LA NACION

Después de un disco instrument­al notable, el pianista Marco Sanguinett­i habla sobre el proceso creativo

El pianista se sumerge en un universo instrument­al repleto de referencia­s a la porteñidad sin caer en los lugares comunes de los géneros ya conocidos; su flamante disco 9 abre un camino distinto

- Texto Mauro Apicella | Foto Santiago Cichero / AFV

Aunque no se anime a decirlo, marco Sanguinett­i tiene bien en claro qué es lo que quiere. “Por supuesto que Piazzolla es el norte”, dice recién sobre el final de la nota. “Pero no queda bien que yo lo diga, sobre todo cuando en la escena hay alguien como Pipi que lo lleva en el adn y encima es un genio”, agrega.

aunque entonces el reconocimi­ento sea tácito, sólo basta con escuchar algunos segundos de su flamante disco para dar cuenta de que lo que suena es música porteña, incluso cuando en la deconstruc­ción puedan encontrars­e rastros de todo tipo.

al frente de una formación que se completa con batería, contrabajo, violonchel­o, guitarra eléctrica y dJ, Sanguinett­i, desde el piano, propone una música intensa que se mueve por los márgenes del jazz, pero también toma elementos de la música contemporá­nea, de radiohead y hasta de los impresioni­stas franceses como debussy o Poulenc.

“me vendría perfecto un Festival otras músicas como hubo hace unos años”, bromea Sanguinett­i. “Siento con orgullo que pertenezco a una escena de música original instrument­al de buenos aires”, añade. en la enumeració­n de pares se extiende desde Sami abadi hasta diego Schissi pasando por el esteban Sehinkman con Pájaro de Fuego y Paula Shocron con acelerador de Protones. aunque no se puede hablar de una escena objetiva, todos estos músicos y compositor­es comparten cierta estética y búsqueda compositiv­a difícil de definir en un género, pero que al mismo tiempo abordan los estilos con conocimien­to y destreza. Lo distintivo es su anclaje en una tradición porteña que no ha tenido un referente masivo de este tipo de música. –Es muy fuerte el componente porteño que se escucha en 9. ¿Te planteás la composició­n desde una perspectiv­a situacioni­sta? –Para mí eso es clave. Cuando uno hace música instrument­al uno igualmente está declarando cosas. mi música es un discurso cargado de ideas que quiero expresar, y la idea principal tiene eso que me preguntás. Yo creo que ahora que estamos en el siglo XXi podemos darle lugar a una música de buenos aires que no sea tango, el paisaje hoy es otro. Y a mí, en este discurso que tiene mi proyecto, me interesa asumir y blanquear las influencia­s que a veces parecerían estar ocultas. Para mí está claro que un músico de acá tiene influencia de la música clásica europea y también del rock británico. Y buenos aires, entonces, tiene que ver con eso, una música porteña hoy debería apuntar a esa mixtura de géneros que internamen­te asociás a las calles de la ciudad. –El librito del disco trae un gráfico formal de las composicio­nes, lo que demuestra cierto interés en la estructura. ¿Por qué privilegia­ste ese aspecto y no la improvisac­ión, por ejemplo? –en este disco tuve muy presente el oyente, me importan las sensacione­s que tenga. Lo pensé casi desde una pauta cinematogr­áfica; cómo atravesar partes de la música, transitar ese relato, en esas proporcion­es, va a generar una sensación particular. entonces no se pueden modificar, es importante cuánto duran la introducci­ón, el desarrollo y el desenlace. Si esas partes se extienden o se achican, la experienci­a ya no es la misma. –Y en esa subordinac­ión a la idea, la densidad del ensamble parece primar por sobre los desarrollo­s solistas. –es casi una ética de la composició­n musical. no me importa demostrar todo mi repertorio técnico de pianista por sobre la idea. eso es lo que rige todo, si el tema pide violonchel­o vamos con el violonchel­o. ahí es cuando dejo que la idea se vuelva autoritari­a, porque creo que merece ese lugar por sobre otros intereses que, en realidad, para mí marcarían posturas forzadas. me parece muy importante que no aparezcan poses, la música tiene que prescindir de ese vicio del músico, tiene que ser lo que mande y un buen trabajo es encontrar la manera de respetar esas ideas. –En este proyecto acotaste el registro casi por completo a la zona baja y media del piano. ¿Fue una búsqueda deliberada de empatar el registro del violonchel­o? –es cierto que soy un pianista de la zona media, lo tengo claro y lo tengo que asumir. estudié mucho para tocar de la mejor manera posible, pero no me interesa generarme los momentos para demostrarl­o, no disfruto la música virtuosa como oyente, en todo caso, admiro las ideas ingeniosas y las sensacione­s que producen, el virtuosism­o me parece despreciab­le. Hay una frase de brian eno que dice que los músicos escuchan notas y el público escucha sensacione­s. Yo no compongo prestando atención a las notas. –Tu disco está en las antípodas del free jazz, pero en la idea de no prestarle atención a las notas hay un punto de contacto. –Sí, puede ser. el discurso del free es muy lindo, pero después quieren demostrar todo lo que saben, se dejan tentar por desparrama­r todo el catálogo de posibilida­des. el concepto está clarísimo: sensacione­s. Pero en la mayoría de los casos te terminan dando con una patada por la cabeza todo lo que pueden hacer. Y obvio que eso es aceptable que exista y alguna vez me ha pasado y me va a pasar querer sonar así, pero yo ahora, en este momento, no estoy muy de acuerdo con eso, quiero demostrar fidelidad total a las sensacione­s que propone la música.

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