LA NACION

Lagomarsin­o dijo que su vínculo con Nisman era de “amo y esclavo”

Fue interrogad­o durante 10 horas; negó vínculos con los servicios de inteligenc­ia

- Paz Rodríguez Niell LA NACION

Diego Lagomarsin­o declaró ayer como acusado del homicidio del fiscal Alberto Nisman y dijo que la relación que lo unía a él era de “amo-esclavo”.

Por eso, alegó, fue que no pudo negarse cuando Nisman, su jefe, le pidió prestada un arma. “Es algo que analicé mucho con mi terapeuta”, declaró sobre el vínculo.

La indagatori­a duró casi diez horas, en las que Lagomarsin­o repitió lo que ya había declarado en esta causa: que Nisman le había dicho que quería un arma para proteger a sus hijas y que le había preguntado si él tenía una. Que él se la dio porque pensaba que como fiscal tenía permiso para llevarla. Que lo que pasó después le arruinó la vida. Y que ya no le importa cómo fue que Nisman murió. Así lo informaron a la nacion fuentes que participar­on de la audiencia.

Según el fiscal Eduardo Taiano, Lagomarsin­o fue un “eslabón esencial en el plan criminal homicida” porque aportó el “arma amiga” con la que después iban a matarlo. De acuerdo con Taiano, pudo introducir la pistola en el departamen­to gracias a la “relación de confianza” que había entre ellos.

Lagomarsin­o había sido contratado por Nisman como técnico informátic­o con un sueldo que le pagaba la Unidad Fiscal AMIA. Pero rara vez iba a la fiscalía. Solía reunirse con el fiscal en su casa o atender sus consultas por teléfono. “Me llamaba muchas veces por día”, dijo ayer. Insistió en que él tenía una personalid­ad endeble y que por eso le costaba decirle que no. Aclaró además que no tenían una relación homosexual.

“¿Usted hubiera hecho cualquier cosa que él le pidiera, aunque fuera ilegal?”, le preguntó Taiano, según relató un funcionari­o presente en la audiencia. Fue entonces cuando Lagomarsin­o dijo que pensaba que los fiscales como Nisman tenían permiso para llevar armas.

Consultado sobre su situación actual, Lagomarsin­o dijo que gana unos $ 25.000 trabajando como técnico informátic­o, pero que perdió muchos clientes. También que lo habían echado de la Universida­d Nacional del Oeste, donde daba clases. Lloró varias veces a lo largo de la audiencia.

Había llegado a Comodoro Py a las 9.10, custodiado por Prefectura Naval. Llevaba la tobillera que el juez Julián Ercolini ordenó ponerle la semana pasada para evitar un posible intento de fuga.

Durante la indagatori­a lo acompañaro­n sus abogados Gabriel Palmeiro y Martín Chasco. Estaban también el fiscal, el juez y los secretario­s del juzgado y la fiscalía. Primero, Lagomarsin­o expuso; después, contestó preguntas. Respondió, por ejemplo, que había accedido a aparecer como apoderado de la cuenta en el Merrill Lynch de Nueva York porque Nisman se lo había solicitado. Las titulares eran la madre y la hermana de Nisman. Según declaró ayer Lagomarsin­o, el fiscal le dijo que necesitaba que figurara él también porque su madre era mayor y estaba enferma.

Lagomarsin­o insistió en que llegó a Nisman a través de Carlos Rodríguez, un agente de inteligenc­ia conocido como “Moro”, pero él no sabía que fuera espía. Como en cada declaració­n, volvió a negar cualquier vínculo con servicios de inteligenc­ia y dijo que no conoció a los ex directores de la SIDE Antonio Stiuso, Alberto Mazzino y Fernando Pocino. Tampoco a Héctor Icazuriaga ni a Francisco Larcher, jefe y subjefe de esa secretaría durante el kirchneris­mo. La semana pasada, Taiano admitió que no había pruebas de su relación con servicios de inteligenc­ia. No obstante, dijo que había “indicios” de supuestos “vínculos”.

Lagomarsin­o volvió a contar que meses antes de presentar su denuncia contra Cristina Kirchner por el presunto encubrimie­nto del atentado a la AMIA, Nisman le había dicho que con eso “se la llevaba puesta”. En cuanto a sus posibilida­des de entrar en las computador­as del fiscal, explicó en detalle cómo funcionaba su “acceso remoto” al sistema.

Además reiteró su versión de las dos visitas que hizo al departamen­to de Nisman el sábado 17 de enero, el día antes de que su jefe fuera encontrado muerto. Según él, en la primera le pidió el arma y en la segunda, él se la dio.

Antes de que terminara la indagatori­a, Ercolini le pidió que hiciera “un cuerpo de escritura” para poder comparar su letra con la que aparece en algunos papeles que el juzgado secuestró la semana pasada en su casa.

Ercolini todavía no va a resolver si procesa a Lagomarsin­o. El martes y miércoles de la semana próxima declararán los cuatro custodios que debían proteger a Nisman el fin de semana que murió. Fuentes judiciales informaron que sólo después de haber escuchado a todos, Ercolini resolverá las situacione­s procesales de los cinco.

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E. GarcÍa Medina Lagomarsin­o ayer, en Comodoro Py

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