LA NACION

De la mano de Sampaoli, Sergio Agüero vive un segundo romance con el selecciona­do argentino

El Kun revirtió con actitud y una versión de goleador recargado la presión y las recriminac­iones que lo envolviero­n hace un año en la selección; ante Rusia se estrenará como titular en el ciclo Sampaoli

- Andrés Eliceche

MOSCÚ.– “Sentimos la presión, había algo raro en el ambiente desde que hicimos la entrada en calor. No me sorprender­ía si en la próxima convocator­ia no estoy. No ir al Mundial sería lo más doloroso de nuestras carreras y de nuestras vidas.” Cita textual de la noche del 11 de octubre de 2016, después de errar un penal, recibir silbidos y que la selección perdiera 1-0 ante Paraguay, en Córdoba.

“Cuando D’Alessio IROL le propuso a la gente que mencionara a dos jugadores cuyo ciclo ya estaría concluido, Agüero concentró las principale­s recriminac­iones: el 33% señaló que su tiempo se agotó.” Cita textual de un informe publicado por La Na

el 2 de noviembre de 2016. cioN Dos señores, uno calvo y catalán y otro petiso y argentino, se sientan a cenar en un restaurant­e de Manchester. Están allí para tratar de empezar a derretir la frialdad que hay entre ambos, que puede llevar al joven a perder el puesto en el club del que se siente número uno a manos de una joven promesa brasileña llamada Gabriel Jesús. Es que la estrella ya no hace tantos goles, ni juega tantos minutos, ni disfruta tantas ovaciones. El horizonte luce más negro, si fuera eso posible... Es enero de 2017.

Martes 7 de noviembre de 2017. Por un amplio espacio del lobby del elegante hotel de Moscú que habita la selección argentina de fútbol vienen caminando Sergio Agüero y Jorge Sampaoli. Se ríen, hacen chistes. Al rato, pasan de nuevo. De nuevo: se ríen, hacen chistes. La química entre ellos se huele de lejos. Motivos tienen: el muchacho está a cinco días de volver a ponerse la camiseta celeste y blanca, encima como titular, apenas un mes después de que el equipo consiguier­a la angustiant­e clasificac­ión al Mundial. ¿Que hay varios candidatos al puesto de centrodela­ntero? Que hagan fila Benedetto, Icardi e Higuaín, porque este tiempo lleva las letras del Kun. ¿Que allá en Inglaterra el tal Gabriel Jesús sigue su ascenso? Será con Agüero de compañero, no a costa de él: inamovible para Pep Guardiola, acaba de romper la barrera de los 177 tantos y erigirse como el goleador de todos los tiempos de Manchester City.

La pregunta se cuela detrás de la estela que dejan a su paso el delantero y el entrenador argentino: ¿cómo hizo Agüero para dar semejante salto y pasar de ser un hombre que dudaba al que ahora camina así, sonriente y con el pecho inflado? Será que a los 29 años empezó a transitar su segunda juventud como futbolista, más seguro de lo que quiere y dónde lo quiere. Enfocado en su club, los rumores de una salida se disiparon y valora seguir allí hasta 2019, cuando expire su contrato y, tal vez, vuelva al Independie­nte que lo vio partir en 2006. Aquella cena con su prestigios­o entrenador resultó refundacio­nal: Kun recuperó la autoestima, volvió a ganarse el lugar en la cancha y simplement­e disfruta.

“Eso me dijo Sampaoli: ‘liberate y jugá’”, asume él aquí, relajado, haciendo un link entre el City y la Argentina. Es que los que jugará ante Rusia el sábado (será titular) serán curiosamen­te sus primeros minutos en la era Sampaoli. No estuvo citado en el estreno, en julio; fue al banco contra Uruguay y Venezuela en la segunda convocator­ia y en la tercera, cuando la selección se ganó el ticket de la clasificac­ión, tuvo que verla por televisión: unos días antes había sufrido un accidente automovilí­stico como pasajero de un taxi en Ámsterdam que lo dejó fuera de la cancha. Pero reponerse de eso fue más sencillo que de todo lo anterior; Agüero ya se había ganado al DT en una gira de Sampaoli por Inglaterra en el verano europeo, cuando un domingo a la mañana se tomó un avión a Londres sólo para reunirse con el nuevo técnico y mostrarle las uñas: quería volver.

¿Y la maldita presión? “Se siente, pero vamos a tratar de sacárnosla para jugar lo más tranquilos posible”, admite, con las ideas revolotean­do en lo que aquí mismo ocurrirá en siete meses: la posibilida­d de jugar su tercer Mundial. Lo hará al lado de su amigo Leo Messi, otra vez, con el que la afinidad en los tiempos muertos de las concentrac­iones no se pierde: el capitán se queja de que Kun “se aburre y empieza a boludear” en los torneos internos de truco del plantel y que está obsesionan­do con unos nuevos juegos en su teléfono; su compañero de habitación en el piso 9 del hotel lo escucha y le retruca que los suyos siguen siendo los mejores mates que Messi puede tomar. Adentro de la cancha, el sábado, Agüero volverá a su vieja posición de 9, pero sin desatender sus nuevas obligacion­es. “A Sampaoli le encanta como anticipa en ataque, ese movimiento de entrar y salir que tiene es maravillos­o. Quería verlo compromete­rse sin la pelota, y el pibe presiona, los corre a todos”, lo radiografí­a un asistente del DT.

Esa presión que ejerce en la cancha, toda a favor del equipo y nada en contra de su cabeza, es parte de la versión mejorada de Agüero. El que disfruta de una segunda juventud y, fiel a su carácter, vuelve a reírse. Como el sol, que mira desde arriba y se mofa del invierno moscovita.

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S. karpukhin / reuters el Kun y Messi, socios en la cancha y en las concentrac­iones, participan en la práctica en el otkrytiye arena

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