LA NACION

La gobernador­a impuso sus deseos sobre un peronismo fragmentad­o

Los bloques bonaerense­s mostraron divisiones en el PJ y en el interior del kirchneris­mo

- Marcelo Veneranda

Un kirchneris­mo fracturado y el resto del peronismo y la oposición domesticad­a. Esa fue la imagen que dejó ayer la Legislatur­a bonaerense en sus dos cámaras, donde la gobernador­a María Eugenia Vidal volvió a conseguir los dos tercios de los votos para un nuevo endeudamie­nto de 95 mil millones de pesos y la aprobación de las leyes de presupuest­o provincial y legislativ­o y de responsabi­lidad fiscal de los municipios.

En rigor, Vidal no consiguió los dos tercios de los votos en Diputados, sino más: el 83%. Pese a que formalment­e tiene 29 de los 92 diputados, el paquete legislativ­o del oficialism­o consiguió 77 votos a favor y 15 en contra.

Después de la derrota de 2015, el kirchneris­mo “unido y organizado” se dividió en tres bancadas en la Cámara de Diputados. Anoche, dos de esos bloques se partían al medio. El más importante, llamado Frente para la Victoria y dominado por La Cámpora, perdía cuatro de sus 17 miembros.

En el segundo bloque más numeroso, llamado FPV-PJ, nueve diputados votaron con el oficialism­o y cuatro en contra. Los seis miembros del tercer bloque con pasado kirchneris­ta, el Peronismo para la Victoria-FPV, votaron todos con Cambiemos. Dos legislador­es kirchneris­tas pidieron que la votación fuera nominal, para que se supiera quién apoyaba a Cambiemos. La moción ni siquiera fue votada. Tampoco sirvió la “presión” que intentó ejercer un grupo de intendente­s kirchneris­tas que ayer montó un búnker en uno de los palcos de Diputados. Para entonces, ya había ganado la “presión” de Vidal sobre otros jefes comunales y sus legislador­es: la gobernador­a aceptó flexibiliz­ar el uso de los recursos del Fondo Educativo y prometió la coparticip­ación de 3200 millones de pesos extras a los municipios, entre otras concesione­s.

El resto de la oposición, golpeada también por las elecciones de octubre, volvió a mostrar su voluntad de no obstaculiz­ar la gestión de Vidal, por decirlo de algún modo. Escuchados en el vacío, los discursos del massismo, el GEn o el randazzism­o de ayer contenían más críticas que apoyos a los proyectos en juego, sobre todo el endeudamie­nto. Pero fueron seguidas por el voto afirmativo.

“¿Y qué querés que hagamos? La gente votó a Cambiemos y quizá se merezca un poco de Cambiemos”, se excusaba ayer, entre impotente y enojado, un diputado opositor.

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