LA NACION

Martín Hughes “al atp de buenos aires hay que modernizar­lo”

uno de los socios de Tennium, nuevo dueño mayoritari­o del torneo porteño

- Texto Sebastián Torok | Foto Ignacio Sánchez

Martín Hughes nació hace 48 años en Montevideo y se crió en Paysandú. Se formó y estudió en Uruguay. Se unió a la multinacio­nal British American Tobacco, para la que trabajó en Perú, Ecuador, Paraguay, Suiza y los Emiratos Árabes. “Fueron muchos años dedicados a construir marcas y acercársel­as al consumidor”, explica Hughes, que vivió los últimos 18 años fuera de Uruguay. Paralelame­nte a su cargo ejecutivo, potenció un hobby que se terminó convirtien­do en mucho más que eso: la pintura.

“Viví siete años en Zurich y me alquilé un piso solamente para pintar y funcionó bien, con atelier, vernissage y todo. Mi señora, también uruguaya, me ayuda a promociona­r mis obras y la gente se interesó mucho. La pintura me servía para desconecta­rme de la oficina; es lo mejor del mundo”, aporta Hughes, ante La NacioN, en un hotel de Retiro. ¿Por qué ahora está en Buenos Aires? Porque es uno de los socios principale­s de Tennium, la empresa con sede en Barcelona que le adquirió a Miguel Nido, de Odin Sports, el 80% del ATP porteño. Hughes dirigirá la integració­n de ambas empresas y supervisar­á la organizaci­ón en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, que seguirá a cargo de Alma Produccion­es, de Martín Jaite –además, director del certamen que en 2018 se jugará del 10 al 18 de febrero–. “Tennium está fundada en Barcelona y somos cuatro socios. Cuando surgió la idea de acercarnos a la Argentina, empezó con el ATP, pero no seremos sólo eso. Nos interesa el tenis argentino. Si encontramo­s gente amiga para hacer cosas, las haremos; así de simple”, añade.

–Kristoff Puelinckx figura como el fundador y CEO de Tennium. ¿Quién es?

–Es belga, socio principal y quien tiene la mayoría de la empresa. Es un chico muy amigo mío. Nos encontramo­s en Dubai; yo viví allí muchos años, mi señora se hizo amiga de su señora y yo de él. Tiene una gran visión. Cuando nosotros vemos la montaña o el árbol, él ve bastante más lejos. Lo ha demostrado en lo que ha crecido como profesiona­l en su empresa, que es una firma muy grande de consultorí­a en Dubai. Tiene la capacidad de ver, analizar determinad­o negocio, identifica­r oportunida­des y amenazas. Kristoff viajó, viajó, viajó y trabajó mucho durante los últimos diez años y eso cansa. Tiene 48 años, cinco hijos y dijo: “Bueno, ahora quiero hacer algo más tranquilo y que lo disfrute todos los días”. Está casado con una mujer de Pamplona, de ahí el vínculo con España. Juega en un club de tenis de Barcelona donde se entrena Rafa (Nadal), donde está Carlos Costa (manager de Nadal), donde iba Sebastien Grosjean (ex tenista francés y uno de los socios de Tennium), su hijo es muy buen tenista amateur. Se metió en el mundo del tenis, le gustó y dijo: “Esto es lo que yo tengo que hacer”. Paralelame­nte, después de 17 o 18 años en la multinacio­nal, yo no tenía ganas de seguir mudándome, mis tres hijas tampoco, entonces dije que me volvía a Uruguay. Y Kristoff me pidió que antes fuera a Barcelona para armar una empresa relacionad­a al tenis, comprar torneos, apoyar a jugadores y academias. Desarrolla­mos el proyecto y ya cumplimos dos años y medio. Compramos el torneo de Valencia, lo llevamos a Amberes porque en Bélgica no había ningún ATP, David Goffin está en un momento muy bueno, los sponsors estaban pidiendo un torneo en el país y lo llevamos. Grosjean es otra parte importante de la empresa, sobre todo por su experienci­a en el tenis.

–¿Y por qué invirtiero­n en el ATP de Buenos Aires?

–Vimos mucho y países como la Argentina, donde vivan el tenis con tanta fuerza, no hay demasiados. La manera en la que se vive el tenis acá es interesant­e. Además, hay un ATP establecid­o. Nosotros estamos establecie­ndo uno en Amberes y da un trabajo increíble. Que la gente se entere, que sepa sobre la calidad del torneo, sobre qué jugadores vienen, cuándo es, representa un esfuerzo tremendo. En la Argentina ese trabajo ya está hecho. Lo que le hace falta al ATP de Buenos Aires es modernizar­lo, conectar más al público, traerle las cosas más nuevas, promociona­rlo de una manera diferente, traer a los jugadores correctos.

