Empresarios, ante el desafío de adaptarse a la lógica macrista
El BCRA y los industriales polemizaron por las tasas de los préstamos al sector; Sturzenegger pidió que las subas salariales no superen el 12% en 2018
Los festejos empresariales por el fin del populismo, esa espina que el establishment cree haberse sacado después del triunfo en las elecciones, empezaron a apaciguarse esta semana, con la presentación del proyecto de reforma impositiva. No porque los hombres de negocios no coincidan en líneas generales con el proyecto, que en muchos casos juzgan propenso a la inversión, sino que se sienten frente a una nueva etapa: con la derrota de Cristina Kirchner se terminó un tiempo político y empieza otro en el que se discutirá algo menos elemental, que es la rentabilidad.
Esos trazos empezaron a insinuarse el martes, con la visita del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, a la sede de la Unión Industrial Argentina, donde volvió a ponerse sobre la mesa lo que Macri había planteado un día antes en su discurso en el CCK: cuánto es lo que cada sector, en este caso los empresarios, está dispuesto a aportar para la competitividad de la economía y, en algún caso concreto, a ceder en pos de ese objetivo.
Sturzenegger, que fue acompañado por los directores Lucas Llach y Demián Reidel, habló del mismo modo en que lo hace siempre, lógica que todo el macrismo parece haber inaugurado después del triunfo electoral: sin esmero por ser políticamente correcto. Esa postura quedó clara cuando se adentró en los préstamos que los bancos les dan a las empresas a tasas bajas, un mecanismo que creó el kirchnerismo y que en la UIA llaman “créditos a la producción”. El jefe del Central los rebautizó en ese almuerzo como “crédito subsidiado”, algo que incomodó a los anfitriones, que hicieron silencio.
Miguel Acevedo, que presidía la reunión, y otros presentes como el azucarero Roberto Arano, el fabricante de calzado Alberto Sellaro o José Urtubey, de Celulosa Argentina, plantearon que ese financiamiento, que representan un 18% de los depósitos de los bancos, era en este momento la única opción razonable que tiene el sector manufacturero para fondearse. Pero Sturzenegger cree casi lo contrario: que esa línea a pérdida lleva a los bancos a recuperar rentabilidad en otros productos. Conclusión del funcionario: atenta contra la baja de tasas y la oferta de créditos. Condecir, clusión de los industriales: se viene el fin de ese instrumento.
El encuentro incluyó una presentación de Diego Coatz, economista jefe de la entidad fabril, que expuso la incidencia de las tasas, otro de los desvelos industriales. La posición de Sturzenegger volvió a ser que el manejo de las tasas no estaba aislado, sino que debía ser considerado junto con otras variables, como el tipo de cambio y la evolución de los salarios. Fue entonces cuando les dejó un mensaje que los empresarios han escuchado otras veces en la Jefatura de Gabinete: es imposible quebrar lo que la Casa Rosada llama “inercia inflacionaria” si los empresarios convalidan paritarias extravagantes. O en realidad, sí: subiendo más la tasa y, por lo tanto, generando un costo alto para la producción.
Para el jefe del Banco Central, el umbral de esos aumentos no debería exceder el 12% para el año próximo. “Si nos quedamos en ese nivel tenemos más posibilidades de relajar la tasa y, por lo tanto, se alivia el tipo de cambio”, transmitió. Pero los industriales no están tan convencidos de que esas atribuciones dependan de su propia voluntad. Además de los gremios, suelen esas negociaciones quedan planteadas bien temprano, desde el verano, con los aumentos a los docentes. “Es imposible dar un 12% si los docentes recibieron en enero un 19%”, se oyó tras el almuerzo, donde se incluyó en esa lista a los próximos aumentos de tarifas.
Cristiano Rattazzi, dueño de FCA, aprovechó los lineamientos de la reforma tributaria que acababa de escucharle a Acevedo, que venía de encontrarse con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y dobló la apuesta del jefe del Central: si es cierto que va a haber beneficios para los trabajadores porque van a bajar las contribuciones y la meta inflacionaria no supera el 10%, la paritaria no debería superar el 2%. El argumento no convenció al resto de la mesa, acostumbrada a mirar primero qué es lo que hace el sector público.
La discusión vuelve a ser la misma. Quién hace el ajuste, quién toma las decisiones y qué determina el crecimiento. Macri viene desde el lunes machacando con que el país despegará de la mano de su sector privado. Para los empresarios es una lógica nueva. Son muchos años habituados a esperar un desarrollo que por poco bajaba dictado desde la Casa Rosada.