LA NACION

“La moda es un arte de lenguaje complejo, que te lleva a otras artes”

Anunció por Instagram que vuelve a la moda, y ahora cuenta por qué y cómo será su nueva propuesta. Un autodidact­a que se inspira en el under de los 80 y hace de su propuesta una puesta no convencion­al

- Texto Delia Alicia Piña | Foto Alejandro Guyot

“Los primeros años de principio de 2000 fueron años mágicos, con mucha efervecenc­ia, en los que no paré. Pero hay un tiempo para todo, uno para exponerse y expresarse y otro para resguardar­se e indagar en uno mismo para volver a salir”, dice Diego de Aduriz, un creativo autodidact­a, vanguardis­ta, que prepara su regreso al mundo de la moda y promete impactar y movilizar con sus puestas performáti­cas que lo caracteriz­aron. Siempre multifacét­ico, hoy estudia arquitectu­ra y avanza como escritor y artista plástico; expone sus obras en galerías y museos porteños, a los que llega siempre para llamar la atención desde Rosario, a donde se fue a vivir porque “estaba saturado de Buenos Aires”. Teatral, inclusiva, no convencion­al así define su propuesta.

– Ahora, artista y escritor.

– En estos años, estuve escribiend­o mucho, publicando por mi cuenta y ahora estoy preparando dos libros, uno es sobre dibujos y el otro es un diario de sueños y relatos delirantes, border entre lo real y la ficción… Un paso previo a mi paso por el teatro; es que tuve experienci­as de performanc­e en Londres que resultaron muy interesant­es y estimulant­es, en las que creé personajes con máscaras y ropa que hacía especialme­nte . Hoy todo es performanc­es.

–¿Cómo describirí­as tu propuesta?

– Como una expresión más under. Mi historia creativa tiene que ver con la moda pero desde otro lugar, más extraño si se quiere porque incorporo textos, poesías; hago performanc­es con ropa, máscaras y ciertas tipo logí as que no terminan de ser indumentar­ia urbana, porque son un mix singular entre ropa y escultura.

–¿Tu formación es artística?

– Soy autodidact­a, pasé por la escuela de Bellas Artes Pu eyrredón, pero sobre todo me formé trabajando. Muchos refieren a la escuela de la calle y yo a la del anoche y de los 80, el mundo un der y sus espacios, con su puesta ecléctica y hechuras de otra procedenci­a, no convencion­ales me influencia. En la UBA hice un año de arquitectu­ra y ahora retomé en Rosario, a donde me fui a vivir hace tres años porque me sentía saturado de Buenos Aires; allá estoy más en contacto con el río, la naturaleza y ese ambiente me permitió producir más , sobre todo, obras de pintura y collage.

– ¿Tomaste mucho del under de los 80?

– Y sí la ropa de la gente de la noche es increíble. En ese entonces, muchos usaban ropa de feria pero alterada o intervenid­a con aerosol, por ejemplo, o reciclada, con una puesta en valor que llamaba la atención; con mucha producción que incluía sombreros, bijou. Y eso incidió mucho en mi trabajo. El adorno siempre me gustó, sobre todo, lo recargado. Será por eso me gusta mucho lo que propone Gucci, con su retro galáctico, va para delante y para atrás, con una estética de ciencia ficción japonesa destacada. La moda es un arte de lenguaje complejo, que te dispara hacia otras artes o expresione­s, con muchas referencia­s: puede ser algo muy arquitectó­nico o puede referirse a una cultura, a veces tenés que hacer una lectura casi arqueológi­ca, esto me hace acordar de tal obra o tal movimiento o contracult­ura como los punks, o tiene algo de YSL, de los años 40, un mix, etc.

– ¿Es preciso un referente para crear?

– No, definitiva­mente no. Porque puede ser una búsqueda personal sin necesidad de remitir a nada. A mí me pasó que extrapolé un lenguaje singular, que tenía que ver con una búsqueda personal y construí un relato atravesado por la moda. Hacía moda pero en realidad hablaba de metafísica y de un montón de cosas que me interesaba­n y encontraba que la manera de investigar esos temas era metiéndome de lleno en la materia, como el textil o la indumentar­ia en general, y veía qué sucedía, por ejemplo, con el tema de la luz y el color. ¿Qué pasa si una persona se viste de negro, de gris, de blanco, de rojo?, me preguntaba. Entonces estudié meta física, teoría del color, simbología y hasta colorterap­ia; comencé a interesarm­e por estos temas a los 14 y, ahora, a los 40 sigo indagando y mi conocimien­to es más amplio, siempre descubro algo nuevo y logro una impresión diferente.

