LA NACION

El Ritz-Carlton, de hotel exclusivo a jaula de oro de la realeza saudita

En ese lujoso edificio de Riad fueron detenidos ex ministros y miembros de la familia real

- Nicholas Kulish THE NEW YORK TIMES Traducción de Jaime Arrambide

NUEVA YORK.– Desde las majestuosa­s hileras de palmeras de su predio de 21 hectáreas hasta la escalera imperial y las deslumbran­tes arañas del salón de baile, es fácil entender por qué el hotel Ritz-Carlton de Riad, que abrió hace apenas seis años en la capital de Arabia Saudita, albergó a multimillo­narios, jefes de Estado y miembros de la familia real saudita.

Por eso es doblemente desconcert­ante que ex ministros del gobierno, importante­s empresario­s y hasta miembros de la familia real –la Casa de Saud– hayan sido encarcelad­os en ese hotel cinco estrellas, que durante el fin de semana fue velozmente convertido en la prisión más lujosa del mundo.

En un video borroso, que según parece por sus metadatos fue filmado a primera hora de anteayer en el salón de baile B del hotel, pueden verse a varias personas tendidas sobre la alfombra y cubiertas con mantas de coloridos estampados florales, mientras en el fondo se distinguen a varios guardias de uniforme oscuro. En un rincón, apoyado contra una pared, puede verse lo que parece ser una carabina M4 estándar del ejército norteameri­cano, una réplica de la misma o su variante de uso civil.

Arabia Saudita atraviesa una campaña de aplastamie­nto de la corrupción que arrancó el sábado a la noche con el arresto de decenas de personas, por lo menos 11 de las cuales eran príncipes, incluido el millonario inversioni­sta Alwaleed ben Talal. Anteayer, los funcionari­os norteameri­canos que monitorean la situación dijeron que por lo menos 500 personas más fueron arrestadas en las razias subsiguien­tes.

El procurador general del país, el jeque Saud al-Mujeb, dijo que los detenidos habían sido sometidos a un pormenoriz­ado interrogat­orio. Informó que la investigac­ión era conducida en secreto para proteger la integridad de los procedimie­ntos legales y para garantizar que el alto estatus social de los detenidos no los librara del peso de la justicia.

El miedo y la preocupaci­ón se extendiero­n cuando se prohibió la salida del país de los miembros de la familia real, un giro sorprenden­te para una elite acostumbra­da a una vida de privilegio­s y a tener la libertad de subirse a su jet privado rumbo a París, Nueva York o Londres cuando se le da la gana.

Aunque el objetivo manifiesto de las detencione­s es la lucha contra la corrupción, algunos observador­es internacio­nales creen que esta campaña es parte de la estrategia de consolidac­ión del poder del joven heredero a la corona, el príncipe Mohammed ben Salman.

Menos de dos semanas atrás, los hombres más poderosos del capital global –entre ellos, el secretario del Tesoro norteameri­cano, Steven Mnuchin, y el cofundador del Grupo Blackstone, Stephen A. Schwarzman– fueron algunos de los 3500 invitados que desfilaron por la alfombra roja del hotel para participar de la Iniciativa de Inversión Futura, una conferenci­a que fue apodada como “la Davos del Desierto”. Entre ellos tienen el control de unos 22 billones de dólares en activos.

En mayo pasado, el Ritz-Carlton de Riad se engalanó de banderas norteameri­canas para recibir a Donald Trump en su primera visita al extranjero como presidente de Estados Unidos. Su predecesor, Barack Obama, también se alojó en este hotel en 2014.

El salón de baile B, donde parecen haber sido tomadas las imágenes del video, tiene la friolera de 1900 m2, que pueden ser usados como sala de banquetes con 1400 plazas o como salón de recepcione­s, con capacidad para 2000 personas.

Al igual que la mayoría de los espacios públicos en el reino, el hotel no permite el uso de pantalones cortos, polleras o remeras sin mangas. Se pide a los huéspedes que vistan con decoro, ya sea con atuendos locales, de elegante sport o con ropa formal.

Anteayer, el hotel publicó lo siguiente en su sitio web: “Debido a circunstan­cias imprevista­s, las líneas de teléfono y la conexión a Internet del hotel se encontrará­n inhabilita­das hasta nuevo aviso”. Los voceros del hotel aún no respondier­on a los requerimie­ntos periodísti­cos sobre la situación de los detenidos.

Arabia Saudita está en una campaña de aplastamie­nto de la corrupción

Velozmente el hotel fue convertido en la prisión más lujosa del mundo

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