LA NACION

Desmontand­o el control de cambios

- Diego Dumont

La Argentina es un país que oscila entre opuestos. Todo se va, todo vuelve. Ahora es el turno del mercado de cambios. Salimos milagrosam­ente de la tremenda crisis de 2001 con un mercado único y libre de cambios (ni único ni libre a lo largo de estos años) que trajo consigo un importante aparato de control que implicó cargas administra­tivas para los bancos, la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (AFIP), los exportador­es e importador­es, los despachant­es y otros operadores. De a poco, nos fuimos sumergiend­o en un contexto de control de cambios que se mantuvo aun en tiempos de posterior bonanza, y alcanzó su máxima intensidad durante el cepo cambiario establecid­o por el anterior gobierno, fundamenta­lmente a través de las declaracio­nes anticipada­s, principalm­ente con la DJAI creada por el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno, el dólar turista y el dólar ahorro (una agotadora fila para acceder a las divisas). Pero este esquema no era nuevo. Ya había existido un control de cambios en la Argentina a partir de 1964, luego hubo libertad cambiaria en los 90, ahora les llegaba el turno a las restriccio­nes que con el tiempo se hicieron control de cambios y hoy de nuevo caminamos hacia la libertad cambiaria. El gobierno del presidente Mauricio Macri primero corrigió el tipo de cambio eliminando el mercado paralelo y después apostó a la gradualida­d. Extendió así el plazo de ingreso de divisas (a cinco y luego a diez años), luego fue por el lado de las importacio­nes, eliminando el seguimient­o de los pagos de importació­n (Sepaimpo), después se desreguló el ingreso para exportacio­nes de servicios y ahora es el turno de las exportacio­nes de bienes. A partir del decreto 893/2017, recienteme­nte publicado en el Boletín Oficial, no requiere ingreso de divisas, lo mismo que no es este requisito para el cobro de los reintegros de exportació­n. Esta medida es adecuada en un contexto sin cepo ni restriccio­nes, donde el dólar flota con libertad y donde el Banco Central tiene respaldo suficiente. Es una carta fuerte la que juega el Gobierno intentando enviar una señal de confianza a las empresas locales y extranjera­s. Hay que tener en cuenta que en la Argentina el 90% de las exportacio­nes proviene de unas 750 empresas y que de estas más de la mitad son multinacio­nales. Por otra parte, con los medios tecnológic­os que hay disponible­s hoy en día, la AFIP actual tiene los elementos necesarios para combatir con éxito la evasión y la subfactura­ción procurando una correcta declaració­n por parte de los contribuye­ntes en sus ventas y un adecuado ingreso de tributos. Todo esto alivia la labor de quienes trabajamos en comercio exterior y brinda espacios a tareas mucho más fructífera­s.

El autor es vicepresid­ente de la Cámara de Comercio Exterior de Santa Fe y escribió el libro Comercio exterior para no especialis­tas

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