nuevos mercados AlemAniA, BrAsil, ChinA y lA indiA: Cómo romper lA BurBujA AnglosAjonA
Hans-Peter Wild es un multimillonario alemán de 76 años cuya fortuna la hizo con su empresa, la mayor fabricante de ingredientes naturales de sabor para productos alimenticios y bebidas. Abogado, hace un par de años su fortuna superaba los dos billones de euros. Retirado de su compañía, hace 10 años fundó la Wild Rugby Academy y años más tarde compró el Heidelberger RK, uno de los dos clubes profesionales que tiene el rugby alemán. Desde mayo de este año es el presidente del Stade Français, uno de los clubes más poderosos del mundo. “Mirá a Alemania”, dijo tiempo atrás Agustín Pichot. Pues bien, Alemania, el gigante del deporte, empezó, de a poco, a meterse en el rugby. Es uno de los que más ha progresado en Europa por afuera de los grandes y clásicos. Y Wild es uno de sus mecenas.
Otra potencia deportiva, tan futbolera, campeona mundial y no tradicional en el rugby como Alemania, también quiere apuntarse en la carrera ovalada. Se trata de Brasil, país al que los popes del rugby ven como la segunda cabecera de playa de América después de la Argentina. Es muy pronto para pensar que Alemania y Brasil pueden trepar siquiera a un segundo orden mundial del rugby, pero no hay que perderlos de vista.
Ocurre que el rugby se está sacudiendo. El australiano dueño de Force –su franquicia quedó fuera del Súper Rugby– armó una liga profesional en India y China, mientras que Japón promete dar otro gran salto luego de que se dispute una Copa Mundial por primera vez fuera de Europa y de los tres grandes del Sur. La búsqueda de nuevos mercados es esencial para que el rugby pueda crecer y salir de la burbuja anglosajona.
En medio de esos movimientos, los países del Tier 2, especialmente los del Pacífico Sur, han empezado a reclamar mayor igualdad. Tienen un aliado clave: Pichot, vicepresidente de la World Rugby. El ex capitán de los Pumas salió de punta en la prensa inglesa y neozelandesa apoyando el reclamo de Samoa por un reparto más justo de su próximo test contra Inglaterra, en Twickenham. Los locales se quedarán con unos 10 millones de libras esterlinas, mientras que los isleños cobrarán apenas 70 mil; piden 170 mil más.
Pichot fue duro en el diario The New Zealand Herald: “Toda la ecuación económica está mal en este momento y se está replanteando. No soy partidario de enriquecer a los ricos; escucho que alguien que tiene 200 millones de libras quiere 220. Estoy buscando un crecimiento justo del juego, aunque los países líderes no quieren cambiar este modelo”. Pichot jugó fuerte contra los ingleses, cuando el presidente de la WR, Bill Beaumont, es inglés hasta los huesos.
Mientras, el tongano Mako Vunipola y el samoano Manu Tuilagi les pidieron a sus compañeros del seleccionado inglés que cedan al menos 1000 libras cada uno para los jugadores de Samoa en el test dentro de dos semanas. En ese partido, cada rugbier de la Rosa cobrará 22 mil libras; los samoanos, 600.
El nuevo orden que lanzó la WR para el período 2020-2032 propone más partidos entre los miembros del Tier 1 y el Tier 2, cambios en las giras, pasar la ventana de junio a julio y adelantar la de noviembre, pero no habla de un mejor reparto del dinero. Y si los británicos aflojan la billetera, pueden caerse Gales, Irlanda y Escocia.
Hace un tiempo se le preguntó a Pichot cómo veía el rugby dentro de 20 años: “En estadios más chicos, más equilibrado y con muchas mujeres viéndolo y jugándolo”.