ERA EL GOBERNANTE MÁS ANTIGUO
ZIMBABWE: CAYÓ MUGABE
HARARE.– El gobierno de casi cuatro décadas del longevo dictador de Zimbabwe Robert Mugabe, el hombre que condujo el país con mano de hierro desde la independencia de Gran Bretaña, se derrumbó ayer con lo que pareció un golpe de Estado del ejército, que puso bajo arresto domiciliario al líder, de 93 años, que se erguía hasta el momento como un ícono intocable.
Soldados en vehículos blindados se apostaron en puntos clave de la capital, Harare, mientras la gente formaba largas filas en los bancos para retirar el límite de efectivo disponible y recurría a sus celulares para informarse del golpe.
“Queremos dejar absolutamente claro que esto no es un golpe militar. Sólo estamos buscando a los criminales del entorno [ de Mugabe] que están cometiendo delitos que están causando un sufrimiento social y económico al país para llevarlos a la justicia”, dijo ante las cámaras de la televisión estatal el general Sibusiso Moyo, vocero del sector rebelde.
“Tan pronto como cumplamos nuestra misión, esperamos que la situación vuelva a la normalidad”, añadió Moyo, en un discurso que pretendía llevar calma a una población azorada por el desenlace de un conflicto institucional.
El general Moyo, que pidió que se rezara por Zimbabwe en todas las iglesias, llamó a las demás fuerzas de seguridad a cooperar con los militares “por el bien del país”. Una cooperación difícil de rechazar. Según advirtió, “cualquier provocación se topará con una respuesta adecuada”. El ejército pidió asimismo a todos los soldados regresar a sus cuarteles y canceló los permisos de salida. Durante la noche del martes al miércoles, mientras los tanques tomaban posiciones en Harare para el asalto final al poder, se oyeron al menos tres explosiones.
La entrada en escena de los militares fue el cierre de la crisis abierta entre Mugabe y el ejército tras la destitución del vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, un veterano de las luchas por la independencia en la década del 70, a quien las fuerzas armadas respetaban y admiraban como héroe de guerra.
El desplazamiento de Mnangagwa, que se perfilaba para suceder al anciano dictador, fue según los golpistas una maniobra de Mugabe para dejar primera en la línea de sucesión a su mujer, Grace Mugabe, de 52 años, que jamás disimuló su deseo de sustituir a su marido cuando llegara el momento.
El ejército advirtió que estaba dispuesto a intervenir en lo más alto de la vida política si no se revertía la destitución, y ante la falta de respuestas comenzó a ejecutar su amenaza cuando, anteayer, puso a rodar al menos seis tanques en las rutas que convergían a la capital.
Los militares tomaron luego el control de los accesos al Parlamento, a la sede del partido gobernante, el ZANU- PF, y a las oficinas en las que Mugabe se solía reunir con los ministros del gabinete. La televisión nacional interrumpió su programación para difundir música.
Como rúbrica a la decisión de limpiar de rivales indeseables el entorno presidencial, el ejército arrestó al ministro de Finanzas, Ignatius Chombo, miembro de la facción del partido gobernante que lidera la mujer de Mugabe.
“Queremos asegurar a la nación que su excelencia el presidente y sus familiares se encuentran sanos y salvos y que su seguridad está garantizada”, dijo Moyo. “Estoy confinado en mi casa, pero estoy bien”, confirmó Mugabe durante una llamada con su par sudafricano, Jacob Zuma, que relató la conversación a la prensa en un comunicado y le manifestó su solidaridad .
Al cabo de 37 años en el poder, Mugabe, a quien su partido lo invistió por enésima vez como candidato, se disponía a presentarse para un nuevo mandato en las presidenciales de 2018, pese a su edad y su frágil estado de salud. Ahora quedó bajo arresto domiciliario, su primera visita al llano desde 1980, cuando la nueva nación de Zimbabwe recién surgía de la antigua Rhodesia, una colonia británica donde gobernaba una minoría blanca.
Pese a la serenidad que intentaron transmitir los militares al anunciar la toma del poder, no quedó claro de inmediato si el golpe pondrá fin de manera formal al gobierno del viejo dictador o si este retomará la presidencia cuando quede asegurado que su mujer no será su sucesora.
No obstante, permanezca o no en el cargo, es probable que signifique el fin del dominio total de Mugabe, el último de la generación de fundadores de naciones independientes africanas aún en el poder. Quedará a sólo siete años de la promesa que con toda seriedad hizo alguna vez de gobernar hasta los 100.