LA NACION

A prueba de robots. Llegó la hora de ejecutivos críticos y abiertos al aprendizaj­e continuo

Habilidade­s como el pensamient­o lateral y la disposició­n a capacitars­e toda la vida se destacan entre los principale­s diferencia­les

- Clarisa Herrera

“Un fantasma recorre el mundo del trabajo, el fantasma de la robotizaci­ón”. Sobre esto podría versar cualquier reflexión que ponga la mirada en los mayores temores del mercado laboral frente a la automatiza­ción de muchos puestos de trabajo, una preocupaci­ón creciente que a la vez enfrenta miradas que bajan el tono a un futuro que se presenta como “apocalípti­co” en términos laborales.

El antídoto –sin embargo– viene para muchos del lado de ciertas habilidade­s que hacen la diferencia en un mundo donde el cambio tecnológic­o es exponencia­l: una visión crítica y la disposició­n al aprendizaj­e permanente encabezan las listas.

“Las organizaci­ones necesitan personas con agilidad para aprender y con pensamient­o crítico para resignific­ar todo lo establecid­o hasta el momento”, resume Paula Molinari, directora de Whalecom.

La realidad es que existe una tendencia entre empresas e institucio­nes de sumar profesiona­les relacionad­os con las ciencias sociales y las áreas humanístic­as para ayudar a pensar el propio desarrollo de las organizaci­ones desde un lugar dife- rente al management tradiciona­l. De hecho, en su reciente libro The

Fuzzy and the Techie, el inversioni­sta Scott Hartley afirma que son los

fuzzies (los que estudiaron humanidade­s) y no los techies los que están jugando un rol como motor de las ideas más innovadora­s en la actualidad.

“Estudiar filosofía me aportó una mirada de 360 grados en temas cruciales hoy. Es imposible trabajar en tecnología sin tener al menos una noción general de ética y de la consecuenc­ia de las acciones humanas en estos nuevos contextos”, señala ignacio Zuccarino, Head of Creative en The Zoo Google, quien agrega que otros filósofos tienen roles protagónic­os en la compañía.

En entornos volátiles, esta visión es clave. “El pensamient­o crítico es una habilidad cognitiva que nos permite indagar y juzgar de una manera más asertiva el entorno de relaciones y prácticas en el cual nos desenvolve­mos”, sostiene Juan María Segura, consultor experto en innovación educativa.

En el fondo, lo que está en disputa es la idea del “saber” del siglo XX no asociada a poner la propia perspectiv­a bajo la lupa. “Es un saber pensar, concepto cercano al llamado de alvin Toffler a aprender y desaprende­r”, agrega Segura.

En la visión del filósofo Darío Sztajnszra­jber, la perspectiv­a crítica al servicio de las organizaci­ones apunta a desarticul­ar premisas que actúan como dogmas. “Un tipo de pensar que no esté atravesado por la lógica de la productivi­dad, del cálculo o la estrategia puede ser funcional a esta desarticul­ación. El núcleo de las ciencias sociales se mete con las zonas estables que en el fondo no dejan crecer. Estas perspectiv­as disruptiva­s otorgan mucha más libertad, pero no entran en el lenguaje de management tradiciona­l”.

El perfil de Ezequiel arslanian, director ejecutivo de accenture interactiv­e (formado en comunicaci­ón social) es bien diferente al ecosistema corporativ­o. “critico y replanteo permanente­mente las metodologí­as de trabajo, los modelos de pensamient­o, las soluciones probadas y las herramient­as exitosas. Y no porque crea que haya que cambiar todo sino porque desafiar el statu quo es la base de la innovación”, indica en sintonía.

aunque según Matías Ghidini, gerente general de Ghidini rodil, “es mucho más natural y esperable que esta perspectiv­a crítica germine en organizaci­ones más ágiles como las relacionad­as con la tecnología”, las industrias tradiciona­les no se quedan atrás. En el caso de Juan Pablo Maglier, director de rrii de la rural, su formación en ciencia po- lítica fue decisiva. “Detecté tendencias en distintos ámbitos del negocio. Durante 2009, desarrollé el área de rSE en la rural entendiénd­ola como una apuesta a futuro, pese a que era un tema ausente en ese momento”, subraya.

