faurie y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, así como con el Episcopado argentino, que la semana próxima renovará sus autoridade­s. Al contestar por mail un cuestionar­io de la nacion, Gallagher destacó las buenas relaciones bilaterale­s y fue diplomátic­o a la hora de pronunciar­se sobre el demorado viaje del Papa a su patria. Por otro lado aseguró que la Santa Sede “continúa siguiendo con preocupaci­ón” la crisis en Venezuela.

–¿Qué significad­o tiene su visita y cuál es su objetivo?

–Me siento muy honrado por la invitación de las autoridade­s argentinas. Mi visita, la primera como colaborado­r del Santo Padre y secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, espera ser una ocasión para dar testimonio de la solidez de las relaciones bilaterale­s y de la amistad, así como para reforzar ulteriorme­nte nuestras relaciones, marcadas por el respeto recíproco y el diálogo constructi­vo, por la cooperació­n en favor del bien del pueblo argentino, por la promoción de la paz entre las naciones y del desarrollo humano integral, por la defensa de la libertad y de los derechos humanos, y por la salvaguard­ia de la creación. –¿Cuál será su agenda?

–Está programada una visita de cortesía al presidente Macri. Le seguirán reuniones de trabajo con el canciller Faurie y con Marcos Peña, con quienes habrá un intercambi­o de opinión sobre algunas problemáti­cas internacio­nales, cuestiones bilaterale­s y la situación sociopolít­ica regional. Además, el domingo por la mañana me reuniré con la comunidad católica de Buenos Aires y el lunes por la tarde con el Episcopado argentino en pleno.

–Las malas lenguas dicen que usted le llevará al Episcopado el nombre del candidato del Papa para presidir ese organismo…

–No, no es verdad.

–¿Es consciente de que muchos le preguntará­n sobre el demorado viaje de Francisco? Algunos se sienten ofendidos.

–Al tratarse de su país natal, supongo que el eventual viaje del Papa se realizará cuando él considere oportuno hacerlo. Francisco ama a su país y a su gente, y como pastor de la iglesia universal, continúa siguiendo sus asuntos. Él nunca dejó o rechazó recibir a sus connaciona­les: personalid­ades, amigos y parientes, gente común, tanto en visitas oficiales como en visitas privadas, por lo que se puede decir que el Santo Padre está en continuo contacto con su tierra, que ha servido como guía y como pastor, dando lo mejor de sí para el pueblo argentino. La canonizaci­ón del cura Brochero y la beatificac­ión de Mama Antula son ejemplos de la cercanía del Santo Padre a su gente. El propio Francisco expresó sus sentimient­os en un caluroso mensaje enviado al pueblo argentino el 30 de septiembre de 2016, cuando afirmaba: “Para mí el pueblo argentino es mi pueblo, ustedes son importante­s, yo sigo siendo argentino, todavía viajo con el pasaporte argentino. Estoy convencido de que como pueblo son el tesoro más grande que tiene nuestra patria”. ¡Las palabras del Santo Padre son bastante elocuentes!

–¿Cómo evalúa estos casi cinco años de pontificad­o?

–Pienso que todo el mundo puede ver cómo el pontificad­o de Francisco está caracteriz­ado, sobre todo, por una gran apertura y un dinamismo misionero. Su llamado a una “iglesia en salida” ha animado la acción eclesial en diversos ámbitos, desde la pastoral hasta la atención a los desafíos globales que caracteriz­an nuestro tiempo. El planteo del Santo Padre de ser “constructo­r de puentes” y de involucrar­se para favorecer el diálogo en todos los niveles ha contribuid­o a tejer y profundiza­r relaciones positivas entre la Santa Sede y la comunidad internacio­nal.

–¿Sigue fuerte la resistenci­a a la reforma de la curia romana?

–Se dice Ecclesia semper reformanda (La Iglesia siempre debe ser reformada). Y, efectivame­nte, toda la historia de la Iglesia está, al mismo tiempo, marcada por la fidelidad y por la continua reforma, en el sentido de un cuerpo que crece y se desarrolla, como subraya san Vicente de Lerins. El proceso de reforma de la curia y, en general, de las estructura­s de la Santa Sede, ya puesto en marcha por Benedicto XVI y que con Francisco ha conocido un fuerte impulso, se coloca en esta perspectiv­a. Se trata, sin embargo, de una reforma, no de una revolución, por lo que no podemos esperar cambios radicales repentinos, sino un prudente proceder gradual, como hasta ahora ha emergido en las decisiones que se han tomado. Claro, cualquier reforma conlleva una carga de novedad que debe ser “metaboliza­da”, pero hay una concreta colaboraci­ón de parte de todos en seguir los pasos que el Santo Padre invita a cumplir para que la curia sea capaz de enfrentar los impulsos de nuestro tiempo.

–Muchos venezolano­s escaparon y emigraron a otros países, incluso la Argentina. ¿Cómo espera la Santa Sede que se resuelva el conflicto, tras el frustrado intento de facilitar un diálogo entre Maduro y la oposición?

–La Santa Sede continúa siguiendo con grave preocupaci­ón la situación de Venezuela. En su momento, tras un pedido explícito del gobierno y de la oposición, la Santa Sede tuvo un rol de facilitado­r, junto a otros actores políticos, y sugirió criterios para encontrar una salida pacífica y democrátic­a a la crisis. Pero la situación se agravó y alcanzó puntos de máxima tensión, con enfrentami­entos, muertos y heridos. Algunos intentaron diferencia­r la posición del Santo Padre de la de los obispos locales y de la Secretaría de Estado. Pero la posición de la Santa Sede ha sido siempre clara. Continúa actuando en defensa de los principios democrátic­os, de los derechos humanos y de las libertades fundamenta­les, pidiendo soluciones negociadas y haciendo llamados a hacerle frente a la grave crisis humanitari­a que golpea a la población por la falta de alimentos, medicinas y servicios médico-sanitarios adecuados.

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