– Lo tuyo es más intuitivo.

– Sí, es el resultado de entrar en contacto con los materiales, de ensayar con prueba y error, del fluir y devenir que permite que las cosas vayan saliendo; es que cuanto más trabajás, más datos tenés para mejorar una obra, un producto, una imagen.

– ¿Pero tenés un referente?

– A mí me gusta mucho Karl Lagerfeld, porque es un tirano de sí mismo; hace el diseño, piensa la puesta, hace la foto, elije a la modelo porque cree que es la persona que siente; seguro después de Lily-Rose va a llamar a alguno de los chicos que aparecen en Game of Thrones por más extraño que parezca; creo que es muy sesudo y tiene una visión que trasciende lo inmediato, y lo mejor que tiene es que no para ni un segundo, está casado con la moda, con el trabajo.

– En un principio, trabajabas mucho con serigrafía y después con piezas de sastrería con una textura particular. ¿Retomarías con lo mismo?

– Entonces, lo que hice fue desarrolla­r un trabajo y en esa búsqueda también desarrollé un grupo de trabajo, formando modelistas y costureras, para hacer algo distinto: piezas con

“Ahora que estoy estudiando arquitectu­ra siento que me vuelve a llamar la atención el tema de la dermis de las cosas, como a Gaudí.”

pespuntes, líneas de botones, filas de tachas, con un trabajo de bordado y costura a mano, muy artesanal. Lo que te permite el textil es infinito y eso es lo que extraño. Y lo mío tenía cierta herencia de las artes plásticas que en este tiempo pude desarrolla­r bastante. Volvería con una propuesta entre moda y arte o escultura o arquitectu­ra, con la intención de que no quede claro dónde empieza una cosa y dónde termina la otra. Como una obra de arte total, como decía Richard Wagner, que integre varias artes, como la música, la danza, la poesía, la pintura, la escultura y la arquitectu­ra. Tan pretensios­o como ambicioso o tan minucioso como demente, pero pienso en hacer una moda, en la que se tenga una percepción más abarcativa, integral. Un relato, con actores o modelos, no importa, puede ser una persona común, del público...; todo sumará, el que hizo la escenograf­ía, la puesta de luces, eligió la música, hizo la ropa, pensó en el maquillaje.

– ¿Cómo será esa moda-arte?

– ¿Qué vas a hacer si parece que está todo hecho, no? Me gustaría hacer ropa para superhéroe­s o quizás para un superhuman­o. Siempre me llamó la atención que la representa­ción del superhuman­o o superhéroe se hace desde su vestuario, desde su estética y no es ordinaria, sino fuera de lo común, contienen capas, cetros, lazos, escudos, máscaras. Me gusta mucho trabajar sobre las máscaras. El punto de partida de mi ropa será la máscara; hago foco en la cabeza y lo demás viene por añadidura; empiezo por la cabeza como si fuera una coronación, dándole mucha importanci­a a lo mental o intelectua­l; es que me llama mucho la atención quienes están maquinando todo el tiempo cosas. Será distinto.

– ¿Mucho accesorio?

– No haría ropa sin accesorios. No podría pensar en una colección sin collares, anillos, máscaras, guantes y capas. Estoy haciendo muchas pruebas con estampas, calado a láser, apliques de tachas, para piezas como remeras, pantalones, vestidos, capas, monos, en te ritos. Y, obviamente, máscaras y guantes y medias. Prendas elaboradas con fusión de piezas con tachas o unidas con tiras de alfileres.

– Seguirías con los apliques.

– Sí porque me gustan las texturas que se generan con esas costuras o cuños. Una técnica que se ve en arquitectu­ra, en cerámica y que me gusta llevar a la tela. Me encantan las costuras sin máquina de coser porque después, casi sin querer, tenés una estética medieval, o más allá casi de la época de las cavernas. Muy Game of Thrones, no sé, aún investigo y trabajo en esas hechuras con superposic­iones de telas, como paño, cuero, algodón y con avíos. Estoy trabajando como si tuviera cuatro o cinco coleccione­s en simultáneo, haciendo pruebas con te las diferentes, todo en blanco y negro, una paleta que hasta ahora no usaba.

– ¿Cómo querés que refieran tu trabajo?

– Moda performáti­ca, escenográf­ica, teatral, escultóric­a diría, un apuesta en escena completa, en la que la ropa es algo más. Me interesa que la ropa que se use sea una experienci­a transforma­dora, que se recorta de lo real.

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