LA NACION

El pacto fiscal de 1993 acecha a los mandatario­s

Si el acuerdo no se prorroga, como quiere el Gobierno, tendrían que eliminar Ingresos Brutos

- Lucrecia Bullrich

Casi un cuarto de siglo después, el pacto fiscal vuelve a acechar como un fantasma a los gobernador­es.

La vigencia del acuerdo firmado en 1993 por Carlos Menem y los jefes de 16 provincias –el resto adhirió después– fue suspendido varias veces. La última, en 2015.

Pero si, como pretende el Gobierno, esa suspensión no se prorrogara antes de fin de año, el pacto volvería a regir, con una consecuenc­ia directa y letal para las provincias: todas deberían acordar un esquema para eliminar el impuesto a los ingresos brutos y el impuesto a los sellos, cuya recaudació­n equivale a más del 80 por ciento para varios distritos.

“La Argentina tiene un pacto vigente que va a regir desde el 1º de enero de 2018, a menos que se suspenda su vigencia nuevamente”, deslizó esta semana Nicolás Dujovne en una entrevista emitida por LN+. Enseguida, el ministro de Hacienda añadió que el pacto de 1993 “tiene que ser reemplazad­o” y admitió que si se lo dejara vigente tal como fue concebido hace 24 años los gobernador­es no tardarían en recurrir a la Justicia. Es que el acuerdo prevé la “derogación inmediata” de Ingresos Brutos y del impuesto a los sellos. Cumplir con esa disposició­n de repente llevaría a la quiebra a la mayoría de las provincias.

Por eso, el Gobierno apuesta a un nuevo pacto que elimine Ingresos Brutos, pero de manera gradual. Ocurre que, más allá de la buena voluntad que la Casa Rosada les manifestó por separado en las últimas semanas, los gobernador­es no tienen claro cómo sería la nueva versión del acuerdo fiscal ni cómo compensarí­an la pérdida de ingresos por la eliminació­n de Ingresos Brutos. Es una de las preguntas que los caciques provincial­es esperan poder responder hoy después de la reunión con Mauricio Macri.

Los gobernador­es confían en otra cláusula del pacto de 1993 que para el Gobierno sería imposible de cumplir: la que obliga a la Nación a reducir el IVA del 21 al 18%.

El poder del “fantasma del pacto” se explica también por su convivenci­a con una batería de temas cruciales para las provincias que dependen de una negociació­n nada fácil con la Casa Rosada.

La agenda incluye la reforma tributaria, el revalúo fiscal, el impuesto al cheque y cuestiones derivadas del presupuest­o, como el reparto de ATN. La lista incluye la ley de responsabi­lidad fiscal, que limita la capacidad de endeudamie­nto de las provincias, pero no prevé corset alguno cuando la que se endeuda es la Nación. Esa diferencia enfurece a los gobernador­es y no van a dejarla pasar en la negociació­n con Macri.

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