España, incómoda con sus símbolos, no está para sutilezas cromáticas
MaDrID.– Una multinacional alemana, insospechada de cualquier vocación revolucionaria, ha prendido la mecha de otro debate incendiario en esta españa afectada de una intensidad política asfixiante desde el estallido de la crisis separatista catalana.
ajeno al clima de época, adidas presentó el lunes el diseño de la camiseta que lucirá la selección española de fútbol el año que viene durante el Mundial de rusia y no tuvo mejor idea que reflotar un viejo diseño de 1994, que incluía en el costado derecho unos vivos en forma de rombo amarillos y azules sobre el rojo de fondo.
Hasta ahí nada raro. el problema es que el azul de ahora es demasiado claro y a cierta distancia un efecto óptico hace que se perciba como morado, de modo que se reproduce –de manera involuntaria– la bandera tricolor de la segunda república. aquella insignia que prohibió el franquismo después de la Guerra Civil y que sobrevive en democracia como un símbolo de rebeldía y de rechazo a la monarquía.
la discusión saltó a los programas de televisión, a los bares, incluso a la escena parlamentaria o su sucedáneo conocido como Twitter.
“Hace tiempo que la selección española no vestía una camiseta tan bonita”, se apuró a tipear pablo Iglesias, el líder de podemos, principal azote del sistema constitucional surgido en 1978. acompañó el mensaje de una carita sonriente.
“¿en serio?”, escribió, sin dar crédito a sus ojos, el diputado Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, cuando adidas difundió la foto de los jugadores Álvaro Morata, Jordi alba, Isco y Marco asensio posando con la nueva equipación “republicana”.
Gabriel rufián, provocador en jefe del independentista esquerra republicana de Catalunya (erC), apeló a su habitual ironía: “rajoy, sánchez y rivera se reúnen de urgencia para aplicar el 155 a adidas”. aludía a los líderes de los tres grandes partidos constitucionalistas (pp, psoe y Ciudadanos) que impulsaron el uso del artículo 155 de la ley fundamental para intervenir las instituciones catalanas, después que los separatistas proclamaran la república el 27 de octubre pasado.
“al gobierno no le hace gracia ni el lío ni la camiseta”, admitió el vicepresidente de la real Federación española de Fútbol, Juan luis larrea. no hay mucho que hacer: la prenda sale a la venta en las próximas horas y hay miles repartidas en tiendas de todo el país.
adidas emitió un comunicado en el que insiste en que el color de los vivos es azul. es cierto. pero sólo si la mira de al lado.
la españa de hoy no está para sutilezas cromáticas. Una sociedad habituada a la convivencia incómoda con sus símbolos nacionales ve desde hace dos meses cómo las banderas florecen en los balcones, de Madrid a barcelona. se usan como seña de identidad y también como un mensaje de rechazo al rival en el que se ha convertido el vecino de al lado.
la rojigualda con el escudo constitucional grita por la unidad de españa, amenazada como nunca en la era democrática. la esteleda separatista celebra la república catalana, esa fantasía que proclamó Carles puigdemont antes de huir a bruselas. la senyera es el símbolo de los catalanes que quieren cambios, pero no la independencia. Hay quien cuelga la bandera europea, casi como un llamado de auxilio. Tampoco falta alguno que desempolva la roja y amarilla con el águila en el medio que impuso Franco durante su dictadura. en ese mar de banderas, la tricolor republicana representa el clamor antisistema de un sector de la izquierda.
en esa selva se metió adidas por calcular mal el contraste del azul sobre el rojo. llueven en estas horas llamados a boicotear la camiseta. Hay periodistas que exigen en público un cambio de diseño. Hinchas desilusionados escriben en las redes sociales que se buscarán otro equipo al que alentar en el Mundial. otros redescubren su pasión por el fútbol al ver los colores de la españa que se pasaron media vida añorando. los jugadores, descolocados, ruegan que no los mezclen con la política, que ya bastante tienen con la tensión abierta en el vestuario entre los catalanes –con Gerard piqué a la cabeza– y el resto.
lo que nadie sabe es qué pensará el rey Felipe VI, habitual asistente a los partidos importantes de la selección. el hombre ya está acostumbrado a resistir sin pestañar que silben el himno nacional en las finales de la Copa del rey que juegan el barça o alguno de los clubes vascos. ¿Qué sentirá cuando tenga que alentar a un equipo que viste los colores favoritos de quienes sueñan con derrocarlo?