LA NACION

A prueba de balas. IBM vuelve a mostrar su capacidad de reacción

La compañía refrenda su título de sobrevivie­nte de la tecnología con la apuesta a la inteligenc­ia artificial y los servicios online

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Los gigantes de la tecnología son un poco como los dinosaurio­s. La mayoría no tiene éxito en adaptarse a una nueva era, un “cambio de plataforma”, en la jerga. Son pocas las que sobreviven a dos o incluso tres cambios. Pero hay una sola compañía que las abarca todas: IBM, que ya tiene más de un siglo, habiendo comenzado como fabricante de máquinas tabuladora­s a las que se alimentaba con tarjetas perforadas.

Pero luego de 21 trimestres con caída de ingresos comparando año contra año, aumentaban las dudas de si IBM lograría navegar los últimos grandes cambios: el paso a la nube, lo que significa la computació­n como servicio online, y el auge de la inteligenc­ia artificial (IA), que es una etiqueta que abarca todo tipo de ofertas digitales basadas en nociones extraídas de parvas de datos. En mayo, Warren Buffett, CEO del holding Berkshire Hathaway, anunció que su firma había vendido un tercio de su participac­ión total en IBM, valuada entonces en US$ 13.500 millones, diciendo: “No valoro a IBM del mismo modo que lo hacía hace seis años, cuando comencé a comprar”. Los analistas comenzaban a preguntars­e cuánto más quedaría al frente de la firma su jefa, Ginni Rometty.

Pero hace un par de semanas los resultados trimestral­es difundidos

por IBM sugirieron que los escépticos podían estar equivocado­s. Los ingresos volvieron a caer, a US$ 19.200 millones, pero menos de lo esperado. La firma indicó que puede ver una vuelta al crecimient­o en el próximo trimestre y sus acciones subieron un 8,9%, el mayor aumento en un día desde 2009. ¿Es posible que Big Blue, aún una de las mayores firmas de tecnología informátic­a (TI) del mundo, con casi 390.000 empleados, comience a recuperars­e?

Si las grandes firmas de TI a menudo no logran adaptarse se debe a que estos cambios requieren algo más que adoptar nuevas tecnología­s. También obligan a las compañías a cuestionar qué representa­n, según Michael Cusamano, profesor de negocios del Massachuse­tts Institute of Technology (MIT). Se deben

examinar la marca, las capacidade­s técnicas, y cómo se venden productos y servicios. Muchas firmas optan en cambio por defender sus dominios existentes.

Nueva fórmula

Luego de una experienci­a cercana a la muerte a comienzos de la década de 1990, cuando colapsó la venta de sus computador­as grandes, IBM pareció encontrar una fórmula para mantenerse en la delantera tecnológic­a.

Con Louis Gerstner y Sam Palmisano, sus ex jefes, rápidament­e se adaptó a Internet y fue una de las primeras firmas grandes de TI en apoyar el software de código abierto. Dejó de lado negocios que estaban por convertirs­e en commoditie­s, como las computador­as personales y los servidores menos poderosos. Y se mantuvo fiel a un “mapa rutero” financiero, diciéndole­s a los inversores cuál sería su nivel de rentabilid­ad en los siguientes cinco años. No dudó en gastar miles de millones en la recompra de acciones para elevar sus ganancias por acción.

Sin embargo, esta fijación con las métricas financiera­s es una de las grandes razones por las que IBM tardó en volcarse a la nube, tendencia que previó antes que muchas competidor­as.

Como resultado de ello, ahora es una segundona en la nube, al menos en la parte llamada “nube pública”, es decir, las redes de grandes centros de datos compartido­s por muchas firmas. IBM es la número tres en el mejor de los casos; Amazon y Microsoft encabezan a cierta distancia, beneficián­dose del creciente número de firmas que pasan aplicaPara ciones a la nube, en vez de tenerlas en sus propios sistemas.

IBM intentó evitar el problema siendo, por ejemplo, el primer gigante de la tecnología que dio gran cabida a la IA. Basándose en una tecnología llamada Watson, que en 2011 ganó Jeapordy, un show de preguntas y respuestas de EE.UU., la firma dos años más tarde lanzó una nueva línea de negocios para ayudar a las organizaci­ones a hacer prediccion­es a partir de patrones que surgen de sus datos. Promovió fuertement­e ese esfuerzo e invirtió miles de millones en particular en el ramo de salud, por ejemplo ayudando a hospitales a usar datos de los pacientes para evaluar riesgos de salud.

Pero los avances han sido lentos, principalm­ente porque a menudo es difícil interpreta­r las historias clínicas. El centro médico Anderson Cancer Centre de Houston este año canceló un proyecto basado en Watson luego de gastar US$ 60 millones porque se consideró que no está aún apto para su uso clínico. En la actualidad, la gente del campo de la IA ahora mira con desdén la plataforma Watson, lo que afecta a su vez la capacidad de la empresa de atraer talento.

En los últimos cinco años, IBM no ha estado corriendo lo suficiente­mente rápido, lo que desemboca en la baja de sus ingresos. Ahora, según sus propias mediciones, al menos tiene suficiente impulso ascendente como para no seguir cayendo. Los ingresos de lo que llama “negocios centrales” o ventas de productos y servicios IBM usados en la computació­n convencion­al bajaron un 9% en el último trimestre, lo que es menos que el 11% de caída del trimestre anterior.

En contraste, los “imperativo­s estratégic­os” de la firma, que incluyen principalm­ente la nube e IA, crecieron 10%, comparado con 7% en el trimestre anterior. Éstos generan el 45% de los negocios de IBM, lo que es un 2 por ciento más que en el trimestre anterior. “Ahora estamos exactament­e donde prometimos que íbamos a estar”, asegura Martin Schroeter, el jefe financiero de la firma.

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Los ingresos de IBM están creciendo

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