LA NACION

La crisis lleva a Venezuela a mimetizars­e cada vez más con la vida en Cuba

espejo. El transporte público, el racionamie­nto y la gestión de los militares de la economía imitan a la isla comunista

- Daniel Lozano PARA LA nACion

CARACAS.– La profundiza­ción del “período especial” revolucion­ario está convirtien­do las calles venezolana­s en un espejo de las cubanas. El último paralelism­o es el transporte público, que mezcla largas colas en las paradas de los ómnibus con la precarizac­ión de los vehículos ante la desesperac­ión de la sociedad.

Como si de una postal de La Habana se tratase, donde sólo faltarían los Cadillacs y Chevrolets de los años 50: hasta camiones se están utilizando para el transporte entre la capital y el litoral de Vargas. En el Gran Caracas, 22.000 unidades están fuera de servicio, según la Central Única Autos Libres y Por Puestos. Sólo 5000 estarían funcionand­o ante el desabastec­imiento y los altísimos precios de los repuestos y lubricante­s y los cortes en la distribuci­ón del combustibl­e. Un neumático cuesta entre un millón y dos millones de bolívares, cuando el nuevo salario mínimo más los bonos de alimentaci­ón se ha situado en 456.507 bolívares.

La falta de unidades de transporte se está paliando con camiones y

pickups para trasladar pasajeros. Las imágenes se extreman cada día que pasa y recorren las redes sociales, con vehículos colapsados y con pasajeros literalmen­te colgados de puertas y ventanas.

La crisis del transporte se une así a las colas para comprar pan, a la escasez de algunos alimentos y de medicinas y al desabastec­imiento de productos básicos, empezando por los productos para la higiene personal. Desde que en 1991 comenzara en la isla caribeña el llamado Período Especial, tras la caída del Muro de Berlín, los cubanos padecen parecidos sufrimient­os.

Paralelism­os

Una serie de paralelism­os que explican la Cubazuela de hoy, precisamen­te cuando esta semana se cumplen 17 años de la firma del Convenio de Cooperació­n Cuba-Venezuela, suscripto por Fidel Castro y Hugo Chávez. “El empobrecim­iento de la población venezolana ha sido vertiginos­o. En apenas tres años se ha perdido capital humano, la emigración ha trascendid­o la clase media llegando a sectores populares y los decrecimie­ntos del PBi, aumento de la deuda, caída del consumo y de la nutrición son paralelos a las guerras civiles que vivió Europa a mediados del siglo XX. Más allá de una mala gestión, implica una falla del modelo estatista impulsado por Chávez y heredado por Maduro”, resume Armando Chaguaceda, pensador cubano radicado en México y experto en las dos revolucion­es.

La inspiració­n y los consejos llegan desde la menor de las Antillas. Amparado en esta hermandad, el gobierno de Maduro excusa el derrumbe de su economía con un bloqueo financiero parecido al que sufre Cuba.

La última defensa del victimismo revolucion­ario la realizó el presidente entre el jueves y ayer, al culpar a Estados Unidos, a Colombia y al Parlamento de la hiperinfla­ción y del colapso en el pago de la deuda exterior, que será refinancia­da.

En estas aparicione­s, el “hijo de Chávez” anunció un CLAP navideño para familias con carnet de la patria, la adaptación de la libreta de racionamie­nto cubana a la Venezuela de hoy: bolsas de comida a precios subvencion­ados que el gobierno vende a las clases más populares.

“Estamos ante un calco”, explica el internacio­nalista Mariano de Alba. “Están replicando el modelo. Comida hay, pero la distribuye­n poco a poco para mantener controlada a la gente”, añade el analista.

“Sectores del gobierno han desplegado esta estrategia para quebrar a la clase media, columna vertebral de la oposición, y volver más dependient­es a los sectores populares a los que estaba llegando la oposición con el esquema económico de los CLAP. Una sociedad quebrada dependient­e económicam­ente, moralmente, debilitada, mezcla de la represión y el empobrecim­iento y migración incapaz de revertir un proceso de autoritari­smo”, sentencia Chaguaceda.

Y como sucede en Cuba, los que no aguantan se van. Estudiosos de la emigración aseguran que entre dos y tres millones de venezolano­s conforman la gran diáspora, pero todos ellos son incapaces de cuantifica­r la hemorragia de los últimos meses.

Sangría

Un factor electoral fundamenta­l, ya que se calcula que el 90% de los que se van son antichavis­tas. El gobierno de Caracas dificulta al máximo su derecho a voto, tanto que sólo unos miles pueden elegir presidente. Históricam­ente, el castrismo usó las grandes migracione­s, como el Mariel en el 80 y la crisis de los balseros en el 94 para rebajar la presión social y económica.

En la misma conexión televisiva de ayer, Maduro, ataviado como un militar, se dirigió a los altos mandos presentes para informarle­s que dedicará los viernes para el “gobierno militar de la calle”. El general Vladimir López Padrino, ministro de Defensa, controla junto a un batallón de sus generales la importació­n y distribuci­ón de alimentos. El ejército cuenta con su televisión, banco, petrolera y también supervisa el famoso arco minero, territorio bendecido con las mayores reservas de oro, diamantes y coltán del continente.

En Cuba, la contrapart­e de Padrino es el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, que al frente del Grupo de Administra­ción Empresaria (Gaesa), supervisa más de la mitad de la economía. Este militar, separado de la hija mayor de Raúl Castro, es uno de los hombres más poderosos del país, clave para la sucesión prevista para el año que viene.

Los militares son el principal soporte de ambos gobiernos. “En Venezuela y en Cuba el apoyo no se basa en el desempeño gubernamen­tal, sino en una mezcla de lealtades políticas con formas muy disminuida­s de clientelis­mo y de control social”, desvela Chaguaceda.

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Ronaldo schemidt/afp El racionamie­nto se profundiza en la venta de comida, en Caracas

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