La exploración y lo experimental: filosofía de una dupla creativa
Emilio García Wehbi y Maricel Álvarez, en una nueva propuesta estética basada en Orlando, la novela clásica de Virginia Woolf
en Orlando..., los que ponen el cuerpo son García Wehbi, Álvarez y Horacio marassi. el desafío es entregarse a una experiencia que elude los terrenos y las exigencias más frecuentes para un actor: “en esta obra no te podés amparar en la trinidad aristotélica de las unidades de tiempo, acción y lugar –explica Álvarez–. incluso te ves forzado a encarar algo que parece imposible, porque el pensamiento no se actúa y en esta obra el personaje principal se la pasa pensando. entonces también hay que poder encarnar los conceptos. sin el amparo de ornamentos como la caracterización, la definición de un espacio claramente determinado o la línea argumental definida, tenés que poder resolver igual estos problemas. ese es el desafío”.
de ahí que García Wehbi hable de teatro “democrático” e “indisciplinado”: en sus trabajos el actor no es el único que articula teatralidad. más bien debe moverse en medio de un dispositivo interdisciplinario donde el aparato interpretativo tiene el mismo valor que todo el resto de recursos que se ponen en escena. Y, en ese sentido, la elección de una figura como la de orlando no parece nada casual: “es un personaje «desterritorializa- do», que habla con los miles de fantasmas que lo precedieron y sucedieron –sostiene Álvarez–. Y que se hace cargo de ser ese cúmulo, ese crisol que es resultado de todos los que habitaron esta tierra e incluso de los que vendrán. Concibe el espacio del teatro como un ágora en la que se puede exponer un pensamiento en términos profundos y también quedar expuesto a una posible discusión dialéctica con distintos interlocutores. no necesariamente buscando consenso, sino celebrando el disenso y negándose a las categorías puras y duras, a definirse a favor o en contra. orlando no puede decir lo que es, pero sí reafirmarse a partir de lo que sabe que no es”.
el proceso de producción del proyecto llevó más de un año y medio. una de las premisas básicas fue trabajar siempre con un espíritu irreverente y con la convicción de que “la única manera de hacer un clásico es traicionarlo”, como recalca García Wehbi. “el teatro es tiempo presente, exige ser leído desde la contemporaneidad –completa–. entonces usamos el punto de partida de la problemática del género, tan presente en la novela de Woolf, para desplazarlo y pasar a otra cosa. orlando es un personaje hedonista. no le alcanza una vida para disfrutar las delicias del mundo: el conocimiento, los viajes... Pero nuestro orlando, en cambio, es un utopista negativo. sabe que no hay nada que se pueda hacer realmente para mejorar el mundo, pero nunca va a dejar de hacerlo”.
elegir un clásico para reinventarlo con un lenguaje propio es una manifestación clara de los propósitos artísticos de la dupla García Wehbi-Álvarez, de su ánimo explorador y experimental: “Toda aventura entraña riesgos, y eso nos gusta –dice ella–. no me interesan los materiales que vienen masticados, en envases conocidos. nuestra opción es ir mutando, evolucionando. Y trabajar en términos interdisciplinarios colabora con ese objetivo. expande las fronteras y nos pone en un lugar excitante, inestable. en términos artísticos, la incomodidad y el conflicto son buenos, no malos”.
ese tipo de cruces de diferentes lenguajes es una de las características centrales del teatro que se produce hoy en europa. sin embargo, García Wehbi descarta la sospecha del tributo al modelo dominante: “Los denominados estudios poscoloniales ya están demodés –recalca–. el setentismo la closiano es peligroso. no creo en la identidad de los países latinoamericanos, es una patraña. La identidad de los sujetos que habitan esta región del mundo es bien diversa. La realidad de un porteño es muy diferente a la de un jujeño. no estoy abogando por un separatismo, sino tratando de explicar que la realidad es lo que es y no el sueño del Che Guevara. dicho esto, como buenos porteños, nosotros respondemos a una tradición que tiene que ver con la filosofía posestructuralista francesa, con relaciones claras con los centros de dominación cultural. Pero no seguimos esa tradición ni la rechazamos de manera automática. intervenimos desde nuestra realidad”. desde la periferia, entonces, García Wehbi ha logrado, con sus obras, óperas, performances, instalaciones e intervenciones urbanas, desembarcar varias veces en el exterior: estados unidos, españa, irlanda, escocia, Francia, suiza, Holanda, Alemania, italia, suecia, Australia, Japón... Las respuestas que ha obtenido en esas experiencias le permiten establecer una comparación destinada a reflexionar sobre la lógica que impone cada contexto: “Cuando nos presentamos en europa, nos dicen que lo nuestro es demasiado latinoamericano, por la violencia, el salvajismo, lo exagerado... Y acá nos dicen que lo que hacemos es demasiado europeo. es lo mejor que nos puede pasar: estar todo el tiempo fuera de lugar. eso significa que no estamos instalados, que me están moviendo y me estoy moviendo. en cuanto a la originalidad, somos barthesianos y foucaltianos: el autor murió o, más bien, nunca existió como tal. defendemos la idea de la apropiación de los bienes culturales, de la democracia en ese campo. Las propiedades privadas son monopolios creados por el sistema de dominación capitalista”.