LA NACION

Sin Messi no es lo mismo

- Andrés Eliceche ENVIADO ESPECIAL

El camino al Mundial de Rusia 2018 incluye sobresalto­s: sin Messi, la derrota de ayer por 4-2 ante Nigeria, tras un triunfo parcial de 2-0, reavivó las dudas sobre la Argentina de Jorge Sampaoli. Los africanos descontaro­n en el cierre del primer tiempo del amistoso disputado en Krasnodar, Rusia, dieron vuelta el marcador en los primeros ocho minutos de la segunda mitad y sellaron después un resultado contundent­e.

KRASNODAR, Rusia.– Jorge Sampaoli se fue de esta ciudad en la madrugada del miércoles rumiando una derrota que, por lo espectacul­ar, podría servir para convencer a un incrédulo de lo atrapante que es el fútbol: un juego que puede entregar vuelcos como el que sufrió la selección argentina en este confín del país más grande del mundo. Si durante la mañana del partido, cuando el sol ventilaba el río Kuban, el entrenador trotaba en calma por el “Puente de los Besos” para no perder forma, a la noche no quería dejarse aturdir por el impacto de los cuatro goles que Nigeria le encajó a su equipo. En la cena y camino al aeropuerto, antes de iniciar el periplo de regreso a la Argentina, el entrenador hablaba con sus colaborado­res con la pretensión de que no se alarmaran de más, como tampoco había querido exagerar el valor de la victoria del sábado ante la selección local, en Moscú. Razonaba igual que lo había hecho en la conferenci­a de prensa posterior al golpazo, cuando reconoció los errores pero pidió que nadie se cegara por el resultado; parecía haber internaliz­ado “Si”, aquel poema del autor inglés Ryduard Kipling: “(...) Si puedes encontrart­e con el triunfo y el fracaso, y tratar a esos dos impostores de la misma manera (...) ¡serás un Hombre, hijo mío!”.

La selección le puso punto final aquí a un año inolvidabl­e haciéndole honor a ese adjetivo. No podía ser un soso 0-0 el resultado de su último partido después de todo lo que vivió en 2017, cuando orilló la no clasificac­ión al Mundial, conseguida con agonía y destellos de película. Pero esas subidas y bajadas constantes pueden volver a agitar fantasmas: la derrota, por la forma, revitaliza­rá algunas discusione­s de nombres y maneras justo cuando un estilo empezaba a ser reconocibl­e. Vendrán debates externos y tal vez también internos: ¿puede un equipo con una integració­n como la que saltó ayer al moderno Krasnodar Arena plantarse así en la cancha, con tres defen- sores y ningún volante de marcada vocación defensiva? ¿cuán hondo calará un llamado de atención así, suponiendo que puertas adentro nadie minimizará haber recibido tres goles en ocho minutos? ¿Vale como ejercicio de prueba piloto que una selección no inscripta entre las potencias haya atacado y dañado tanto a la Argentina? ¿Qué puede suceder entonces si los que se vienen encima en el futuro mediato que representa el Mundial son España, Alemania o Brasil, las únicas supuestame­nte con credencial­es para plantarle cara a la selección?

Mascherano nunca se engaña

Javier Mascherano fue uno de los que peor la pasó en el segundo tiempo, cuando los africanos galopaban como gacelas por un mediocampo y una defensa rival igual de seguros que una autopista provincian­a con las barreras levantadas un martes de madrugada. Su análisis posterior tuvo la lucidez que le había faltado a todo el equipo en ese tramo decisivo del amistoso: “cometimos errores individual­es groseros, tuvimos desconcent­raciones que condujeron a fallas colectivas. Dimos un paso hacia atrás que genera preocupaci­ón. Nos desconecta­mos del partido, y cuando te desconectá­s no apretás un botón y te volvés a conectar. No funciona así el fútbol”, monologó el ayer capitán sobre los alcances reales de la cachetada. Esa sincera interpreta­ción suya en la zona mixta del estadio descubre parte de la tarea por realizar. Estratégic­as, tácticas y mentales también: no hubo ayer –tampoco contra Venezuela en el Monumental, por ejemplo– una respuesta ante la inesperada adversidad. cuando cambió el mapa del partido, ya no hubo partido.

Sampaoli se muestra decidido a competir de este modo, con una vocación de “protagoniz­ar” que acaricie la pelota, la cuide y la haga circular para controlar el juego primero y ser agresivo después. ¿Pero cuál es el antídoto cuando el que está del otro lado hace valer su fórmula, como lo consiguió Nigeria con sólo dar un paso al frente? La muestra de Krasnodar fue gratis, y eso debe agradecers­e: en el Mundial, vaya obviedad, un desliz así dejará a cualquiera de patitas fuera de Rusia, por más que se llame Argentina y tenga a Messi de su lado. Justo él, que de tan invisible que fue aquí rompió los ojos de todos.

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Mladen antonov / afp
 ?? Afp/ ladem antonov ?? Mascherano por el piso, casi una alegoría de la decepciona­nte actuación de la argentina en el segundo tiempo; aina tiene el control
Afp/ ladem antonov Mascherano por el piso, casi una alegoría de la decepciona­nte actuación de la argentina en el segundo tiempo; aina tiene el control

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