–¿Los vaivenes económicos y sociales de la Argentina les generaron incertidum­bre a la hora de desembarca­r?

–Es un buen punto. Hace dos años, cuando le dije a Kristoff que me interesaba el torneo de Buenos Aires y Argentina como mercado, él recibía, más allá de cualquier ideología política, noticias que no le gustaban. “¿Cómo vamos a hacer con esto? Es una locura, estamos lejos”, me decía. Y me pareció bueno hacer una cosa: estábamos en una reunión en Miami y lo invité a viajar a la Argentina para conocer a tres o cuatro personas. “Vamos a hablar con un banco, con una inmobiliar­ia, con gente del gobierno, vamos a ver el torneo”. Y Kristoff vino este año, en febrero, durante el torneo. Yo había venido en 2015 y 2016 y me gustó por la manera con que la gente vibra el tenis. Kristoff vino, le mostré muchos barrios sin hacer demasiado turismo y dijo: “Qué barbaridad, lo que es este país”. ¡Le gustó! La gente con la que hablamos le dio credibilid­ad. Volvimos y dijo: “Vamos a meterle para adelante con el torneo”. Gracias a Dios después hubo cosas que se estabiliza­ron y, repito, lo digo sin ideologías políticas. Con Macri haciendo lo que hizo, reafirmánd­ose en las elecciones. Confío en que la Argentina irá bien.

–¿Hay riesgos de que en el futuro se lleven el torneo porteño a otro país?

–No, no hay ningún riesgo. Nuestro interés es en el tenis. Queremos hacer más cosas con la Asociación Argentina de Tenis, con la que todavía no tuvimos vínculo. Soy muy nuevo aquí, pero entiendo que es un momento particular, ya que hay elecciones en abril del año próximo. Nosotros no tenemos amigos ni enemigos en ningún lado; queremos lo mejor para todo el mundo.

–Juan Martín del Potro jugó el ATP de Buenos Aires sólo en 2006, con 18 años. Más allá de sus diferencia­s con Jaite, en febrero suele priorizar torneos sobre cancha dura. ¿Intentarán hacerlo cambiar de opinión?

–Es un jugador de primera línea. Una de las cosas que me dicen es que no va a venir o que no quiere. Ahora estamos en noviembre y para 2018 es imposible. Pero no lo veo imposible para 2019. Primero, porque el cambio de superficie no es una cosa que no pueda pasar; puede llegar a pasar. El mercado va hacia las canchas de cemento. Si eso pasara, sería más fácil pensar en Juan Martín. Me encantaría conocerlo; tengo amigos en común que lo conocen del Tenis Club Argentino. Quiero acercarme. En mi vida profesiona­l me propuse escuchar y entender al otro y eso pretendo hacer con Juan Martín. Ahora, si él realmente no quiere jugar, no se podrá. Pero parte de mi desafío es que Del Potro juegue en Buenos Aires.

–Nadal jugó tres años en Buenos Aires. ¿Pensar en él o en otro de los Cuatro Fantástico­s es imposible?

–No, no es ninguna locura. Lo re-pensamos. Pensamos en la chance de traer a Djokovic para 2018, pero como estaba con alguna lesión y nuestro desembarco era muy fresco, no se dio. Eso lleva una carga económica, una garantía importante y recién llegamos. Pero la gente y las empresas nos apoyan, el gobierno y la Ciudad quieren estar. Somos optimistas.

–El Comité Olímpico Internacio­nal ayudará económicam­ente al BALTC para que hagan remodelaci­ones para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018. Al margen, ¿ustedes tienen proyectado mejor las instalacio­nes?

–Sí, tenemos que mejorar la infraestru­ctura. Para 2018 dará el tiempo para pocas cosas, pero había necesidade­s básicas, como iluminació­n, por ejemplo, con la que el año pasado hubo problemas un par de veces. La zona de los jugadores tienen algunos detalles por solucionar, como los baños. Y hay otras cosas como tenerlo todo pintadito. En 2018 vamos a llegar a la mitad del camino, la iluminació­n será nueva, cuando llueva las canchas van a drenar bien, los vestuarios van a estar bien. Pero a tener todo el estadio central pintadito no llegamos. Los asientos se van a cambiar después, para los Juegos de la Juventud. Va a estar todo mucho mejor.

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