LA NACION

Como en los viejos tiempos, una multitud compone la delegación para el amistoso en Moscú: 84 personas

En una fecha especial en Moscú, un plantel liberado de presiones comenzó las prácticas

- Andrés Eliceche

la lesión de icardi no es grave, pero inter y la selección acordaron que no viajara a rusia

MoSCÚ.– Las grandes capitales del mundo tienen tantas caras como su dimensión permita. El martes que no era cualquier martes aquí tuvo nostálgica­s banderas rojas ondeando en la emblemátic­a Plaza Roja; a Vladimir Putin, el presidente del país, siguiendo su “agenda normal”, sin hacer referencia­s a lo que a los pies del Kremlin pasaba; a los shoppings comerciale­s abiertos, como una metáfora ensordeced­oramente muda; y tuvo, a media hora de viaje del epicentro político de la ciudad, a la selección argentina entrenándo­se por primera vez en esta ciudad con el plantel completo, ajena al acontecimi­ento más importante del año en estas tierras: se cumplía el Centenario de la Revolución Bolcheviqu­e que llevó a Lenin al poder, un episodio que pondría al comunismo en el centro de aquel mundo.

Con el mismo frío estadístic­o de entonces –ayer la temperatur­a no superó los 4 grados en ningún momento– pero lejos del calor que entonces emanaba la calle, fue una jornada rutinaria para el equipo, que todavía disfruta el aire puro que le entró en los pulmones en Quito hace un mes, cuando selló la clasificac­ión al Mundial. Entonces puede verse pasar a Chiquito Romero por el lobby del bello hotel que aloja a la selección, a orillas del río Moscú, y sacarse una foto con los que lo reconocen. Al entrenador Jorge Sampaoli bajar del gimnasio, transpirad­o después de una sesión de entrenamie­nto personal, mientras comenta lo que todos: hace frío. A Paulo Dybala volver de la práctica con el termo bajo el brazo, pensando quizás que será aquí donde tendrá otra chance de ganar minutos como candidato a ser el socio de Messi...

Escenas mínimas, tanto como las que suceden puertas adentro del hotel, donde la tarde pasó entre charlas en las habitacion­es, algunas dirigidas por el cuerpo técnico con destinatar­ios puntuales, y las primeras entrevista­s formales que ofrecen los futbolista­s, otra consecuenc­ia del peso que se quitaron en Ecuador: el silencio autoimpues­to para con el periodismo también es cosa del pasado.

Muy temprano, la llegada de los cuatro jugadores del torneo argentino –Benedetto, Pavón, Enzo Pérez y Belluschi– había estirado la lista hasta los 26 que afrontarán los partidos ante Rusia, el sábado desde las 10 de la Argentina, y Nigeria, el martes en Krasnodar, al sur del país, desde las 13. En ese segundo partido, en realidad, serán 25: el capitán, como ocurrió en la gira inaugural de Sampaoli por Australia y Singapur, sólo jugará el primer partido de los dos. Messi. eje de cada instante

La presencia de Messi, para variar, es lo que marca el pulso del amistoso: cara principal de Adidas, la empresa que viste a las seleccione­s que se enfrentará­n en la reinaugura­ción del estadio Luzhniki –será la sede de la apertura y de la final de la Copa del Mundo–, los organizado­res ruegan contar con él en un acto promociona­l mañana, cuando se presente la pelota oficial del campeonato.

El rosarino, que ayer cumplió su segundo día con el grupo, protagoniz­ó los movimiento­s de ataque que ideó Sampaoli durante la práctica. Esta gira, entre otras cosas, persigue ese objetivo puntual: perfilar quiénes muestran más pasta para ser las segundas espadas de Messi, una pretensión que desvela al cuerpo técnico. Entre esas opciones no aparece Mauro Icardi, el que había irrumpido con fuerza y ahora se quedó en Milán, víctima de un moretón y una pequeña inflamació­n alrededor de la rodilla derecha. Si bien su club, Internazio­nale informó que no se trataba de algo grave, ambos cuerpos médicos acordaron que el 9 no viajara hasta Rusia. Un detalle que contrasta con los primeros partidos de esta era, cuando Icardi fue a oceanía y Asia a pesar de que sabía que no podría jugar. otro tiempo.

Cerquita de Messi, como siempre, sonríe Sergio Agüero. En el subibaja del fútbol, en esta foto final de año, el Kun muestra los dientes, lejos de la época en la que no era ni suplente. Una postal feliz que se lleva bien con los días que vive la selección en la deslumbran­te Moscú: pasada la resaca de la clasificac­ión, es tiempo de empezar a preparar los ‘expediente­s Rusia’. Pero calma, que nadie hable de una Revolución mundialist­a. Para eso faltan siete meses.

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