volar a ras de la tierra
El proyecto británico Bloodhound SSC se prepara para destrozar su propio récord
Los salares (como el famoso Bonneville) y los desiertos, con sus extensas superficies planas, son los escenarios perfectos para una actividad muy especial: los récords de velocidad en tierra. Lejos de las improvisaciones, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) tiene perfectamente reglamentados estos intentos para darle un carácter oficial y homologar los registros.
El 15 de octubre de 1997, en el desierto de Black Rock, Estados Unidos, el británico Andy Green (piloto de la RAF) marcó a bordo del Thrust SSC, los récords vigentes del kilómetro lanzado, 760,343 mph (1223,657 km/h) y de la milla, 763,035 mph (1227,896 km/h), en la categoría más espectacular de la especialidad: la de los autos propulsados por reactores. Con sus dos turborreactores RollsRoyce Spey 202 (usados por el caza F4 Phantom II), fue el primer vehículo en romper la barrera del sonido en tierra.
Hoy, la misma escuadra (compuesta por 110 personas) , dirigida siempre por Richard Noble, vuelve a la carga con un nuevo proyecto: el Bloodhound SSC (por SuperSonic Car), con el que fijó un objetivo ambicioso: superar las 1000 mph. Para lograrlo, debe cubrir una milla en 3,6 segundos.
Para enfrentar este reto, el Bloodhound (de 13,47 m de longitud y 7,5 toneladas de peso) cuenta con una estructura monocasco de fibra de carbono al estilo de los F1 y utiliza tres impulsores: un reactor Rolls-Royce Eurojet EJ200, un pack de tres cohetes del especialista noruego Nammo y un Jaguar V8 Supercharged de 550 HP, que comanda la bomba de oxidación del combustible del cohete (que requiere 800 litros en 20 segundos). Todo conjuga una potencia de 135.000 HP.
Con el mismo Green como piloto, el sábado pasada el Bloodhound hizo sus primeras corridas públicas de prueba en el aeropuerto de Newquay (Cornwall) en las que superó sin inconvenientes, en la relativamente corta pista de despegue, las 210 mph (338 km/h). El reto de superar las 1000 mph los espera.