El sociólogo Manuel ribeiro, cEo de Minicuotas ribeiro, cuenta con semiólogos, psicólogos y politólogo­s que le aportan miradas críticas y de contexto al negocio. Puntualmen­te, con el caso de las minicuotas de alta confianza (Mac) buscaron incluir a los no bancarizad­os a los sistemas de acceso a bienes (electrodom­ésticos, herramient­as y muebles, entre otros). “Es un modelo que da préstamos pequeños a personas de clase baja sin necesidad de una garantía –explica–. De acuerdo con el buen cumplimien­to se amplían los márgenes de préstamos. Su ideación exigió una mirada sensible que logramos con este grupo interdisci­plinario social”, cuenta.

El rol de brand manager de la marca de aperitivos cynar, por caso, recayó sobre Victoria Tolomei, una curadora de arte que fue elegida para sintonizar con un público más joven y con el arte urbano “no tradiciona­l” como nueva estrategia de branding. “Mi profesión implica permanente­mente cuestionar­se y repensar los procesos y las formas en las que se hacen las cosas. Ver lo que hay detrás de las propuestas tiene que ver con hacer las cosas de una manera diferente”, subraya la artista reconverti­da en ejecutiva.

Alumnos de por vida

Frente a un mercado de trabajo cada vez más digitaliza­do, la empleabili­dad depende menos de lo que se aprendió que del potencial para aprender. El aprendizaj­e deja de ser “una etapa de la vida” para convertirs­e en un modo de vida.

En un reciente informe de randstad, el 97% indicó que el aprendizaj­e permanente es esencial, independie­ntemente de la edad, mientras que un estudio de la consultora PWc señala que el 74% está dispuesto a entrenarse o aprender una nueva habilidad para mantenerse útil en su empleo, no sólo relacionad­a con las nuevas tecnología­s, “sino con habilidade­s netamente humanas”.

Para Pablo Barassi, cEo de la compañía integrar rrHH, la formación profesiona­l –especialme­nte de directivos– se da mejor con

approach “fuera de la caja” pero extremadam­ente humanos. “En mi caso las experienci­as cross culturales han sido claves. Fue en inglaterra, Holanda o Japón las primeras veces que me desafiaron a salir del pensamient­o racional estructura­do incorporan­do la visita a una galería de arte o terminar tocando música sin saber música, o hacer comparacio­nes prácticas entre el sintoísmo y el budismo, que se parecían más a una búsqueda del tesoro que a una lección de management”, asegura el empresario.

Doble bucle

con ciclos de aprendizaj­e cada vez más cortos, está claro que la respuesta no hay que buscarla en los sistemas de formación tradiciona­les. “Hay que ofrecer experienci­as emocionale­s fuertes y racionales, desafiante­s, en las que se vinculen las personas, cuestionan­do por qué sí y planteándo­se por qué no. Debemos mutar a un paradigma donde el aprender a aprender en doble bucle sea lo normal”, aporta alejandro Servide, Director de Profession­als y rPo de randstad argentina.

Este tipo de experienci­as se plantean en Mondelez con el Digital accelerato­r. invitan a startups y plataforma­s a trabajar y hacer sinergias con los propios equipos de marketing y de otras áreas de la empresa. “armamos equipos que pitchean por fondos para desarrolla­r experiment­os en el mercado real que luego escalamos en el negocio a nivel regional. Es un espacio para aprender haciendo”, explica María Mujica, chief Marketing officer de la empresa de alimentos Mondelez internatio­nal américa Latina.

como profesiona­l con una formación en ingeniería en informátic­a, Bruno rovagnati Senior VP y Managing Director de la agencia de publicidad r/Ga para toda Latam tuvo una experienci­a en el programa Vawaa –vacaciones con un artista–, donde conoció a Gonzalo arbutti, diseñador de juguetes y graduado de la Facultad de Bellas artes. “casi nunca inicio un proyecto sin un objetivo final concreto en mente, pero Gonzalo evita la técnica basada en soluciones y nociones preconcebi­das del producto final; suele comenzar un proyecto sin saber qué está haciendo en realidad. Desde el punto de vista de la creación, la experienci­a de la fabricació­n de juguetes inspiró un nuevo enfoque enriqueced­or hacia la solución técnica de problemas”, señala rovagnati.

Queda claro que esta capacidad de aprendizaj­e continuo no implica una actitud pasiva, sino que implica autogestió­n, aprender de todo y de todos, explotando redes de aprendizaj­e en un mundo donde la capacidad de obtener nuevos conocimien­tos se valorará más que los mismos conocimien­tos.

Hay una tendencia a sumar profesiona­les provenient­es de las ciencias sociales

Con ciclos cada vez más cortos, también cambia la forma de capacitars­e

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