Puigdemont, ya en campaña, no logra un frente separatista
El ex presidente catalán fracasó en mantener unida la coalición de los partidos secesionistas; PDeCAT, ERC y CUP irán separados en las elecciones del 21 de diciembre
MADRID.– El papel de “presidente catalán en el exilio” que interpreta Carles Puigdemont en su refugio seguro en Bruselas no resulta convincente en el bando propio: pese a sus ruegos, fracasó ayer en su objetivo de que los partidos independentistas compitan unidos, con él como cabeza de lista, en las elecciones del 21 de diciembre.
Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido con mayor intención de voto en las encuestas, se mantuvo firme en la idea de presentar listas separadas y enterrar la coalición Junts pel Sí que formó en 2015 con el PDeCAT de Puigdemont. El plazo para inscribir alianzas venció esta medianoche. Tampoco los anarquistas de la CUP aceptan la fusión.
“Lo ideal es que haya una lista de país, amplísima. No tenemos otra alternativa que ir todos juntos; hay gente en la cárcel”, había dicho por la mañana el presidente destituido. Fue en una entrevista que concedió a Catalunya Radio, un medio público que se mantiene afín al separatismo a pesar de la intervención en las instituciones autonómicas dispuesta por el gobierno de Mariano Rajoy.
Más tarde, Puigdemont encabezó una suerte de acto de campaña en Bruselas, rodeado de 200 alcaldes catalanes, en el que cargó con tono enfurecido contra la Unión Europea (UE) por no apoyar sus reivindicaciones.
Los 200 jefes comunales –del PDeCAT, ERC y la CUP– que viaja- ron en un chárter para instalar la crisis en el corazón de Europa. Lo recibieron con una ovación, gritos de “libertad” y una coreografía de bastones de mando en alto.
“El fascismo se manifiesta en España junto a varios partidos políticos, incluido el del gobierno”, dijo. Denunció que se encarcela a políticos por sus ideas y acusó a Rajoy de haber dado “un golpe de Estado contra el legítimo gobierno de la Generalitat”. Y les pregunto a los líderes de la Unión Europea: “¿Es esta la Europa que quieren?, ¿van a continuar apoyando a Rajoy en este golpe de Estado?”.
Su performance no logra la magia de unir a los propios, a pesar de que también presionan por la lista común las mayores entidades cívicas del independentismo, Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural.
Lo que emergió en las últimas horas es el resultado de dos años de convivencia incómoda en la cúpula del nacionalismo. ERC cree que merece pasar al sillón de mando y ganar margen de acción.
oriol Junqueras, líder de ERC y ex vicepresidente de la Generalitat, está preso desde el jueves en la prisión madrileña de Estremera, acusado de rebelión, sedición y malversación a largo del proceso que culminó con la proclamación de la república catalana el viernes 27 de octubre.
Puigdemont enfrenta los mismos cargos, pero consiguió seguir en libertad gracias a su huida a Bruselas. Un juez belga descartó dictarle prisión preventiva mientras se tramita su extradición. “Sé que puedo terminar en la cárcel”, dijo ayer. No será antes de las elecciones.
Existe aún una mínima opción de unidad hasta el cierre de listas (el viernes 17), aunque obligaría a los partidos a competir bajo una marca nueva y renunciar a derechos adquiridos (económicos y de espacios publicitarios). ERC insiste en ir separados y pactar luego para formar gobierno.
La incapacidad para competir en coalición amenaza ese objetivo, ya que a la hora de repartir bancas el sistema D’Hont penaliza la fragmentación del voto.
Según un sondeo de GAD3, publicado por La Vanguardia, ERC conseguiría entre 45 y 46 diputados. PDeCAT se movería entre 14 y 15, mientras que la CUP bajaría de sus 10 actuales a 7 u 8. Si fuera así, el bloque independentista se arriesga a perder la mayoría absoluta, fijada en 68. Tenía 72 en el último Parlamento. En el bando constitucionalista, Ciudadanos se afianza con 27-28.
Los números explican la insistencia de Puigdemont por la lista única. De mantenerse la división, se verá forzado a competir contra Junqueras. Uno libre y otro preso, aferrados al relato de la lucha contra una presunta “persecución política”.